La decisión tomada por el Tribunal Supremo de Justicia de renovar las autoridades del Consejo Nacional Electoral si bien fue de carácter judicial, ajustada a las normas constitucionales, es producto también de la disposición política de atender una necesidad existente en el país y, en ese sentido, es una decisión acertada, correcta, favorable y patriótica, opina Sandra Oblitas Ruzza, una de las rectoras sustituidas.

Tranquila, convencida de que la directiva a la que perteneció hizo lo que les correspondió hacer, la ahora exrectora accedió a revisar varios de los episodios más controversiales que debieron protagonizar desde 2013 hasta este año. Entre ellos, atesora particularmente el recuerdo del pueblo heroico que salió a votar en contra de la violencia el 30 de julio de 2017.

Sobre los señalamientos de sectores opositores expresó que “las acusaciones contra el CNE siempre han sido parte de un entramado mediático” e hizo notar la contradicción de que estos grupos políticos arribaron mediante el voto a un Poder Público, la Asamblea Nacional y desde allí desconocieron a todos los demás poderes, incluyendo al CNE que los proclamó.

-¿Cómo se experimenta ese cambio desde el punto de vista humano? Uno supone que te sientes un poco más relajada al volver a ser una ciudadana normal, luego de ser por varios años una integrante del organismo electoral.

-Acompaño, primero que nada, las observaciones sobre la necesidad de cuidar la salud, de cumplir las medidas de seguridad y precaución. Cada uno de nosotros tiene una responsabilidad en este sentido, atender todas las recomendaciones que nos han dado, de mantener el distanciamiento físico, el uso del tapabocas. Y tomar conciencia de que efectivamente es una pandemia, está regada en el mundo, está en todas partes y todas y todos debemos cuidarnos mucho. En cuanto a tu pregunta, me siento bien, me siento tranquila. Siempre supe que esos cargos tienen una temporalidad. La condición de rectores no es algo que le sea adjudicado a uno, sino una responsabilidad que se asume. Nosotros la asumimos, creo que lo hicimos bien, podemos decir con satisfacción que hicimos lo que nos correspondió en su momento y ahora, bueno, hay un relevo que es absolutamente natural, absolutamente normal y absolutamente positivo para el país. A nosotros nos tocan otras cosas, nos toca la vida, el disfrute, la familia y aquellos elementos de la cotidianidad en los que a uno le gusta participar. No son solo los espacios del trabajo riguroso, sino los del trabajo cotidiano, compartidos en los espacios colectivos en los que uno puede participar.

-Una serie de momentos fueron clave en la campaña que se mantuvo en contra de la directiva del CNE a la que tú perteneciste. Comencemos por las elecciones presidenciales sobrevenidas de 2013, luego del fallecimiento del comandante Hugo Chávez. Nicolás Maduro ganó con más de 200 mil votos de ventaja, pero como la costumbre era un margen mayor, el candidato perdedor denunció fraude. ¿Podríamos recordar qué ocurrió con esa denuncia? Es pertinente recordarlo porque, como vivimos en un mundo tan rápido y en un país con una agenda tan cambiante, a veces olvidamos cosas que ocurrieron hace poco.

-Al recordar eso tengo la oportunidad de hablar de la fortaleza del sistema electoral venezolano, que se configuró automatizado y se consolidó de la mano de las organizaciones políticas. Debemos recordar que esa elección se hizo en una situación de duelo, de conmoción de todo un país, justamente por lo que llevó a la convocatoria, que fue el fallecimiento del presidente Chávez. Ese proceso, al igual que todos los anteriores y los posteriores, fue rigurosamente auditado y verificado por lo que no había posibilidad lógica, a no ser la política, de presumir que pudiese haber un fraude. Sin embargo, se pretendió sembrar la matriz, pero se demostró que no era cierta. Quienes denunciaron fraude mediáticamente, nunca presentaron una sola prueba. Y, más aún, si quisiéramos documentar podríamos poner sobre el tapete que las mesas que se denunciaron como fraudulentas fueron mesas en las que los denunciantes ganaron. Ese tipo de cosas muestran la incoherencia de lo que se pretendió denunciar. Pero, luego, para demostrar que ese resultado había sido absolutamente claro y transparente, se realizó una auditoría minuciosa. Eso fue una cosa bellísima en la que no quisieron participar los denunciantes, pero participaron sectores sociales de los más diversos: técnicos, científicos, culturales, campesinos, pescadores, cultores, médicos… de todos los sectores imaginables. Y todos pudieron ver de primera mano cómo funciona el modelo electoral, cómo se llevan los registros y de esa manera quedó demostrado que es fue el resultado real, al margen de que haya sido más pequeño que algunos otros. Recordemos que en Venezuela ese punto no está sometido a un requisito legal sobre proporciones o ventajas mínimas ni segundas vueltas electorales. Fue un resultado al que pretendieron ensombrecer, pero se demostró con hechos concretos que fue un resultado legítimo, igual que todos los otros.

Analicemos ahora las elecciones parlamentarias de 2015, cuando gana la oposición y el CNE que presidía Tibisay Lucena reconoció y proclamó esa victoria el mismo día de las elecciones. Pero en ese proceso hubo una denuncia de fraude que sí fue sustentada, en este caso, del lado del gobierno, referida al estado Amazonas. ¿Ese fraude tuvo algo que ver con fallas del sistema electoral, puede considerarse culpa del CNE?

-Allí, la interposición del recurso no fue ante el CNE, sino ante el Tribunal Supremo de Justicia, que dictaminó la suspensión de los diputados que habían sido proclamados, lo que permanece de esa manera. Es al TSJ al que le toca determinar la consecuencia de esa decisión. Pero lo importante de destacar es que esos sectores que siempre se han ocupado de hacer acusaciones de fraude contra el CNE, fueron proclamados y por ello pudieron ocupar espacios de un Poder Público, como lo es la Asamblea Nacional, y una vez que los ocuparon, desconocieron a todos los demás poderes, incluyendo al Electoral que los proclamó. Es parte de un tejido, de un entramado más bien mediático que de una realidad que pudiera ser demostrada técnicamente.

-Pasemos a 2016, cuando existía la posibilidad constitucional de convocar el referendo revocatorio del mandato del presidente Nicolás Maduro y no se concretó. Ese es uno de los puntos en que se ha apoyado la oposición para decir que no se logró esa consulta porque el CNE lo bloqueó, no quiso que se hiciera. ¿Cuál es la realidad?

-Es importante siempre destacar que la Constitución venezolana es pionera en establecer el referendo revocatorio del mandato entre sus preceptos. El pueblo de Venezuela siempre tiene la posibilidad de activarlo. Pero hay unos mecanismos establecidos para ello. El primero es que quien se quiera configurar como promotor, debe recoger el 1% de las firmas del padrón electoral. Si lo consigue, puede llamar al pueblo a participar en una recolecta mayor de firmas, que tendía que ser de 20% del padrón. En ese caso hubo varios detalles de tenor administrativo, que no son solo administrativos, como la fecha en la que se entregaron las comunicaciones y el momento en que se pretendió activar el referendo, pero saldados esos puntos, cuando se recogió el 1% de las firmas, se estableció, una vez más, una mesa técnica, donde se fijaron los criterios para verificarlas. No son criterios arbitrarios, sino que están en las normas: estar inscrito en el Registro Electoral, que la firma esté plasmada en razón de la circunscripción electoral a la que cada quien pertenece… Cuando esas firmas se verificaron, se evidenció un conjunto de inconsistencias, que fueron expuestas al país en su momento. Aparentemente habían firmado venezolanas y venezolanos privados de libertad; personas menores de edad habían, aparentemente, firmado la solicitud; personas fallecidas, habían aparentemente firmado la solicitud. Esas inconsistencias fueron informadas al país, y la contraparte de los solicitantes formuló su reclamo ante las instancias que competen. Unos tribunales regionales solicitaron la detención del proceso que estaba ya en curso. La paralización fue la respuesta a esos tribunales que dictaminaron que debía suspenderse la prosecución de ese proceso.

-En 2017, el presidente Maduro planteó una convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente y los sectores opositores dijeron que era imprescindible hacer primero un referendo consultivo vinculante. No se hizo ese referendo, sino que se fue directamente a elegir a los miembros de la ANC, la gente de la oposición no participó en esas elecciones. ¿Cuál fue la posición de la directiva del CNE en ese momento?

-En la Constitución no se establece que se deba plantear un referendo consultivo previo. Algunas interpretaciones, probablemente interesadas, hicieron ver que era obligatorio, pero no está establecido. Uno de los mecanismos para convocar la ANC es que lo haga el presidente de la República en Consejo de Ministros, que fue como se produjo esa solicitud y se llevó adelante. Esa elección, yo quiero decirlo porque es demasiado importante, fue de la elecciones en las que el pueblo venezolano, de la manera más hermosa, demostró su vocación democrática, su convicción de paz, su necesidad de dirimir los problemas por vía electoral. No es cierto que la oposición no participó. Los sectores más violentos participaron, no postulando candidatos, sino pretendiendo evitar que la elección se realizara. Pero se hizo. Y las trabajadoras y los trabajadores del CNE sufrieron agresiones de todo tipo: intimidaciones, agresiones a su familia, a sus bienes, además de los daños que sufrió la infraestructura electoral. Fue algo muy fuerte. También fueron gravemente agredidas las personas que quisieron ir a votar. Tenemos que recordar los días de violencia que hubo cerca de esa elección del 30 de julio del año 17, y que por encima de todo eso, la gente salió a votar y fue como la flor que nace, se impuso la paz. Esa elección demuestra categóricamente la convicción de las venezolanas y los venezolanos de vivir en paz.

En las elecciones presidenciales de 2018, la parte de la oposición que se abstuvo, criticó que se haya hecho la convocatoria para el segundo trimestre, en lugar de para el cuarto, como es lo habitual. ¿Qué criterio técnico privó en ese caso?

-No hay nada que mandate una fecha para la realización de las elecciones. En la Constitución de establecen fechas para asumir cargos. Por ejemplo, la Asamblea Nacional debe instalarse el 5 de enero; y el 10 de enero, el presidente o la presidenta de la República. Pero la realización de elecciones no tiene fecha específica. Se había hecho antes, por ejemplo, en 2010, las elecciones de la AN fueron el 26 de septiembre. No hay una norma al respecto. En ese momento se propuso hacerlas en mayo y se hicieron cumpliendo igual con todas las pautas y requisitos del sistema de garantías, porque eso ya se ha hecho norma. Debemos recordar que esa elección venía de los diálogos entre gobierno y oposición en República Dominicana, donde habían establecido una serie de acuerdos que luego no quisieron refrendarse públicamente por una historia que no compete al CNE. Esa fecha resultado de la configuración de todos esos elementos.

-En 2020 ustedes venían como directiva vigente pues ninguno de los rectores tenía el período vencido. Sin embargo, se llegó al acuerdo político de que el TSJ designara nuevos rectores. ¿Se había adelantado la preparación de las elecciones de la AN? ¿En qué nivel está ese proceso en este momento?

-Yo creo que ya de aquí en adelante, sobre las próximas elecciones, les corresponde a las nuevas autoridades informar, hablar, plantear. Aprovechando lo que mencionas, debo decir que si bien fue una decisión del TSJ, es producto también de la disposición política de atender una necesidad existente en el país y, en ese sentido, es una decisión acertada, correcta, favorable y patriótica.

-¿Qué impresión crees que tendrán los nuevos rectores y el personal asesor que ellos incorporen acerca del sistema electoral ¿Esperas que se convenzan de que los procesos anteriores fueron correctos, desde el punto de vista técnico?

-Yo creo que el país todo tiene la convicción de que los procesos electorales tienen un blindaje de garantía que ha permitido que, más allá de las vocerías mediáticas y los posicionamientos políticos que han permitido cuestionarlo, es un sistema electoral que le pertenece al pueblo de Venezuela. A partir de allí es que van a construir y se van a configurar los venideros procesos electorales.

-Este año ocurrió el incendio del galpón de Mariches. En el momento en que ustedes lo evaluaron, ¿ponía en riesgo la realización de las elecciones?

-Eso, sin duda, es necesario decirlo, fue un ataque terrorista, es una pretensión que fue más allá de quemar unos equipos o de agredir a unas autoridades. Es una agresión a la democracia, a la voluntad de participación política de todo un país. Es absolutamente deplorable. Nosotros dijimos que fue grave, un golpe muy fuerte para el CNE, y que correspondía establecer los mecanismos para garantizar las elecciones venideras.

-¿Qué importancia tuvo en esa directiva la figura de Tibisay Lucena? ¿Cómo fue la experiencia de compartir con ella?

-Tibisay, primero es una persona conocedora a profundidad de los modelos y sistemas electorales. Es una escuela en sí misma, en su conocimiento integral del tema. Luego, creo que es una mujer venezolana y patriota. En esa convicción de garantizarle todo al pueblo venezolano, nosotros nos sumamos, fuimos parte de ese equipo, de esa gestión, con Tibisay a la cabeza, como baluarte de la garantía de un sistema electoral y del valor de la democracia para el país.

-Hemos visto en estos años unos casos en los que personas que están en la actividad político-partidista pasan a ser rectores y también casos en los que personas que se han desempeñado como rectores, pasan a la actividad político-partidista. En este último caso, lo hizo de una manera muy destacada Jorge Rodríguez, quien fue vicepresidente y presidente del CNE ha terminado siendo una figura fundamental de los gobiernos del comandante Chávez y del presidente Maduro. ¿Hay algo de eso en las perspectivas de Sandra Oblitas?

-No, yo creo que no se trata de eso. Uno tiene una militancia con la vida y uno se va encontrando con las cosas importantes, en las que siente que puede colaborar, participar, hacer, sembrar, germinar. Esas cosas las vamos buscando y las vamos encontrando. De manera anecdótica puedo decir, aunque no es exactamente lo que me estás preguntando, que estando ya en el CNE, venimos participando con un grupo de padres en la escuela donde estudia mi hija. Hemos hecho de ese espacio un núcleo de acompañamiento a la formación de nuestros hijos. Desde allí han surgido cooperativas de consumo, mecanismos de consulta, espacios para irnos formando e ir construyendo, según la visión que tenemos de cómo debe ser la vida. Esa experiencia de esa escuela para mí ha sido de las vivencias más gratificantes. Algo que te vincula con las convicciones, con la posibilidad de aportar y con estar cerca de los hijos. Es perfecto.

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)