Revisamos mapas. Día a día seguimos con atención las noticias. El hecho sería histórico: o empezaba la tercera guerra mundial o rompíamos el asedio estadounidense. El asunto es que en la noche del sábado 23 de mayo, el primero de cinco buques iraníes, cargados de gasolina e insumos de refinación, ingresaron a aguas venezolanas. Y lo que debió ser un acto normal de comercio legítimo entre dos países se convirtió en una victoria simbólica sobre la hegemonía que intenta imponer Estados Unidos.

Irán se sumó así al conjunto de países que, en medio de las dificultades, están auxiliando a Venezuela, pese a las diferencias que, en apariencia, nos alejan como naciones.

No es la primera vez que la República Islámica de Irán se vincula con Venezuela, con la que mantiene estrechas relaciones comerciales en medio de las medidas ilegales y unilaterales que Estados Unidos impone contra los dos países y que pretenden asfixiar a los pueblos para obligarlos a iniciar insurrecciones en contra de ambos gobiernos.

El envío de los cinco tanqueros gasolineros no fue entonces un negocio para Irán pues vive internamente una situación similar con los combustibles y la exportación de productos refinados a sitios tan lejanos no le constituye ninguna rentabilidad. Pero al hacerlo, además de agradecer un gesto similar del comandante Chávez tal como lo señaló el presidente Hasán Rouhaní, puso de relieve el enfrentamiento a la política de la administración de Donald Trump y sus aliados, de controlar los recursos y las economías del planeta.

¿Qué tienen en común, entonces, Irán y Venezuela? Contrario a lo que dicen las campañas estadounidenses, las actuales relaciones entre ambos países no están relacionadas con asuntos ideológicos, políticos o de identidad cultural.

Ellas se inscriben, más bien, en la compleja dinámica mundial actual en la que convergen distintos polos económicos, militares y diplomáticos, entre otros, en la búsqueda de un sistema internacional multipolar que se imponga por encima del unilateralismo de Estados Unidos y sus aliados. En un trabajo publicado en 2014 en la Revista de Estudios Estratégicos de Cuba, ya el profesor Leyde Rodríguez señaló que la actual es una realidad en la que “…un grupo de potencias emergentes pugnan y actúan en alianzas para lograr una nueva distribución de poder mundial, tratando de poner fin a la coalición unipolar encabezada por Estados Unidos”.

“El orden mundial del siglo XXI debe basarse en mecanismos de la solución colectiva de los problemas clave, en la prioridad del derecho y en la amplia democratización de las relaciones internacionales”, se aseguró en el año 2000, en la conceptualización de la política exterior de Rusia, citada por el profesor Boris Martynov en un artículo difundido por el Instituto de Estudios Latinoamericanos de Rusia, del que es subdirector.

En la construcción de ese nuevo orden mundial es que participa Venezuela y es lo que explica cómo se construye alianza con un país tan disímil.

De la República Islámica de Irán no solo nos separa la religión sino también la política. Con un sistema político basado en el Corán, según establece su Constitución, las fuerzas políticas que la han gobernado en los últimos 40 años pertenecen a sectores conservadores religiosos y políticos, que van desde los moderados, al que pertenece el actual presidente Rouhaní, hasta los ultra conservadores, facción en la que se inscribe el ex presidente Mahmud Ahmadineyad, cuya postura política no impidió su amistad con el comandante Chávez.

Aunque un manejo deliberado de la falta de conocimiento sobre esta nación ha posicionado la idea de que Irán es “comunista”, ello es falso. De hecho, los partidos socialistas y comunistas que existían en Irán, y que participaron en la Revolución Islámica de 1979, fueron y siguen ilegalizados.

Más allá de las diferencias, Irán y Venezuela comparten, además del petróleo, la defensa por la autodeterminación de sus pueblos y la independencia para guiar el desarrollo de sus naciones.

Nos une también, las operaciones de asedio por parte de Estados Unidos. La nación persa ha sido víctima no sólo de medidas ilegales y unilaterales de estrangulamiento a su economía, sino también de una campaña de deslegitimación internacional a partir de calificarlo como un Estado terrorista.

En una extensa crónica publicada a finales del año pasado en el blog Alkimia, el periodista colombiano Carlos de Urabá, describe la difícil situación que viven los persas. “El pueblo iraní está desesperado ante la extraordinaria magnitud de la crisis económica. Por ejemplo, en Teherán, la megalópolis de 13 millones de habitantes, la gente vaga por las calles cabizbaja y deprimida. Para colmo escasean los productos básicos o las medicinas que se cotizan a precios desorbitados en el mercado negro”, describió el cronista.

Experiencias similares que también nos unen.

(LaIguanaTV / Taynem Hernández)