El pasado miércoles 15 de abril, en medio de la pandemia del coronavirus, el embajador ficticio nombrado por Juan Guaidó en Perú, Carlos Scull, hizo un nuevo show en Lima, donde repartió alimentos para -según él- 4.000 familias venezolanas.

 

El anuncio lo hizo a través de su cuenta en la red social Twitter donde escribió «Hoy estuvimos en La Molina y El Agustino con la  @embajadave_pe entregando alimentos a venezolanos Bandera de Venezuela. Además hubo entregas en Pueblo Libre, Magdalena, y Carabayllo. Ya pasamos las 4 mil familias beneficiadas. No es suficiente, necesitamos apoyo de la cooperación internacional», acompañando el texto con unas gráficas.

 

La falsa embajada armó este tinglado en Lima para simular una ayuda a los connacionales afectados por las medidas de confinamiento social que la pandemia exige, pero solo ayudó -según dijo- a 4.000 familias de las 800.000 personas que afirman residen en el país andino.

 

La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) reveló que EE.UU. le entrego más de 128 millones de dólares al autoproclamado «presidente interino» Juan Guaidó y sus secuaces para «recuperar la economía venezolana». Sin embargo, la camarilla opositora se destacó por el escándalo de corrupción del concierto de la «ayuda humanitaria», conocido como el «cucutazo», entre otros.

 

Los venezolanos emigrantes están en una situación muy comprometida porque aparte del desempleo y la xenofobia, deben luchar con las medidas de confinamiento social que no les permiten trabajar para mantenerse.

 

En Venezuela, el gobierno ha manejado favorablemente la ola de contagios en comparación con otros países de la región, a pesar de las sanciones económicas y políticas que EE.UU. se empeña en seguir aplicando. Por otro lado, el embajador de artificio en Lima, Carlos Scull, pide más insumos y Julio Borges se frota las manos cuando el gobierno norteamericano les sigue financiando sus planes contra Venezuela.

 

(LaIguana.TV)