El analista político Miguel Ángel Pérez Pirela opinó que la nueva «normalidad» que ha impuesto la COVID-19 ha intensificado la incertidumbre asociada a los mercados energéticos, cuyo principal antecedente se produjo justamente en 2020, cuando gracias a la aparición súbita de la pandemia y a una guerra de precios que ya tenía algún tiempo instalada, el crudo estadounidense, que habitualmente se usa como marcador estándar del mercado, se cotizó en -37 dólares por barril. 

En este orden de ideas, recordó que países productores de petróleo terminaron regalando el petróleo. «En el 2020 la guerra de precios junto con el empeoramiento de la pandemia, el bloqueo que trajo consigo, la paralización envío los precios del petróleo al precipicio e incluso hizo que el contrato del crudo dulce y ligero de Nueva York se volviera negativo, situándose -37.63 dólares, cotizando en negativo por primera vez en la historia», explicó el comunicador.   

Reiteró que en ese momento los productores pagaron a los compradores para que le quitaran el petróleo de sus manos porque no podían almacenarlo. 

Ante el escenario, el escritor planteó durante la emisión de su programa Desde Donde Sea: «Ahora en el 2021 preguntamos ¿cómo se comportará ahora la economía global y por tanto la demanda energética una vez superado el bache de la COVID-19? ¿Qué esfuerzos estarán dispuestos a hacer los estados, principalmente los estados emergentes para que la actual recesión y cocción de la crisis energética no afecte únicamente a las mayorías a los más pobres?». 

Para el director del portal Laiguana.TV el 2021 es un año especialmente sensible. «Los objetivos climáticos de la transición energética entran en coalición con un panorama geopolítico en creciente rivalidad entre las tres potencias globales: EEUU, China y Rusia, potencias mundiales que además coinciden en ser megapotencias energéticas del mundo», concluyó.    

(LaIguana.TV)