Íngrid Gómez, la joven estudiante de 20 años de edad que terminó brutalmente agredida y abusada sexualmente por José Luis Da Silva, su exnovio, relató toda la violencia que sufrió en manos de este criminal que hoy se encuentra privado de libertad tras ser capturado en flagrancia por un grupo de Guardias Nacionales.
La joven víctima de un conglomerado de agresiones físicas, psicológicas y verbales por parte de Da Silva, ofreció una entrevista al medio Impacto Venezuela, donde relató todo lo que su expareja, a quien había dejado dos años antes, le hizo por el simple hecho de no aceptar el fin de aquella relación extinta.
Íngrid, quien aún se encuentra convaleciente en cama producto de los golpes, las fracturas en su pierna y las quemaduras en sus glúteos, daños físicos que apenas reflejan algo del sufrimiento que carga dentro de ella, le dijo al mencionado medio —tras una semana de los hechos— que toda la dantesca escena de terror que fue obligada a vivir, aún no la deja dormir en paz.
“Él es mi exnovio desde hace dos años y, eventualmente, me escribía y quería hablar conmigo”, dijo Íngrid tras explicar que había quedado “en plan de amigos” con su ahora agresor tras romper una relación de un año.
José Luis tenía todo planificado
El día de los hechos comenzó cuando Íngrid tuvo la urgencia de ir a una farmacia en Caracas y mientras conversaba con su expareja por teléfono, el agresor se ofreció a llevarla en su carro. Ella confió en quien creía su amigo y aceptó el traslado.
«Yo fui, simplemente. Cuando íbamos camino a Farmatodo, él me dijo ‘tú no te vas a ir para tu casa, tú te vas a quedar conmigo'». Con esa frase amenazante comenzó el fatídico día para Íngrid, quien aún no se imaginaba toda la brutalidad que le esperaría en manos de una persona que en algún momento dijo quererla.
Íngrid, inmediatamente, se negó: “No, yo tengo que trabajar, tengo que ir a mi casa, no pedí permiso en mi casa”, dijo la joven tratando de huir a semejante amenaza, pero José Luis estaba decidido a hacer cualquier cosa para cumplir su cometido.
En medio de la discusión, la estudiante de la Universidad Santa María le reclamó a José Luis que él no tenía derecho a realizarle tal propuesta ni a decidir por ella, pero el agresor insistió: «Tiene que ser así porque tienes que estar conmigo”, respondió obsesiva y compulsivamente el victimario.
José Luis tenía todo planeado, él iba a abusar de Íngrid si ella no le concedía sus deseos, se aprovechó de la urgencia de su exnovia de ir a una farmacia para ofrecerle un traslado que sabía que terminaría en algo más.
Así fue como en medio de la discusión, con premeditación y una clara psicopatía, José Luis instó a Íngrid a calmarse y a que tomara un poco de agua porque la notaba “muy acelerada”.
“Bueno, me la tomé. Después de un rato, no sé en qué momento, me quedé dormida. Cuando me despierto, no siento manos ni pies y comienzo a ver todo borroso”, relató la víctima, quien para ese momento ya había sido abusada sexualmente por su «amigo».
“Hice todo lo que tenía que hacer para que estuvieras conmigo”, le confesó José Luis sobre la barbaridad que acababa de cometer, la había violado.
En medio de la abominable confesión, Íngrid dice que ni siquiera era capaz de reavivar su consciencia, sin embargo, el terror del momento la ayudó a sacar fuerzas para oponer resistencia a los intentos de José Luis de seguir tocándola, lo que produjo que el agresor decidiera golpearla y asfixiarla para tratar de someterla.
«Si le contestas a tu mamá, nos matamos»
En ese momento sonó el celular de Íngrid. Era su mamá, quien seguramente preocupada por la ausencia de su hija comenzó a tratar de ubicarla. José Luis dijo: «Si le contestas a tu mamá, nos matamos”, amenazó el violador convertido en homicida mientras continuaba manejando por la nueva carretera hacia El Junquito.
Íngrid no contestó pero a pesar de estar dopada por el agua que le dio José Luis, se mantuvo alerta y vio un escape cuando ubicó una alcabala de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que se encontraba en el camino.
Dice la joven que cuando estaba cerca de la alcabala decidió pedir ayuda e incluso hacer algo más. “Cuando veo a los guardias, primero pido auxilio y, como no veo que estén muy pendientes, me lanzo».
José Luis vio la acción evasiva de Íngrid y mientras seguía manejando logró tomarla por su cabello, acelerar el vehículo a toda velocidad, mientras Íngrid, quien tenía la mayor parte de su cuerpo sobre el pavimento quedó atrapada entre la puerta del carro y el asfalto en pleno movimiento.
«Ahí es donde yo voy rodando por todo el asfalto, pierdo el conocimiento y ahí no me acuerdo de lo que pasó», dijo Íngrid envuelta en llanto.
La ira de José Luis era incontrolable. Como no podía seguir manejando, se bajó del auto, quebró una botella y fue decidido a matar a la mujer que decía amar. José Luis empezó a apuñalar a Íngrid en el cuello con el pedazo de botella que había roto. En medio de aquella terrorífica escena —afortunadamente para Íngrid— llegaron los guardias nacionales y evitaron que aquel hombre disfrazado de amigable y que gentilmente le había ofrecido la cola a su amiga, la asesinara.
Tras ser capturado en flagrancia, José Luis Da Silva fue imputado por femicidio en grado de frustración y recluido en el Centro Penitenciario de Aragua, lugar conocido popularmente como la cárcel de Tocorón. Aún el caso se encuentra en averiguaciones del Ministerio Público, instancia que deberá determinar la imputación de otros cargos, tras las declaraciones de su víctima.
“No lo creía, no pensaba que iba a poder pasar esto, me dolió mucho”, dice Íngrid en referencia al sentimiento que lleva dentro de sí.
Lo que más le duele a Íngrid es que nunca pensó ni se imaginó hasta dónde podía llegar una persona a quien creía conocer y a quien la había unido un lazo de bonitos sentimientos.
En medio de su tormento Íngrid agradece a Dios por estar viva, y sobre todo porque lo que viene en camino es que se haga justicia.
(LaIguana.TV)