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Hay pocos políticos que se atrevan a declarase a sí mismos como «socialistas» en EE.UU. y que, después de hacerlo, sobrevivan en la arena. Uno de ellos es el senador Bernard Sanders, quien hoy se ha convertido en el primer rival de Hillary Clinton a las primarias del Partido Demócrata.

 

Sanders, de 73 años, es el senador que más tiempo ha ocupado un escaño en la Cámara alta estadounidense como independiente, y aunque suele alinearse con las causas demócratas, nunca se ha presentado a unas elecciones como parte del partido por sentirse más a la izquierda de su ideología.

 

Firme defensor de las políticas sociales, este legislador hijo de judíos inmigrantes huidos por el Holocausto se interesó desde muy pronto por la política y el activismo, formando parte incluso de la histórica «Marcha por Washington» de 1963, encabezada por Martin Luther King, cuando tan solo tenía 22 años.

 

Aunque con raíces judías, no se define afín a ninguna religión, algo también excepcional en la política estadounidense, aunque ha manifestado públicamente su simpatía por el papa Francisco, con quien dice compartir su visión del mundo en materia de justicia social y al que describe como «increíblemente inteligente y valiente».

 

Como él mismo ha explicado en diversas ocasiones, su sensibilidad por defender a las clases más débiles tiene sus raíces en su propia familia, quien al llegar a Brooklyn (Nueva York), donde él nació, tuvo que trabajar duro para salir adelante como inmigrantes de clase obrera.

 

De hecho, a él tampoco se le cayeron los anillos tras trasladarse a Vermont en los años 60, donde llegó a trabajar como carpintero, además de cineasta, escritor e investigador, hasta que llegó a ser alcalde independiente en 1981 de la localidad de Burlington, tras muchos intentos fallidos militando en un partido pacifista.

 

Ferviente crítico de los excesos y los privilegios de Wall Street, Sanders votó en contra de su rescate por parte del Gobierno en 2008 tras el desplome de la economía, y se ha erigido como uno de los grandes defensores del incremento impositivo a los más ricos.

 

«Algo está mal con nuestro sistema cuando los ladrones de Wall Street, a través de su imprudencia y su comportamiento criminal, pueden provocar una recesión que ha causado tanto sufrimiento a la gente», dijo al respecto, al considerar que no debía caer sobre el pueblo estadounidense la responsabilidad de rescatar a las grandes empresas de la Bolsa de Nueva York.

 

Su aproximación a la política tiene mucho que ver con los valores de algunos países europeos, sobre todo en lo referente al concepto de sanidad como derecho y al acceso gratuito a la educación superior, asuntos sobre los que considera que Estados Unidos tiene que cambiar de dirección.

 

El único punto dudoso en su expediente en ese «socialismo» autoadjudicado es su postura sobre el control de armas en el país, ya que en alguna ocasión se ha opuesto a proyectos de ley para su endurecimiento.

 

No obstante, después de las reiteradas negativas de la senadora demócrata Elizabeth Warren para presentarse como candidata, el ala más progresista del partido puede encontrar en Sanders una propuesta que apoyar, que además obligará necesariamente a abrir un debate.

 

De este modo, la ex secretaria de Estado Hillary Clinton al menos tendrá enfrente a un rival, que aunque seguramente no haga peligrar su victoria en las primarias, sí puede forzarle a revisar sus posturas en aspectos clave para los votantes, y sobre los que muchos la consideran demasiado moderada.

 

(EFE)