A veces resulta bastante difícil distinguir entre frutas y verduras. Aquí te contamos qué alimentos consumimos como si fueran verduras, pero según su definición son frutas.
Desde el punto de vista botánico, una fruta es la estructura que protege las semillas de una planta. Por su parte, el Código Alimentario Español define las frutas como «el fruto, la infrutescencia, la semilla o las partes carnosas de órganos florales que hayan alcanzado un grado adecuado de madurez y sean propias para el consumo humano», mientras que la parte comestible de las verduras «está constituida por sus órganos verdes (hojas, tallos o inflorescencias)»
De esta manera, si quieres saber si se trata de fruta o verdura, solo tienes que buscar dónde se encuentran las semillas de la planta —si están por dentro, es una fruta— y qué parte de la planta es comestible. Sí, ¡es así de simple!
Cabe señalar que solemos asociar la idea de fruta a la dulzura de su pulpa, pero esto no siempre es así.
Por ejemplo, el tomate —el fruto de la planta Solanum lycopersicum— no es dulce, aunque tampoco salado, sino umami: un sabor caracterizado por la presencia en el fruto de sustancias como glutamato, inosinato y guanilato. Curiosamente, en Corea del Sur y Japón, los tomates se utilizan para decorar pasteles, junto con las fresas o las cerezas.
El aguacate también es una fruta, pues contiene una semilla, conocida también como hueso. Suele utilizarse en platos salados, como las ensaladas o la popular salsa mexicana guacamole. Sin embargo, en algunos países, como Brasil, también es bastante común usarlo en postres.
Las berenjenas y los pimientos también tienen semillas, así que botánicamente son nada más y nada menos que frutas, aunque de manera cotidiana los llamamos verduras debido a su sabor poco dulce. Lo mismo se aplica a los pepinos: estas frutas pertenecen a la familia Cucurbitaceae junto a las calabazas, los melones y las sandías.
(Sputnik)