Los intereses tras el nuevo intento de despojo imperial del territorio del Esequibo fue el tema abordado por el filósofo y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela, en la edición 122 de su programa Desde Donde Sea, transmitido de lunes a viernes a las 7 de la noche a través de las redes sociales. 

Pérez Pirela precisó que se trata de un territorio de 160.000 kilómetros cuadrados, rico en petróleo y arsénicas de petróleo, por lo cual tiene una importancia estratégica para Venezuela y su reclamo es tan legítimo como el que mantiene Argentina por la soberanía de las Islas Malvinas. 

Del lado de la República Cooperativa de Guyana, puntualizó, la zona en disputa representa dos terceras partes de su territorio. 

A su parecer, para comprender realmente el alcance e importancia de esta diatriba, hay que remontarse incluso a la época colonial. En aquél tiempo, mencionó, la región del Esequibo estuvo en control de las potencias imperiales de entonces, a saber: Gran Bretaña, España y Países Bajos (entonces, Holanda). 

En 1897, contó, Gran Bretaña y Venezuela acordaron resolver el diferendo en los tribunales internacionales y en 1899 se firmó en París un Laudo Arbitral en el que se despojaba a Venezuela de esa porción de su territorio, que fue anulado posteriormente, al comprobarse su carácter írrito y fraudulento, con la firma del Acuerdo de Ginebra en 1966, en lo sucesivo, el único instrumento jurídico válido para dirimir el diferendo territorial entre la naciente República de Guyana y Venezuela.

En el mencionado documento, el experto mencionó que se establece que la Zona en Reclamación que corresponde al territorio del Esequibo, está bajo la administración de Guyana, aunque su soberanía es reclamada por Venezuela. 

El acuerdo, previsto como transitorio, también estipulaba que debía encontrarse una solución en cuatro años, lo que no sucedió. Así las cosas, el vencimiento del lapso del acuerdo –mas no la suspensión de su contenido–, produjo que en julio de 1970, Venezuela, el Reino Unido y Guyana suscribieran el Protocolo de Puerto España, una maniobra que, desde su punto de vista, «congeló una vez más todo el proceso durante 12 años».

Posteriormente, continuó relatando, entre 1982 y 1999 se intentó llegar a acuerdos en el seno de la Organización de las Naciones Unidas, sin que se produjera ningún resultado.

El experto opinó que el diferendo territorial entre la República Bolivariana de Venezuela y la República Cooperativa de Guyana ha sido «minimizado» por las potencias imperialistas «del Norte del mundo» y «a cuya solución se le ha dado largas».

A este respecto, explicó que hablar de Guyana, es hablar de las corporaciones trasnacionales. Por ello, no se trata solamente de una diatriba política o territorial entre dos naciones, sino de una que toca intereses trasnacionales, tanto de parte de Estados-Naciones colonialistas, como el Reino Unido, como de empresas privadas que son representación de esos mismo intereses. 

De allí que resultare relevante destacar que en mayo de 2015, la empresa estadounidense Exxon-Mobile anunció el descubrimiento de un yacimiento de petróleo en una zona que entra en la zona del diferendo. 

Detrás de esta acción estuvo Rex Tillerson, quien fungió como director de esa compañía durante largos años y posteriormente fue designado como el primer secretario de Estado dentro de la administración Trump. Su propósito fue, en su criterio, diseñar e implementar una estrategia para despojar definitivamente a Venezuela del Esequibo. 

Aludiendo a las cifras publicadas por la Exxon-Mobile en su página web, Miguel Ángel Pérez Pirela indicó que en 2017, sus ganancias se incrementaron en 70% y que buena parte de esos dividendos los obtuvieron a partir de la explotación ilegal de los recursos en el Esequibo. 

Esta explotación es ilegal, explicó, porque según el Acuerdo de Ginebra está prohibida la entrega de concesiones a empresas extranjeras para explotar recursos en la Zona en Reclamación. 

Además, agregó, la ocupación ilegal de la Exxon-Mobile y la subsecuente explotación energética dentro del territorio en disputa, le ha permitido a la administración estadounidense financiar sus guerras en el mundo y de allí que resulte transparente la misión encomendada a Tillerson: «actuar en forma directa y concretar el despojo del Esequibo a Venezuela, que es la intención fundamental de Estados Unidos, Exxon-Mobile y la propia República Cooperativa de Guyana. 

Si la mirada se aleja de América Latina y se extiende hacia Europa y los Estados Unidos, es posible comprobar que desde esos países existen proyectos trasnacionales en el Esequibo. Por ello, insistió, «la diatriba del Esequibo es la diatriba del despojo imperial» y no se trata en modo alguno de una diatriba entre dos países, sino de una confrontación entre la República Bolivariana de Venezuela e intereses neocoloniales. 

En ese orden de ideas, hizo referencia al Proyecto Lisa, un corredor energético cuyo recorrido pretende enlazar la Faja del Orinoco, la Zona en Reclamación y la fachada Atlántica de la República Cooperativa de Guyana.

Los planes, lejos de estar solamente en papel, ya están andando, comentó. Así, la subsidiaria de una petrolera con capital italiano, se hizo de las concesiones asociadas al diseño y construcción de las infraestructuras del proyecto. 

Aguas adentro, el tema no deja de ser menos importante, al punto tal que, en el parecer del analista, «el Esequibo es el único punto en el que coincide el chavismo revolucionario y un sector de la oposición en Venezuela». 

Desde 2015, fecha en la cual Exxon-Mobile anunció el «descubrimiento» de yacimientos petrolíferos en el Esequibo, puntualizó, «ha defendido con más ahínco el Esequibo», mas los actores de la geopolítica internacional también han movido, entretanto, sus piezas. 

No en balde, en enero de 2018, el secretario de la ONU, António Guterres, refirió el caso a la Corte internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya y de inmediato, la Asamblea Nacional Constituyente declaró que tal acción viola lo establecido en el Acuerdo de Ginebra de 1966.

En julio de ese mismo año, continuó relatando, la entonces canciller de la República, Delcy Rodríguez, presentó un documento ante la CIJ en el que se dejaba en claro que la corte no tenía jurisdicción sobre el diferendo, al tiempo que abogaba por una solución pacífica y concertada entre las dos naciones, en concordancia con lo que estipula el Acuerdo de Ginebra. 

Todavía en 2018, pero el 22 de diciembre, el filósofo recordó que el gobierno venezolano detectó dos buques pertenecientes a la compañía Exxon-Mobile aguas venezolanas. Aparentemente, las embarcaciones habrían recibido «permiso» para navegar por allí desde Georgetown, algo absurdo, si se considera que Guyana no tiene jurisdicción en dichas aguas, en tanto el diferendo no contempla reclamaciones sobre el mar territorial ni la Zona Económica Exclusiva.

En virtud de lo anterior, rememoró, esta acción fue valorada por Delcy Rodríguez el 7 de enero de 2019 como «una provocación» y una violación a la soberanía del Estado venezolano.

Pero no solamente se pronunció el Gobierno Bolivariano, actor evidentemente interesado en el decurso de esos acontecimientos, sino que también lo hizo el llamado Grupo de Lima, que acusó a Venezuela de interceptar los buques de la Exxon-Mobile en la Zona Económica Exclusiva de Guyana para generar un conflicto internacional, algo que posteriormente fue rebatido por Rodríguez, al indicar que esas embarcaciones se retiraron de las aguas venezolanas, inmediatamente al ser detectadas. 

La postura del Grupo de Lima habría caído en el olvido, a no ser porque el fragmento de la oposición que dirige Juan Guaidó, entonces respaldó la postura de estos países y no la del Gobierno del presidente Nicolás Maduro, garante de los intereses de la República Bolivariana de Venezuela. 

Pero para entender el por qué de esta posición entreguista, hubo de transcurrir algún tiempo, específicamente, hubo que esperar al 06 de septiembre de 2019, cuando salió a la luz una conversación en la que quedó de manifiesto que Guaidó negociaba el Esequibo a través de sus «funcionarios», a cambio de apoyo internacional, recordó el también director de La Iguana.TV.

Nuevamente el tema sobre el tapete, el todavía parlamentario se manifestó a favor del reclamo legítimo de Venezuela sobre el territorio en reclamación, pero parece haber olvidado que «hay pruebas que demuestran que en 2019 usó el Esequibo como moneda de cambio para llegar a Miraflores», remató el experto.

Un asunto de tan larga data ha sido, sin dudas, de interés para los intelectuales del país y en tal sentido, compartió con la audiencia dos posiciones separadas por varias décadas y la ideología, pero coincidentes en lo esencial: el Esequibo es de Venezuela y nada justifica que se renuncie a los derechos sobre ese territorio que nos pertenece. 

La primera de ellas corresponde al poeta, político, dramaturgo y ensayista cumanés, Andrés Eloy Blanco (1897-1955), quien en 1941 escribía: «el pueblo venezolano debe saber por fin dónde empieza la patria y dónde termina. No es posible que todo el pueblo de Venezuela ignore todavía a estas horas, qué forma tiene su madre geográfica».

La segunda le pertenece al escritor e intelectual contemporáneo, Luis Britto García. Al respecto, ha señalado: «No permitiremos que terceras partes manipulen nuestro sentimiento nacional para crear conflictos con países hermanos. No les daremos su guerra para que se lucren y saqueen nuestros recursos. Venezuela es un instrumento de paz y es la ventana por donde está regresando la historia universal con una visión que revela lo que está más allá de lo evidente, de la ‘ficción de las apariencias'».

Ante esto y volviendo sobre la posición antinacional de Juan Guaidó y sus colaboradores, formuló la pregunta: «¿Hasta cuándo van a haber divisiones dentro de la política venezolana, ese fragmento de la oposición entreguista, que todavía pretende utilizar el Esequibo, es decir, la soberanía, para que les entreguen la presidencia?».

Para Pérez Pirela, decir que «el sol nace por el Esequibo» no es una consigna hueca ni una frase hecha, en tanto éste hace parte importante e insoslayable de la geografía de la República Bolivariana de Venezuela y es un territorio geoestratégico en términos energéticos, espaciales y fronterizos, pero también, en términos simbólicos. Por ello, en su parecer, desprendernos de una parte del territorio significa desprendernos de nuestra soberanía, de lo que es nuestro derecho, aunque eso contravenga los intereses estadounidenses, europeos y trasnacionales. 

El tema, si bien fue siempre delicado, hoy lo es más que nunca, porque, subrayó el analista, en este momento, un puñado de politiqueros encabezados por Guaidó está ejecutando acciones de bloqueo de cuentas del Estado venezolano en bancos de Estados Unidos y Europa, ha facilitado que particulares se hagan del control de dos de los principales activos de la República en el extranjero, las empresas Citgo y Monómeros y, más recientemente, en contubernio con el Gobierno de Boris Johnson, se apropió del oro venezolano que reposaba en las bóvedas del Banco de Inglaterra. 

De esta manera, sus pretensiones con el Esequibo no serían, en su juicio, distintas, pues se trata, en última instancia de despojar a Venezuela de su soberanía y ponerla bajo la tutela de potencias extranjeras, a cambio de encabezar un gobierno dirigido desde la Casa Blanca y Bruselas. 

Por ello, con la venia de este grupo del cual Juan Guaidó es la cara más visible, «están tratando de dar la estocada final al despojo de nuestro territorio», finalizó.  

Libro del día

Péres Pirela recomendó la lectura de «Hambriento», un poemario escrito por el rapero español *Nach*.

(LaIguana.TV)