Francia le roba a Italia y España un cargamento de mascarillas. Hace lo mismo con la República Checa que, a su vez, ya se había apropiado de mercancía similar que iba a Italia. Negociantes estadounidenses atacan otro envío en la propia escalerilla de un avión en China y, a punta de dólares, se hacen con el botín. Turquía intercepta un vuelo que hace toque técnico en sus tierras y requisa cientos de respiradores artificiales que iban camino a España… No le ponga fecha, ni lugar porque seguramente esto está sucediendo en cualquier lugar del mundo “desarrollado”. Mientras los ciudadanos del planeta cumplimos con la cuarentena en casa, alrededor de los puertos y aeropuertos –o más precisamente: alrededor de los insumos básicos para atacar la pandemia- las cosas se están moviendo frenéticamente porque esto es: la barbarie capitalista.

 

El 5 de marzo pasado, el gobierno de Francia requisó cuatro millones de mascarillas que estaban siendo trasladadas desde China a Italia y España. La decisión se basó en el estado de emergencia decretado en la nación gala y que le permite el comiso de cualquier bien o servicio requerido para garantizar la atención a sus ciudadanos. Podría decirse que el presidente Emannuelle Macron actuó responsablemente frente a un país que ese día tenía 377 personas contagiadas con COVID-19, seis de los cuales habían fallecido. Podría plantearse incluso la posibilidad de que Macron se sintiera en su pleno derecho, pues España estaba en mejores condiciones, siendo que su curva exponencial apenas si se notaba con solo tres españoles muertos y 237 contagiados. El caso es que mientras los depósitos franceses en los que estaban las mascarillas eran vaciados, en Italia se vivía el inicio de lo que ha sido una temporada infernal. Al final de esa jornada de principios de mes, los italianos ya habían perdido a 107 de sus conciudadanos, mientras otros 2.982 se debatían entre la vida y la muerte. Un mes después, en medio de cifras desgarradoras, no quedan dudas de que las mascarillas hicieron falta.

 

El instinto individualista de acumulación de ese gobierno francés no paró en su ataque a dos países hermanos continentales y enfiló contra la República Checa. Como ladrón que roba a ladrón tiene perdón, incautó 700 mil mascarillas a esa nación, que ya se había quedado con un número similar de tapabocas que estaban siendo trasladados a Italia.

 

¿Cuál es el contexto de esta historia? Los cuatro países pertenecen a la Unión Europea, gracias a la cual comparten la misma moneda y los mismos lineamientos económicos. Los cuatro son países capitalistas que han acentuado sus políticas neoliberales en las últimas décadas, gracias a gobiernos de derecha. Francia pasó más de un año en medio de fuertes protestas para impedir la implementación de medidas neoliberales dirigidas al desmantelamiento del estado de bienestar –el sistema de salud público incluido- y que, en medio de la pandemia, han demostrado  la vileza de sus resultados. Así lo admitió el mismo Macron, quien también aseguró el 16 de marzo que su país estaba en guerra contra la infección.

 

Pero si Macron se hizo de un botín de guerra a expensas de sus hermanos, los estadounidenses le interceptaron su propia compra. Bajo el principio de la sobrevivencia del más apto, es decir del más vivo, sus “negociantes” –no sabemos si de empresas o de gobierno, que al caso de Estados Unidos es lo mismo- se fueron hasta China, ejecutaron operaciones de inteligencia y ofrecieron tres y cuatro veces más del precio de la mercancía, según informaron las propias autoridades francesas, en un ejercicio impecable del libre mercado. Claro, el imperio estadounidense tiene su argumento: al jueves, 266.259 personas habían sido contagiadas, 6.803 habían muerto. ¿Venderán esas mascarillas en territorio estadounidense o serán distribuidas gratuitamente entre el personal sanitario?

 

Aunque el canibalismo -en el que no hay reglas y valores humanos- es propio del crimen organizado, tampoco es nuevo entre los gobiernos capitalistas y los ejemplos sobran. En Estados Unidos aun recuerdan los pactos empresariales secretos con el gobierno nazi de Hitler en plena segunda guerra mundial.

 

Pero la característica principal de este caos es que nos regresa a etapas de barbarie que la humanidad creyó superadas con el desarrollo de la civilización.  Ya lo dijo Rosa Luxemburgo en 1915: La sociedad capitalista se halla ante un dilema: el avance al socialismo o la regresión a la barbarie”.

 

(Taynem Hernández/LaIguana.TV)

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