Durante su participación en Desde Donde Sea, el filósofo portorriqueño experto en temas decoloniales, Ramón Grosfoguel, explicó a la audiencia una de las características menos conocidas del colonialismo europeo iniciado a fines del siglo XV: el extractivismo epistémico, es decir, la apropiación de saberes de otras culturas para presentarlos luego como propios. 
 
En su parecer, este proceso de tránsito entre el «yo conquisto, luego existo» y el «‘yo pienso, luego existo’ idolátrico» –tesis del filósofo decolonial y de la liberación, Enrique Dussel–, fue posible gracias a «cuatro genocidios-epistemicidios» cometidos durante el «largo siglo XVI», que inició en 1450 con la conquista de Al-Ándalus y culminó en 1650. 
 
El también catedrático de la Universidad de Berkley (EEUU) precisa que si bien a lo largo de la historia «ha habido muchos ‘yo conquisto’ que no han devenido en un «‘yo pienso’ idolátrico, es decir, que no se han pensado luego como Dios en la Tierra», mas en este caso esos dos genocidios-epistemicidios –entendiéndolos como «la matanza de seres humanos» y «la destrucción de sus estructuras de conocimiento», en paralelo– «son constitutivos a ese ‘yo pienso’ idolátrico cartesiano». 
 
Para Grosfoguel, el punto de partida se ubica en «la conquista de Al-Ándalus contra musulmanes y judíos», que precedió a la conquista de los territorios americanos y cuyo estudio estima «muy importante» «porque ahí están los métodos que ensayaron para conquistar al resto del mundo hasta el día de hoy». 
 
En ese caso, el epistemicidio se concretó con la quema de bibliotecas, que, para su tiempo, eran las más nutridas, pues mientras la Biblioteca de Córdoba disponía de más de medio millón de volúmenes y la de Granada unos 250.000, en la «Europa cristiana», la más dotada contenía apenas unos mil libros, destacó el académico. 
 
Pero más que mera acumulación, su importancia radica en que «los filósofos griegos llegan a Europa vía Al-Ándalus, vía las traducciones que se hicieron del griego al árabe y luego del árabe al latín, y eso fue vía Al-Ándalus, es decir, vía esa civilización musulmana en el sur de Europa», un hecho que la historia oficial ha procurado ocultar desde entonces. 
 
Por ello, sostiene que «realmente todo lo que se ha llamado Ciencia en la etapa de la Modernidad Temprana, no son otra cosa que apropiaciones que hicieron los hombres occidentales de los conocimientos de otras civilizaciones: china, musulmana e incluso de las Américas, de los indígenas de las Américas. Se apropiaron de conocimientos y luego los reciclaron como que si fueran de ellos». De esta manera, «Europa se funda no solamente robando recursos de los pueblos del Sur, no solamente superexplotando y robándose las ganancias, sino también, robándose los conocimientos». 
 
Así, la «Europa oscurantista, bastante marginada del mundo y muy empobrecida de esa época, cometió en unos doscientos años, cuatro grandes genocidios-epistemicidios mientras se procuraba nuevos territorios: a saber: el de Ál-Ándalus, el de las civilizaciones indígenas americanas –en las que emplearon los métodos ya probados en Al-Ándalus como la quema de las bibliotecas de códices y quipos, donde culturas como la Azteca y la Inca vaciaban su saber–; la conquista de África, donde secuestraron masivamente a millones de seres humanos para esclavizarles en América y además de asesinarles durante el secuestro, el traslado y la esclavización, una vez en el territorio americano, les prohibían practicar sus saberes. 
 
Cierra la lista «la quema masiva de mujeres en Europa», unas mujeres que «eran sabias de sus comunidades, que tenían un conocimiento y poder que iba a contracorriente de esa nueva clase aristocrática capitalista que se ha expandido en el mundo y que las ven, como parte del patriarcado de la cristiandad, como una amenaza», detalló Grosfoguel. 
 
«Esto es lo que yo llamo los cuatro genocidios-epistemicidios que son fundantes al proyecto de la Modernidad Occidental, imperialista, colonial, capitalista y patriarcal, porque de ahí se va a hacer todo un proyecto civilizatorio, que se va a expandir, con la expansión colonial europea, al resto del mundo», añadió el experto.
 
De este modo, al tiempo que se destruían civilizaciones, se imponía la propia. Por ello, argumentó, «la mediación entre el ‘yo conquisto, luego existo’ y el ‘yo pienso, luego existo’, lo que hace que ese ‘yo conquisto’ se haga un ‘yo’ idolátrico, es el ‘yo extermino, luego existo’. Ese ‘yo extermino, luego existo’, son los cuatro genocidios-epistemicidios de los que he hablado aquí, es el que hace que se constituya ese ‘yo pienso’ idolátrico como Dios en la Tierra, que inferioriza al resto del planeta». 
 
De lo anterior se deduce que, a mediados del siglo XVII, cuando René Descartes estableció su tesis: «yo pienso, luego existo», el sentido común de la época, cimentado en el «yo conquisto» y el «yo extermino», no podía pensar ese «yo» como un musulmán, un judío, un africano, un indígena americano –o de cualquier otro sitio– o una mujer europea. 
 
«Entonces, ¿quién quedó allí como ese ‘yo’ que tiene la capacidad de pensar desde el ojo-de-Dios? ¿Quién queda?  (…) El hombre blanco, masculino, patriarcal, capitalista, imperialista, colonial europeo. Ese es el que quedó allí, con la autoridad del conocimiento», concluyó el filósofo. 
 
(LaIguana.TV)