Después de los médicos y el personal de enfermería que tratan directamente a los pacientes y casos sospechosos de Covid-19, los odontólogos se cuentan entre los profesionales de la salud con mayor riesgo de contagio. De allí que mientras dure la situación actual, solo están atendiendo emergencias y lo hacen bajo estrictas medidas de bioseguridad.

 

La odontóloga Isabel Martín explicó que el elevado riesgo deriva del hecho de que la saliva es el principal fluido a través del cual se transmite el coronavirus, y para evitar cualquier contacto con ella, el dentista debe tener bajo protección las manos, la boca, la nariz y los ojos. 

 

Las turbinas de los taladros odontológicos literalmente atomizan y disparan la saliva del paciente, en partículas tan diminutas que, con cualquier descuido, pueden entrar en contacto con las mucosas bucal, nasal u ocular del dentista o de sus asistentes.

 

El equipo de bioseguridad (que ya se usaba para prevenir contagios de otras enfermedades, como la hepatitis), incluye guantes (de látex y otros, más resistentes a la rotura, que se colocan sobre los primeros), delantal, tapaboca, careta transparente, lentes de seguridad y gorro. En la atención de las emergencias en estos tiempos pandémicos, se recomienda utilizar también una pantalla separadora que se ubica entre el paciente y la cara del profesional de la odontología.

 

Por enfrentarse a secreciones en forma de aerosol, generadas por el efecto de la turbina, se recomienda emplear tapabocas del tipo FFP2, que tienen una válvula de filtrado. Si se utiliza una mascarilla estándar, es necesario cambiarla cada dos horas, al menos.

 

¿Qué se considera emergencia en estos tiempos?

 

Explicó Martín, quien labora en una clínica privada de Caracas, que el protocolo vigente aconseja postergar cualquier trabajo odontológico que no sea una real emergencia. Asimismo, se intenta aplazar las intervenciones cuando se trate de pacientes que presentan aunque sea uno de los síntomas de las infecciones respiratorias agudas, es decir, que sea un caso sospechoso de Covid-19.

 

Lo que no puede hacerse, bajo ningún argumento, es abandonar por completo la atención de las emergencias, pues estas siguen existiendo en medio de la pandemia y pueden afectar a pacientes sanos o a infectados por el coronavirus.

 

Sobre las situaciones que suelen calificarse como emergencias, citó en primer lugar las fracturas dentarias, en la mayoría de los casos, producidas por el bruxismo, que es la anomalía de apretar involuntariamente las mandíbulas, durante la vigilia y también durante el sueño. Es un comportamiento que se agudiza en situaciones de estrés y, al menos en la experiencia de esta odontóloga, tiene una alta incidencia en la actualidad, alrededor de seis de cada diez casos.

 

«Cuando se ha fracturado una muela o diente, muchas veces no hay otra alternativa que la extracción», apuntó.

 

Otra de las emergencias frecuentes son las pulpitis agudas, que no ceden con antibióticos y deben ser atendidas por el especialista, pues se corre el riesgo de una infección grave. Estas dolencias suelen ser producto de caries avanzadas que también requieren de extracciones.

 

Por supuesto que el dolor percibido por el paciente es otro de los criterios válidos para determinar la existencia de un caso de emergencia. Cuando no disminuye mediante medicamentos, puede ser necesaria la intervención del odontólogo.

 

Aparte de todas las barreras de bioseguridad utilizadas como parte de la indumentaria del odontólogo, las normas exigen otra serie de materiales y procedimientos relacionados con el sillón, la turbina y el resto del equipo. El descarte de los componentes desechables y la desinfección de los reutilizables son acciones que han de ser observadas rigurosamente por los dentistas.

 

El consenso entre los expertos es que todas estas normas que ahora se aplican en las emergencias, han llegado para quedarse y pasarán a ser parte de los protocolos de las consultas comunes, una vez que se supere la etapa de pandemia.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)