En los primeros cincuenta días de su gobierno, el gabinete del demócrata Joe Biden ha movido sus piezas respecto a la política en torno a Venezuela y a ese respecto, el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela presentó a la audiencia de Desde Donde Sea un perfil del actual secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, personaje que está «realmente detrás de la dirección del ala extremista de la oposición venezolana».

Antes de ofrecer datos relevantes sobre el personaje, compartió las declaraciones que ofreciera Juan González, Director de Asuntos Hemisféricos de la Casa Blanca, quien aseguró que la administración del presidente Joe Biden no está enfocada en un individuo sino en la realización de un proceso electoral en Venezuela.

«Nicolás Maduro y Juan Guaidó en las encuestas y mi lectura es que los venezolanos están hartos de la situación actual y quieren una solución y que se restaure la democracia», dijo González, pero desde el punto de vista de Pérez Pirela, es absolutamente esperable que hable mal de Maduro, lo relevante en este caso es que la recién instalada administración demócrata está dejando de lado al exdiputado, basándose en su ausencia de respaldo popular.

Así, explicó, la afirmación del funcionario resulta «determinante» para entender el andamiaje de lo que se adelanta en el departamento de Estado, de la mano de su actual jefe, Antony Blinken.

Antony Blinken: el personaje y sus intereses

El personaje de interés es oriundo de la ciudad de Nueva York, habla inglés con acento francés, es judío y procede de una familia de diplomáticos e inversionistas, que ha sido tildado de sionista, dada su defensa sin fisuras a Israel, aunque también es capaz de promocionarse como un personaje preocupado por las violaciones a los derechos humanos que se cometen en países como Arabia Saudita o Egipto.

Pérez Pirela relató que sus cercanías con el Partido Demócrata se remontan a finales de la década de 1980 y llegó a ejercer cargos de importancia en la década siguiente en el Consejo Nacional de Seguridad entre 1994 y 2001 bajo la administración Clinton.

Otro ángulo del personaje que no puede dejarse de lado es su habilidad para producir textos dentro de su área de especialidad: la diplomacia. Así, refirió, Blinken ha sido articulista de importantes revistas de corte diplomático como The New York Magazine y esas habilidades le lo llevaron a ser el asistente especial del presidente Bill Clinton en temas de política exterior entre 1994 y 1998 y redactor senior dentro del equipo de redactores de discursos de política exterior, llegando a ocupar la posición de redactor jefe.

Además, fue consejero de Biden cuando este era senador por Delaware y ha estado ligado a él desde hace dos décadas. Cuando el actual presidente sirvió como vicepresidente de Barack Hussein Obama (2009-2017), fue su ayudante principal y luego fungió como asesor de seguridad nacional.

Tras la derrota de Hillary Clinton en 2016, Antony Blinken se separó momentáneamente de los cargos en Washington y se volcó a la inversión de capital. Junto a otros colegas de la administración Obama, fundó en 2017 la firma Westexec, que cuenta entre sus clientes a trasnacionales como Bank of America, Fedex, Über o Microsoft.

Según los datos recabados por el comunicador y su equipo para el programa, Blinken fue una de las principales figuras tras la respuesta estadounidense a la «inestabilidad en Oriente Medio» tras la mal llamada «Primavera Árabe», que se dio en 2011 con resultados desiguales en Egipto, Irak, Siria y Libia.

En concordancia con esos procederes, el actual secretario de Estado sostiene que la diplomacia debe «ser complementada por la disuasión y la fuerza puede ser un complemento necesario para diplomacia efectiva», con lo cual, a juicio del experto venezolano, exhibe posturas propias del belicismo.

También su nombre se asocia a otras acciones ejecutadas por Obama fuera de las fronteras estadounidenses, entre las que se cuentan insistir con la ocupación de Afganistán, el acuerdo nuclear con Irán y el acercamiento con Cuba.

Ya en ejercicio de la jefatura de la política exterior de los Estados Unidos, Blinken respondió a las demandas de La Habana, que reclamó el regreso de las relaciones al nivel que alcanzaron durante el segundo gobierno de Obama, señalando que Washington se comprometía a consultar las iniciativas gubernamentales con los cubanoamericanos residentes en el sur de Florida, una garantía, en criterio de Pérez Pirela, de que no se dará vuelta atrás a los retrocesos impuestos durante la era Trump.

Con respecto a Siria, Blinken ha lamentado que los Estados Unidos no se hayan involucrado más en el conflicto, porque, aunque perdió militarmente la guerra con la que pretendió derrocar al presidente Bashar Al-Assad a través de paramilitares yihadistas, hizo de la guerra misma un gran negocio.

Sobre Europa, el funcionario es partidario de la perpetuación de la Unión Europea y por eso fue crítico con el Brexit, el acuerdo que regula la salida del Reino Unido del bloque comunitario.

En cuanto al ascenso de China como potencia mundial, plantea que Estados Unidos necesita mantener una posición de fuerza sin ceder terreno, pero desde el punto de vista del también director de LaIguana.TV, esto es imposible, puesto que el país asiático lidera las exportaciones a nivel mundial y es justamente la nación norteamericana su principal compradora, a lo que debe añadirse que Beijing es propietaria de buena parte de la cuantiosa deuda externa estadounidense, por lo que un escenario de negociación es lo único que parece viable.

A ese respecto, informó que China confirmó este jueves que representantes diplomáticos de los dos países sostendrán una reunión de alto nivel, la primera durante la era Biden, los días 18 y 19 de marzo en Alaska.

Para cerrar el perfil, analistas estadounidenses precisan que Blinken «es un realista pragmático que cree en el poder estadounidense, pero que entiende sus límites».

Blinken, titiritero del extremismo opositor venezolano

Miguel Ángel Pérez Pirela sostiene que el actual secretario de Estado optó por mantener la misma línea dura contra Venezuela que adoptó su antecesor, por lo que sigue «empecinado en reconocer al exdiputado Juan Guaidó como supuesto ‘presidente interino» de Venezuela'», aunque reconoció que su país necesita una política efectiva que «restaure la democracia en Venezuela», que pasaría por una revisión de las medidas coercitivas unilaterales ya impuestas, para apuntarlas más eficazmente hacia la consecución de su objetivo: forzar la salida del presidente Nicolás Maduro.

Muy cercano a la retórica trumpista, Blinken dijo recientemente que los Estados Unidos evalúa si Venezuela cumple con los requisitos para ser incluida en la lista de países patrocinadores del terrorismo.

Desde la perspectiva del experto criollo, de concretarse esta cuestionable inclusión, Washington solamente conseguirá que el presidente Nicolás Maduro continúe al frente del gobierno en Venezuela.

De otra parte, también estimó relevante puntualizar que parece haber contradicciones en el gabinete de Biden, pues por un lado está este discurso de línea dura, muy próximo a las lógicas diplomáticas de Trump y del otro, las declaraciones de Juan González, encargado de la política exterior estadounidense hacia América Latina, que elegantemente prescinde de Guaidó en el escenario político venezolano y desliza la posibilidad de otras elecciones.

Para aproximarse al peso que estaría teniendo Blinken sobre la política adelantada por el sector extremista de la oposición en Venezuela, Pérez Pirela leyó y comentó algunos pasajes del artículo intitulado «Antony Blinken, el hombre que le marca el ritmo a la oposición venezolana (aunque sus dirigentes no lo nombren)», publicado por Ociel Alí López en RT.

López destaca que «el discurso que ofreció la semana pasada el nuevo secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, y en el que sentó la posición del gobierno del presidente Joe Biden de dejar en el pasado las intervenciones militares típicas de la historia de ese país, ha caído como un balde de agua fría en la oposición radical venezolana y puede catalizar el regreso de variadas tendencias del antihavismo a la arena electoral».

El analista continúa su relato, afirmando que «por lo pronto, muy pocos líderes opositores se han pronunciado en torno a ese discurso inaugural. Pareciera que han preferido más bien ignorarlo, lo que contrasta con el entusiasmo que les generaban los discursos de Trump y sus funcionarios cuando hacían amenazas directas y dejaban abierta la posibilidad de una invasión a Venezuela.

Quién no lo ignoró fue el canal opositor y abiertamente intervencionista EVTV. Su editorialista, Carlos Acosta, afirmó: «luego de la rueda de prensa [de Blinken] (…) queda absolutamente diáfano que no habrá invasión militar en Venezuela. No hubo, no hay y parece que no habrá intención de que eso ocurra. (…) ¿Qué nos queda?».

Por su parte, «Blinken ha dicho: hemos probado estas tácticas en el pasado [las intervenciones militares] y por muy bienintencionadas que sean, no han funcionado». En este escenario, la oposición está obligada, para seguir en la pelea por el poder político, a volver a la senda electoral, una vez que han fracasado los golpes, las insurrecciones y los llamados a una invasión militar».

Así, para Ociel López, aunque este discurso ha sido ignorado por la mayor parte de la dirigencia del ala extremista de la oposición, que usualmente recibía con beneplácito y entusiasmo las amenazas de invasión que hacían Trump y sus funcionarios, un escenario así les obligaría a volver al redil electoral.

De su lado, Pérez Pirela aseguró que no cabe duda que personajes conspicuos de la extrema derecha en Venezuela, como Leopoldo López, Julio Borges o Juan Guaidó, no solamente han pedido la invasión, sino que la han intentado en dos ocasiones y otros más –María Corina Machado o Antonio Ledezma, por ejemplo– no dejan de solicitarla.

Por otra parte, López refiere que «en una carta abierta, decenas de opositores de amplia trayectoria —entre los que se encuentran políticos, académicos, sindicalistas y empresarios— han interpelado a Juan Guaidó para que realice un giro en su política abstencionista, y acceda a liderar el retorno a los escenarios electorales».

En esta misma línea se pronunció Jesús «Chúo» Torrealba, excoordinador de la extinta Mesa de la Unidad Democrática, quien demandó a Guaidó un giro en su política abstencionista y señaló que era el momento de «acabar con la intoxicación de la salida a la fuerza».

En este punto, el comunicador venezolano agregó que la piedra de tranca de la oposición en Venezuela no es nadie del chavismo ni del gobierno, sino Juan Guaidó, porque no deja avanzar nada que no sea monopolizado por López, su mentor, con lo que deja de lado toda posibilidad de un recambio en los liderazgos de la oposición, al tiempo que, aún sin pretenderlo, se transforma en el «más grande aliado» del presidente Nicolás Maduro.

También, señaló, no puede ignorarse que Guaidó y otros sectores de la atomizada oposición venezolana, no quieren acudir a las urnas porque carecen de respaldo popular y por esa razón, siempre esgrimen excusas relacionadas con la credibilidad y la transparencia del Poder Electoral, en procura de una justificación a su ya prolongado abstencionismo.

Si bien Ociel López sostiene que «el propio líder de la corriente radical, Leopoldo López, exiliado en España, ha suavizado su postura rupturista, dejando de lado el famoso mantra ‘cese a la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres’, que acompañó la rebelión encabezada por su alumno Guaidó. Ahora, desde Madrid, parece estar aceptando la posibilidad de unas elecciones presidenciales y legislativas, ya sin poner como condición sine qua non que el presidente Maduro deje su cargo», Pérez Pirela difiere de esta apreciación.

En su opinión, debe recordarse que las elecciones presidenciales no están previstas en Venezuela y para poder elegir nuevo presidente antes de 2024, debería activarse un referéndum revocatorio y la oposición ser capaz de ganarlo.

De cara los comicios regionales y municipales, cuya realización conjunta será posible gracias a una modificación en la legislación, la Asamblea Nacional divulgó los nombres de los candidatos de entre los que se escogerá a los nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral. De este modo, aseguró que quienes persistan en el abstencionismo, se condenarán a la desaparición del escenario político local y garantizarán que sus organizaciones sigan perdiendo espacios de poder.

Continuando con la lectura del artículo de López, aludió a la presunta voluntad de Guaidó para sentarse a negociar con el gobierno venezolano para participar en unas elecciones, manifestada tres días después del discurso de Blinken.

A su parecer, se trata de una táctica repetida, pues ni él ni el grupo que le acompaña va a participar en ninguna elección, pues en lugar de dedicarse a hacer política con el pueblo y buscar los cargos en las urnas, su apuesta siempre ha sido que una fuerza extranjera expulse por la fuerza al gobierno chavista y se los entregue en las manos, aunque para ello sea necesario regalar los activos del país o incluso, pedazos de territorio, como el Esequibo.

Adicionalmente, tampoco es un dato menor la pérdida de relevancia de Juan Guaidó desde que se autoproclamó presidente en 2019, porque aunque entonces Estados Unidos y otros países le respaldaron de inmediato, en la actualidad no representa ni siquiera a su partido ni a la Asamblea Nacional, pues su legislatura feneció el pasado 5 de enero.

Ociel López aventura, asimismo, que este año tendrán lugar las elecciones a las 22 gobernaciones y a las 335 alcaldías, a las que querrán concurrir liderazgos de la oposición que durante años han visto «los toros desde la barrera» y verían ahora el momento de sortear la traba que representa Guaidó para aspirar a la reelección, como es el caso de los cuatro gobernadores opositores.

En relación con el viraje de la política de Washington hacia Venezuela tras la salida de Trump de la Casa Blanca, López refiere que «una vez desalojado el trumpismo (y especialmente el ‘halconato’ que atendía los asuntos internacionales desde el Departamento de Estado), la situación política hoy parece ser otra. El lugar de uno de los más agresivos agentes, Elliott Abrams, como representante de la Casa Blanca sobre asuntos en Venezuela, luce vacante, y el jefe del Comando Sur, Craig Faller, que amenazó militarmente a Venezuela, ha sido removido. Ni hablar de cómo ha variado la preocupación sobre Venezuela en quien ejerce la vicepresidencia».

A partir de estos movimientos, Miguel Ángel Pérez Pirela deduce que se está preparando una negociación entre el gobierno de Biden y el de Maduro, aunque en la lógica estadounidense debe partirse de una línea dura que suponga su ingreso a la escena con una posición de fuerza.

No obstante, Estados Unidos, al apostar todas sus fichas a Guaidó y haber fracasado en todas las tácticas implementadas para derrocar al presidente venezolano, está en la posición opuesta.

El desafío más importante de ese liderazgo sería, por tanto, convencer a sus seguidores de retornar a la ruta electoral, luego de que, como precisa López, han declarado el abstencionismo y acusando de ‘colaboracionistas’ y ‘entreguistas’ a quienes han decidido participar», si bien «las bases opositoras pudieran desconocer su hipotético llamado y asestarle una contundente derrota a su liderazgo, sobre todo si los discursos extremistas siguen emanando de las redes sociales y los opositores radicados en el exterior continúan su política trumpista y radical».

Así, concluyó Pérez Pirela, parece bastante claro que la única solución que le queda a esa oposición, es ir a elecciones «y jugárselas con el voto y con el pueblo», al que le temen mucho, porque producto de sus decisiones, han perdido el respaldo de la mayoría y han castrado a todos sus liderazgos locales y regionales, al apostar a una política de tuits escritos por personajes que ni siquiera residen en el país o que están abiertamente de espaldas a los intereses nacionales.

(LaIguana.TV)