Aunque los costos dependerán de cada país y de las posibilidades de producirse a gran escala, calculan que podría rondar los 1.000 euros por respirador, lejos de los que se venden en el mercado, que pueden alcanzar los 20.000 o 30.000 euros.

 

«Desde Portugal con amor». Un proyecto luso que aglutinó a miles de voluntarios de todo el mundo ha diseñado un respirador de emergencia de código abierto con materiales simples que puede ser replicado en muchos países. ¿El dueño de la patente? La humanidad.

 

Así anunció esta semana el portugués João Nascimento, fundador del proyecto Open Air, quien habían finalizado la prueba de concepto del respirador, que ha sido publicada con código abierto para que desde cualquier lugar del mundo puedan acceder y empezar a trabajar en prototipos adaptados a las certificaciones de cada país.

 

Es el resultado de tres semanas de trabajo que empezaron con un tuit que se volvió viral, en el que Nascimento, estudiante luso en Harvard, pedía la colaboración de voluntarios que pudiesen aportar sus conocimientos a un proyecto de respiradores de código abierto.

 

«La idea surgió cuando empecé a leer las noticias de Italia. Cuando comenzamos a ver que los médicos tenían que decidir quién vive y quién muere, que debe ser la peor decisión que tiene que tomar un ser humano», explica a EFE el fundador de Open Air.

 

El proyecto echó a andar gracias a unos 2.500 o 3.000 voluntarios de todo el mundo, desde médicos de Australia o España hasta ingenieros de Canadá, que aportaron su granito de arena para diseñar un respirador con materiales simples que se pueda adaptar a cualquier país.

 

La idea fue reducir al máximo los componentes técnicos y utilizar materiales de uso común en la industria para que incluso en los países más desfavorecidos sean capaces de encontrar la materia prima para fabricar los respiradores.

 

Patente de la humanidad

 

Con una vocación sin ánimo de lucro, la patente de la prueba de concepto se ha atribuido a la humanidad.

 

«Es un proyecto mucho mayor que nosotros y de quienes participamos. Es para la humanidad. No queremos que nadie saque ningún tipo de beneficio o compensación financiera del trabajo de estas personas», señaló Nascimento.

 

Uno de los mentores del diseño, Paulo Fontes, insiste en que se trata solo de un respirador de emergencia, que no puede ser comparado con los dispositivos médicos que están en los hospitales.

 

«Es para utilizar en último caso. Pero si hay alternativa entre la muerte y una esperanza de vida…», cuenta a EFE Fontes, profesor del Instituto Superior de Ingeniería de Coimbra y que ha realizado las pruebas en laboratorio para comprobar que el sistema funciona.

 

Aunque los costos dependerán de cada país y de las posibilidades de producirse a gran escala, desde Open Air calculan que podría rondar los 1.000 euros por respirador, mucho más asequible que los dispositivos que se venden en el mercado, que pueden alcanzar los 20.000 o 30.000 euros.

 

(EFE)

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