Tras el fracaso en el intento de la Unión Europea, el pasado miércoles 8 de abril, para conseguir un acuerdo histórico, tanto que casi se trataría de refundación, hoy ha presentado un trampantojo con el que hacer creer que la unidad de la Vieja Europa es tal. La realidad es muy diferente: las tensiones entre los gobiernos han llegado a puntos jamás conocidos en la corta existencia de la Unión y el nivel de desafección ciudadana supera cotas inimaginables en países en los que hasta hace mucho la aceptación de la Unión era casi unánime. Lo de hoy solo es una tregua antes de la crucial batalla.

 

Más de medio billón de euros, pero con ciertos requisitos

 

Los ministros de Finanzas de los 27 países que todavía quedan en la UE acordaron un paquete de medidas de más de medio billón de euros para luchar contra la pandemia, sin que este esté sometido a los clásicos ajustes de austeridad. Además, pactaron la creación de un fondo para la recuperación económica tras la pandemia, pero este deberá ser aprobado en la próxima cumbre por los jefes de Estado de los países miembros. Un evento que se convertirá, habida cuenta de las posiciones actuales, en una refriega de tal magnitud, que podría incluso suponer el fin de la Unión Europea, algo con lo que ya amenazan abierta y públicamente tanto España como Italia.

 

Aunque Italia se negaba, los recursos saldrán en gran medida del fondo de rescate europeo (Mede), del que dispondrán, los países que lo necesiten, de hasta 240.000 millones de euros en dos semanas. Dos semanas que pueden ser eternas y angustiosas, pero esto no es salvar a los bancos, sino a personas. No hay tanta prisa.

 

La solidaridad y la reciprocidad se basan en la Unión Europa en que los países más ricos sigan siendo tal a costa de que los más pobres no dejen de ser pobres.

 

Pero estas ayudas no son a fondo perdido, sino que se trata de créditos y están condicionados a un límite de hasta el 2% del PIB de los países solicitantes y que los mismos se usen para financiar, de forma directa o indirecta, los costes sanitarios del Covid-19. En el caso de España el 2% se cifra en unos 25.000 millones de euros y en Italia la cifra alcanza los 35.000 millones de euros. Es decir, en la realidad, los dos países más afectados, España e Italia, solo dispondrán de 60.000 millones de euros entre los dos y dado que ese fondo es alimentado también por ambos países, la realidad es que la cantidad real será menor todavía. Un poco más, y el asunto queda servido por comido.

 

Más allá de los gastos sanitarios, limitados como vemos, y no solidarios en función de las necesidades de cada país, el ministro de Finanzas holandés, Wopke Hoekstra, volvió a señalar que cualquier otra cantidad al margen de esta, será catalogada como rescate financiero, y llevará aparejado un programa de ajustes y reformas. Hablando en plata: si España o Italia necesitan más dinero, deben someter a sus ciudadanos a un nuevo austericidio. Afirmó que el austericidio envuelto bajo un eufemismo técnico es necesario para «asegurar que solidaridad y reciprocidad van de la mano».

 

La solidaridad y la reciprocidad se basan en la Unión Europa en que los países más ricos sigan siendo tal a costa de que los más pobres no dejen de ser pobres. Esto es: lo que se pretende es que haya países, en el centro y norte de Europa, en los que los salarios superen los 2.000 euros al mes, mientras que en el este y el sur del continente se malvive con menos de la mitad y en ocasiones una cuarta parte. Incluso si para ello tiene que volver a aumentar el número de millones de niños en riesgo de pobreza, cifra que en Europa en la actualidad se sitúa en el 24% de los menores de 16 años. Es decir, uno de cada cuatro niños europeos se encuentra en riesgo de pobreza, tasa que en Italia y España llega al 30%, uno de cada tres.

 

La solidaridad y reciprocidad de Alemania y Países Bajos, principales escollos para alcanzar lo que se ha denominado como ‘Eurobonos’, esto es que todos los países europeos asuman el daño final causado por el coronavirus de forma solidaria, se basa en implementar un austericidio que aumentará todavía más la pobreza y la desigualdad en Europa.

 

Además de los recursos mencionados del Fondo de Rescate, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) inyectará otros 200.000 millones de euros para empresas y la Comisión Europea emitirá bonos por valor de hasta 100.000 millones de euros. La primera cantidad irá destinada a pequeñas y medianas empresas y la segunda se destinará a evitar despidos masivos.

 

La Unión Europea: al borde de la ruptura o la miseria

 

La realidad, más allá de esta pantomima anunciada para rebajar la tensión y sortear el bochorno de la marcada insolidaridad europea, es que la Unión se encuentra en una encrucijada en la que tendría que elegir entre una unión real y solidaria que avance en pilares básicos como Sanidad, Educación, Justicia, Defensa o Hacienda o dirigirse hacia un abismo en el que tendrá que elegir entre la ruptura o la miseria.

 

Nadie puede negar que el austericidio de los últimos diez años generó enorme pobreza y desigualdad en los países del Sur de Europa y ahora estos ya no están dispuestos a más austeridad. Solidaridad y Unión o ruptura.

 

El camino de la austeridad, la avaricia y la insolidaridad, elegidos hasta ahora por Europa, conllevarán irremediablemente la ruptura final del proyecto o la aceptación por parte de los países más pobres, como los del Sur y Este de Europa, de más miseria. Miseria sobre la miseria ya existente.

 

La Unión Europea debe recapacitar o el proyecto fracasará. Eso no quiere decir que no se deba exigir a los países a los que se presta dinero que continúen tal cual, pero lo que no puede es forzar a aumentar la miseria. El reparto de capital y riquezas en Europa debe tener contrapartidas, pero muy diferentes a las ya recetas austericidas: control y reducción de la corrupción, independencia del poder judicial, mejora en los estándares de democratización, reparto de la riqueza más equitativo, aumento del gasto social, pluralidad en los medios de comunicación.

 

Nadie puede negar que el austericidio de los últimos diez años generó enorme pobreza y desigualdad en los países del Sur de Europa y ahora estos ya no están dispuestos a más austeridad. Solidaridad y Unión o ruptura.

 

(RT)

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