Cierres de campaña con actos masivos a pesar de la pandemia, temor a episodios de violencia, el liderazgo en las encuestas del candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), Luis Arce, pero todavía insuficiente para garantizar una victoria en primera vuelta y la llegada de observadores internacionales marcan la recta final de unas elecciones en las que Bolivia intentará recuperar la democracia que perdió el año pasado, después del golpe de Estado contra Evo Morales.

El próximo domingo, 7,3 millones de bolivianos estarán habilitados para elegir a uno de los seis candidatos que mantienen vigente su postulación, a diferencia de la presidenta de facto Jeanine Áñez y el expresidente Jorge ‘Tuto’ Quiroga, quienes ya renunciaron debido a la escasa intención de voto que les anticipaban las encuestas.

Las presiones para que otros candidatos abandonen la carrera continúa en estos últimos días, con la intención de que ese voto se vaya a favor del expresidente Carlos Mesa, candidato de Comunidad Ciudadana, a quien los sondeos ubican en un segundo lugar frente a Arce, el exministro de Economía de Morales.

Bajo la premisa ‘todos contra el MAS’, las miradas ahora están puestas en el líder ultraderechista Luis Fernando Camacho, quien avanza en tercer lugar con simpatías electorales del 10,7 al 16,7 %, lo que sería suficiente para inclinar la balanza en favor de Mesa.

Pero los llamados a la unidad antimasista no han tenido efecto. A pesar de que, de los ocho candidatos que se postularon originalmente, siete son de derecha o ultraderecha y férreos opositores al partido de Morales, sus ambiciones políticas personales les impidieron llegar a un acuerdo para enfrentar de manera conjunta a Arce en las urnas.

De acuerdo con las últimas encuestas, el exministro de Economía tiene una intención de voto que va del 30 % al 42,2 %, en tanto que la de Mesa oscila del 24,5 % al 33,1 %.

Para ganar el domingo, Arce debería obtener el 50 % más uno de los votos, o el 40 %, pero con una diferencia de por lo menos 10 puntos con respecto a Mesa. Hasta ahora ningún estudio vaticina tales diferencias.

Tensión

En caso de que no se cumpla ninguna de estas premisas, Arce y Mesa se enfrentarán en una segunda vuelta prevista para el 29 de noviembre. Y ahí sí, el escenario se torna más complejo para el candidato del MAS.

Por eso, una de las apuestas del masismo para el domingo es el voto en el extranjero, que equivale a un 3,0 % y que, en estas condiciones, será fundamental para evitar un ballotaje.

Mientras llega el momento de abrir los centros de votación, la violencia permanece latente en el país: desde los discursos de Áñez para evitar a toda costa un posible triunfo del MAS, hasta peleas verbales y físicas entre militantes de diferentes partidos e incluso un ataque a la Fiscalía General de Sucre por parte de Resistencia Juvenil Cochala, un violento grupo de choque.

Naciones Unidas y la Unión Europea ya documentaron alrededor de 50 enfrentamientos o conatos de violencia durante actos partidarios, por lo que publicaron una carta junto con la Conferencia Episcopal de Bolivia para pedir por unas elecciones pacíficas.

«Nos encontramos próximos a los comicios electorales nacionales, con un contexto de avances importantes en la institucionalidad democrática; pero, a la vez, con un clima de tensión y confrontación política que no le hace bien a la sociedad boliviana», advirtieron.

Además, explicaron que el trabajo del Tribunal Supremo Electoral (TSE) es fundamental para que haya elecciones creíbles, fiables y transparentes que fortalezcan la institucionalidad y la democracia en el país.

Aunque reconocieron el esfuerzo de las autoridades electorales y de la ciudadanía, también reiteraron su preocupación por las actitudes de confrontación política y de una creciente violencia entre las distintas representaciones políticas y contra los medios de comunicación.

«Hacemos un llamado urgente a todos los actores políticos, en especial a los candidatos y a sus militantes y simpatizantes para que contribuyan al clima de paz y tolerancia que debe primar en este momento tan crucial e histórico para la vida democrática del país. Con la violencia no se logrará solucionar los grandes retos y desafíos que tiene la democracia boliviana. La capacidad de diálogo y concertación deberá ser el instrumento primordial para que, en un ambiente de unidad y respeto, se puedan resolver los temas de conflictividad y superar la polarización política», señalaron.

Observadores

En la elección de Bolivia habrá observadores internacionales de la Unión Europea, el Grupo de Puebla y la Internacional Progresista, entre otros.

El grupo más cuestionado, sin embargo, es el de la Organización de Estados Americanos (OEA), ya que está integrado por los mismos funcionarios que en 2019 denunciaron un supuesto fraude electoral que después fue desmentido por diversos estudios independientes, sin olvidar que este organismo también avaló el golpe de Estado en contra de Morales.

Desde el MAS ya denunciaron esta anomalía, al igual que personalidades internacionales como el expresidente de Colombia Ernesto Samper.

El depuesto presidente Evo Morales anticipó que el gobierno de facto pretende cometer un fraude para evitar a toda costa el triunfo de Arce, quien, a su vez, aseguró que la «guerra sucia» en su contra se intensificará conforme se acerquen las elecciones.

A pesar de las presiones, Arce aseguró en su masivo cierre de campaña en Cochabamba que el domingo ganará las elecciones sin necesidad de segunda vuelta.

«Tenemos el desafío y la responsabilidad histórica, especialmente nuestros jóvenes, de recuperar el camino del desarrollo hacia el progreso que solo el MAS puede ofrecer a todo el pueblo boliviano, iremos a votar por la liberación de Bolivia», afirmó.

Mesa, por su parte, tuvo su propio cierre multitudinario en Santa Cruz, en donde reiteró que Arce significaría el regreso de Morales al poder, lo que no debe ocurrir. «Que no se haga ilusiones, si vuelve a Bolivia será para rendir cuentas por sus actos», advirtió.

(RT)