La próspera Lombardía, la primera región de Europa azotada por la pandemia, enfrenta un fuerte aumento de contagios de coronavirus por lo que aplicará toque de queda desde el jueves 22 de octubre, al que se sumará el viernes la sureña Campania.

La medida en Lombardía, la primera de ese tipo en Italia tras el confinamiento, se prolongará durante tres semanas entre las 11:00 de la noche y las 5: 00 de la mañana de cada día.

El toque de queda fue propuesto por el presidente de la región Attilio Fontana con el apoyo de todos los alcaldes, entre ellos Giuseppe Sala, de Milán y fue autorizado por el ministerio de Salud debido a que se ha disparado el número de los contagios en la última semana.

El toque de queda en Campania en cambio deberá entrar en vigor a partir del viernes a las 23H00 local, anunció el presidente de la región, Vincenzo De Luca, quien no precisó la hora en que se levantará ni la duración.

Italia ha registrado desde el viernes más de 10.000 contagiados al día, buena parte de ellos en Lombardía.

La región, considerada el motor económico de Italia junto con Veneto y Emilia-Romagna, registró el lunes 1.687 nuevos casos de los 9.338 de toda Italia.

Desde el inicio de la pandemia hubo en Lombardia más de 128.000 contagios y 17.084 muertes (la mitad de todo el país), según cifras publicadas el lunes por el ministerio de Salud.

Del 12 al 19 de octubre, el número de pacientes internados en hospitales lombardos aumentó de un 145% y el número de pacientes en cuidados intensivos  un 126%, lo que alertó a las autoridades regionales, que pidieron además del toque de queda el cierre los fines de semana de comercios que no venden productos de primera necesidad.

Para las autoridades una de las causas del incremento de contagios son las  reuniones sociales nocturnas, las  fiestas y la movida que no se puede controlar.

Desde el sábado Lombardía había introducido medidas más duras con el cierre de todos los bares y restaurantes a partir de la medianoche y la suspensión de las actividades deportivas no profesionales, medidas que se han extendido a toda Italia.

“Hoy tenemos 113 personas internadas en cuidados intensivos (…) existe el grave riesgo de que lleguemos a 600 al final del mes (…)  eso pondría los hospitales en grandes dificultades”, explicó el alcalde Sala en Facebook.

El trauma

Traumatizados tras el primer brote, marcados por las terribles imágenes de camiones militares que transportaban decenas de ataúdes en Bérgamo, los habitantes de la región tienden a respetar las medidas.

Entonces, ¿por qué Lombardía sigue en primera línea?. “Probablemente porque es la región más activa, la más dinámica, la región donde la gente hace más cosas. Es una región con una alta densidad de población y una alta concentración de personas en las ciudades. Tanta gente facilita la transmisión”, sostiene por su parte a la AFP, Francesco Bini, jefe del departamento de neumología del hospital Garbagnate.

Aglomeraciones en el metro

Algunos apuntan contra las aglomeraciones en los trenes y el andén del metro de Milán, considerados entre los responsables del aumento de la curva de coronavirus.

“La gente ha vuelto a su ritmo normal. Ya no hay distanciamiento físico. Desde hace varias semanas quitaron las señales del suelo y en el metro o en el tranvía hay multitudes. En mi opinión, cometieron un gran error”, comentó Alessandro Sigolo, de 57 años, desde su quiosco.

Según su esposa, Rosy Varrella, “el problema es que las escuelas y las oficinas abren todas a la misma hora. Las clases deben ser por la tarde y hay que permitir que la gente llegue a horarios diferentes a la oficina”, sostiene.

Según algunos estudios, la contaminación del aire también influye. Para la Sociedad Italiana de Medicina Ambiental (SIMA), las regiones menos contaminadas por  las partículas PM10 registran una media de 0,03 infecciones cada 1.000 habitantes, mientras que en aquellas más contaminadas el nivel es de 0,26.

“Algunos estudios han hablado de un posible impacto de la contaminación (…) pero las pruebas no han sido aportadas”, explicó el profesor Bini.

Algunos médicos generalistas temen más esta segunda oleada. “No sé si voy a aguantar”, confesó uno de ellos, mientras su teléfono sonaba sin cesar, por una tos sospechosa o un caso de contacto con un positivo.

(AFP)