El cantautor Gabriel Rodríguez, exvocalista de El Pacto (¿se acuerda de Pueblo a la calle?), lidera ahora una novedosa movida cultural que consiste en presentar expresiones de la cultura popular venezolana en formatos aptos para difundirse por las redes sociales. El proyecto denominado “Gabriel y los Comemáiz” les ha permitido a Rodríguez y a sus músicos conocer las entrañas de Venezuela y encontrarse con “la gente que cultiva la tierra y su cultura”.

 

Rodríguez (Carora, 1973), dialogó con el periodista Clodovaldo Hernández, de La Iguana.TV. A continuación, una versión de la entrevista:

 

-¿Cómo es eso de llevar las expresiones profundas del pueblo a través de los nuevos formatos?

 

-“Gabriel y los Comemáiz” es una aventura musical que nace de una inquietud y de una búsqueda de la venezolanidad profunda, de lo humano de nuestra cultura. Es una experiencia cultural en la que hemos recorrido el país desde la comuna, desde el campo, desde la Venezuela adentro. La idea es que desde allí nazcan las canciones que tengan que ver no solamente con el sonido de la región, sino también con todo lo que nos pueda inspirar, lo que podamos encontrar de hermoso en la gente, en su amor, en la forma en que se organiza. Para mí la y el comemáiz es la mujer y el hombre de Venezuela que cultiva su tierra, que cosecha sus alimentos, que cultiva su cultura. Eso lo quiero compartir con la gente utilizando las redes sociales. Primero porque una parte importante de la población las tiene en su teléfono, las puede revisar cada cinco o diez minutos, en los tiempos que cada quien prefiera, a diferencia de los medios tradicionales que exigen que te sientes a leer un periódico o ponerte a ver la televisión. Lo que nos pareció más interesante es que, aunque tengan sus normas, en las redes no hay censura. “Gabriel y los Comemáiz” pretende mostrar cómo la cultura popular se convierte en poder popular, sin censura, y cómo el poder popular también es expresión de la cultura popular.

 

-Son formatos muy breves, piezas muy corticas. ¿Cómo transmitir un mensaje coherente en tan poquito tiempo?

 

-Esta aventura popular está concebida como un seriado para las redes. Nos hemos planteado piezas cortas porque conocemos la dinámica es las redes. Las llamamos “cápsulas” que tienen una duración de un minuto. Son, principalmente, para Instagram, Twitter y Facebook. También estamos haciendo unas piezas un poco más largas, de siete a diez minutos, que son para nuestro canal en Youtube. Tratamos de que sean temas muy divertidos y entretenidos, que tengan la duración apropiada a la dinámica de las redes. Tratamos que si la pieza dura un minuto, durante ese tiempo a gente la pase bien y que podamos cuenta de ver quiénes somos los venezolanos. Esto es especialmente importante para los que vivimos en las grandes metrópolis y somos consumidores de tecnología. Es un granito de arena para que nos reencontremos con nosotros mismos, para que nos reapropiemos de lo nuestro y enfrentemos los desafíos y las dificultades que, como pueblo, estamos afrontando en este tiempo, desde nuestra cultura.

 

-Es un mensaje muy optimista, lleno de humor. ¿Cómo logras transmitirlo en un escenario nacional donde hay tantas dificultades, donde la gente está inmersa en tantos problemas?

 

-Ha dos cosas hermosas que nos hemos encontrado visitando el país. Una es la solidaridad de la gente: donde llegas no te falta un lugar para dormir, una mesa para compartir, un trabajo que hacer. La solidaridad en eso ha sido primordial. El otro factor importantísimo ha sido el verlos vencer las dificultades. Uno llega a juntarse con los campesinos y se da cuenta de que ellos ya vencieron esas dificultades. Me encontré en oriente una señora que me dijo: “Mira, aquí nos la vimos muy fea cuando la guerra económica”… Me impresionó muchísimo porque me habló en pasado de la guerra económica. Me ofreció unas arepas de cambur verde, o de bananita verde, como dice la canción (canta una estrofa de la pieza de Luis Mariano Rivera), arepas de yuca, lechosa verde cocida como si fuera una papa condimentada. Nos dimos cuenta de que, desde nuestra cultura, sembrando nuestra tierra, podemos vencer esas dificultades. Es una apuesta interesantísima porque (el poder comunal) se basa en liderazgos locales, donde hay relaciones familiares, de solidaridad muy cercana, que no son rentistas. No es gente que ha vivido del rentismo petrolero, sino todo lo contrario: es un liderazgo productivo. Esos son los “comemáiz”: queremos mostrar al campesino, a la campesina, a la gente humilde de este país como el ejemplo de ese bravo pueblo del himno, que todos debemos seguir. Allí está el nuevo sujeto para esta etapa de transformarnos o de volver a una economía productiva, como la que tuvimos en el siglo XIX.

 

-Eso pasa en los campos, en los ambientes rurales, pero ¿qué ocurre en los barrios, en las zonas más urbanas?

 

-Uno de los objetivos que tenemos para concluir esta vuelta por el país es terminar en una ciudad. Lo más probable es que sea Caracas, por ser la metrópoli de mayor población, porque queremos mostrar que esto también puede hacerse desde la ciudad. Comenzamos por el tema campesino porque allí es donde está el arraigo de nuestra venezolanidad. Quizá el campesino, por las características de su geografía y de su cultura, no se ha impregnado del rentismo de la misma manera que nos ha infectado a nosotros, los que vivimos en las grandes metrópolis. Pero, hay una manera de cultivar nuestros alimentos y de hacer crecer y propagar nuestra cultura también desde las ciudades. Teníamos que comenzar con el campesino porque los valores de su cultura son más folk. Esto no lo digo yo, sino que se lo escuché a Víctor Jara: el hecho de que una persona siembre la tierra, tenga una relación estrecha con la naturaleza, le da más chance de pensarse a sí misma. Quienes vivimos en las ciudades debemos cumplir una labor, con un horario, luego nos montamos en un metro, y cumplimos otras tareas… quizá no tenemos el mismo tiempo de pensarnos a nosotros mismos, como lo tiene un campesino o un indígena. Hay ejemplos hermosísimos de comunas en las ciudades. Uno es el Panal 2021 en el 23 de Enero, una comuna urbana que ha demostrado que también puede producir y también puede propagar nuestra cultura como un arma para vencer las dificultades y para no permitir la transculturización, esos cambios de lógica que nos hacen perdernos.

 

-Luego de esa primera aproximación al poder comunal, ¿dirías que en Venezuela hay un desarrollo importante en materia de comunas o todavía falta mucho?

 

-No soy un gran conocedor del tema comunal. Me apasiona porque creo que es allí donde está la raíz del cambio. Todo esto es un asunto de poder, sobre de cuál lado está el poder. Si queremos lograr un cambio en el país debemos lograr que el poder lo asuma nuestra gente más humilde, de forma organizada y coherente. Hay ejemplos bellísimos en todo el país, hay de donde agarrarse, para seguir el ejemplo que la comuna está dando. En la organización de nuestra gente, desde nuestros valores culturales, podemos decir que estamos logrando un cambio. A través de la comuna podemos vencer el individualismo, que en buena medida nos contaminó por la cultura rentista. Con la comuna somos más parecidos a lo que siempre hemos sido. De los venezolanos y las venezolanas se pueden decir muchas cosas, pero nadie nos quita lo bailao, el ser un pueblo amoroso, solidario. No creo que haya otro pueblo en el mundo que haya salido de sus fronteras no a invadir sino a liberar. Eso habla muy bien de nosotros. Lo que más nos ha afectado, lo negativo de nosotros tiene que ver son el rentismo, y si podemos vencerlo desde nuestra cultura, estamos ganando muchísimo terreno. Por eso es importante decir que “Gabriel y los Comemáiz” no es un proyecto de José Gabriel, el cantante de El Pacto, para lanzarse como solista. Es un seriado musical para las redes en el que nacen canciones que hablan del poder popular desde lo humano, desde el cocuy que se bebe en Lara o el miche andino. Cuando hablo de la venezolanidad me refiero a distintas expresiones. La venezolanidad está llena de venezolanidades: la andina, la llanera, la coriana, la zuliana, la guara, la caraqueña, la central… En realidad es la misma venezolanidad, vista desde distintas expresiones. Eso es importante para el cambio cultural que, a su vez, debe generar el cambio económico, social y político.

 

-Tú vienes de una experiencia musical que ha transitado por el rock, por el ska y otras expresiones, pero además eres un caroreño nato. Con esa experiencia, dinos ¿cómo están están las manifestaciones culturales propias en nuestro pueblo y cómo han sido invadidas por otras? ¿Hasta qué punto esas manifestaciones “invasoras” también son expresión de venezolanidad?

 

-Habíamos sufrido un proceso de mucha transculturización que afectó a nuestras expresiones tradicionales, pero eso ha venido mejorando bastante. Se le está dando más valor a lo que hacemos como pueblo en música, en gastronomía y distintas expresiones del arte. Lo más interesante que podemos hacer es transformar nuestras expresiones tradicionales y adaptarlas al siglo XXI. Decía Simón Rodríguez que debíamos adaptar, no adoptar. En el caso particular de “Gabriel y los Comemáiz” no es que llegamos a oriente y cantamos un polo margariteño, sino que desde esa idiosincrasia, desde esa enseñanza, podamos componer una canción que quizá no tenga el ritmo tradicional oriental pero sí tenga en el lenguaje, en la poesía, en el cantar, en la esencia esa venezolanidad. Se puede hacer rock and roll sin guitarra eléctrica, distorsión y batería, y se puede hacer folclor con guitarra eléctrica y batería. Es un momento de jugar con nuestra cultura. Es algo parecido a lo que ha ocurrido con nuestra bandera. Antes era una cosa sagrada, ahora la usan hasta como traje de baño. Es como que le perdimos el respeto, sin que eso signifique irrespetarla, sino que le perdimos esa visión sagrada, inmóvil. Lo que debemos hacer es usar esos símbolos como algo también lúdico, que puede transformarse en el tiempo. Me parece hermosísimo cuando la gente mezcla música venezolana con electrónica, rock and roll con tambores. Son maneras de contemporaneizar y a darle nuevas formas a nuestra cultura. Claro que eso requiere comenzar a conocer lo nuestro. Eso hace que nuestra venezolanidad sea más lúdica, más divertida, más creativa. En el siglo XXI, se vale todo.

 

-¿Ante tu propuesta, cómo es la respuesta de los cultores populares, en particular la de los mayores, los que tienen  muchos años desarrollando las expresiones tradicionales? 

 

-Comenzamos la serie buscando consejo con cultores veteranos. Arrancamos en Caracas con unos clásicos señores del rock and roll, padres del sonido contemporáneo del rock en este país. La primera aventura musical es con ellos. Nos entrevistamos con los “abuelos del rock and roll”. Luego, como yo soy guaro, nos fuimos para Carora y Barquisimeto, a visitar a mis viejos maestros, folcloristas, garroteros. Luego estuvimos en el estado Mérida, en comunas de Apartaderos, en Mucuchíes, en La Azulita, en Tucaní, al sur del lago, la tierra del raspacanilla. Luego fuimos a varios pueblos de los llanos, como Puerto Nutrias y Bruzual.  Adonde quiera que llegamos, lo primero que buscamos es a los cultores: a los músicos e, incluso, a los que hacen el aguardiente… A veces buscamos primero a los del aguardiente y después al de la canción. Allí es donde arranca todo. Luego vamos con los comuneros. Luego de la etapa de promoción e intriga en la que estamos actualmente, vamos a ir a Boconoíto, en Portuguesa; a Campo Elías, en Trujillo; a Boraure, en Yaracuy. También vamos a ir a Pecaya, el centro neurálgico del cocuy en Falcón. Iremos al llano, a oriente. Tenemos mucho trabajo para lo que queda de año y para el año próximo. Ha sido muy interesante porque pensábamos que iba a ser una cosa más fácil y rápida. Ha sido muy novedoso hacer un proyecto para redes, audiovisual, hacer canciones que no necesariamente son con la banda, sino con un poco de gente. Hay, por ejemplo, un tema que se llama “El Himno al Cocuy”, que lo compuse con Teófilo Escalona, de Los Golperos de Don Pío, en Carora, una tarde cocuyera. Van naciendo canciones con la gente y eso ha sido una experiencia nueva. También es nueva la experiencia con las redes. Una cosa es salir por televisión, saber que si estás en un canal que tiene tanto de ratting, te vieron tantas personas, y otra es comenzar a ganar seguidores en las redes, que la gente se interese por tu cuenta, que empiecen a seguirte. Lo estamos trabajando con mucha paciencia y promoción porque nos hemos dado cuenta que las redes tampoco funcionan por sí solas, sino que requieren del apoyo desde otros espacios.

 

-¿Habrá alguna expresión en los medios tradicionales: televisión, radio, un disco?

 

-Estamos ensayando con una banda que me tiene contentísimo. Son músicos de excelente nivel para que las cosas tengan la altura que queremos. Nos hemos dado cuenta de que las redes no bastan por sí solas. Pensamos y tenemos la esperanza de que la música sea un gran atractivo. No queremos mostrar ni la cultura popular ni al poder popular como algo aburrido y sacrificado, sino todo lo contrario: algo lúdico, sabroso, divertido y emocionante. Vamos a hacer un lanzamiento de promoción a finales de este mes. Habrá cocuy y delicateses del máiz, como cachapitas y arepitas. Allí tocaremos con la banda al menos algunas de las canciones que van a aparecer en el seriado. Cada comuna tiene un tema.

 

Clodovaldo Hernández ([email protected])

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