El bloque fundado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay cumple 30 años en pleno debate sobre habilitar o no una reclamada «flexibilización». En diálogo con Sputnik, el economista argentino Marcelo Elizondo explicó cómo llegó el Mercosur a ser el acuerdo «más cerrado del mundo» y por qué tres de cuatro países quieren abrirse. 

A treinta años de su nacimiento, el Mercosur espera que se formalice la incorporación de Bolivia como sexto miembro pleno (el quinto, Venezuela, sigue suspendido desde 2017), al tiempo que mantiene abiertas negociaciones por acuerdos comerciales con mercados importantes como Canadá, la India, Corea del Sur, Líbano o la Unión Europea. Y si bien en los papeles eso podría significar que el acuerdo de integración sudamericano goza de buena salud, analistas como el argentino Marcelo Elizondo consideran que el adjetivo «adormecido» cabe para describir su actualidad. 

En diálogo con Sputnik, el economista y especialista en negocios internacionales Marcelo Elizondo consideró que la «confianza en el libre comercio internacional» que cimentó las bases del Mercosur en la década de 1990 no se ha perdido sino que, incluso, «se ha incrementado» en la mayoría de los miembros del bloque y otros vecinos sudamericanos. 

Sin embargo, aspectos como las asimetrías entre sus miembros, la naturaleza «cerrada» del bloque y la postura disonante de Argentina mantienen al Mercosur entre dudas en su trigésimo aniversario. 

El acuerdo comercial más cerrado del mundo 

Para Elizondo, que el Mercosur es el bloque comercial «más cerrado del mundo» es un dato objetivo corroborado por las cifras comerciales. 

«De los 20 acuerdos de integración que hay en el mundo, el Mercosur es el que menos participación del comercio internacional en relación al Producto Bruto Regional tiene: 14,5%. Eso quiere decir que el total de las exportaciones del Mercosur —intrazona y con terceros— representan el 14,5% del PBI agregado», señaló el especialista. 

El carácter cerrado del bloque queda en evidencia al comparar ese dato con los porcentajes de otros acuerdos comerciales. Elizondo señaló que «en promedio, las zonas de integración del mundo tienen una participación del 33% y hasta más del 50% en algunos casos 

Según Elizondo, el Mercosur se convirtió en un bloque cerrado porque, luego de procesos «aperturistas» de la década del noventa, Argentina y Brasil atravesaron en las primeras décadas del siglo XXI procesos «más proteccionistas», enfocados en alentar el consumo doméstico, limitar las importaciones y dar protección «a sectores poco competitivos». 

Más allá de los gobiernos de turno, los propios sectores industriales de Argentina y de Brasil respaldaron las políticas proteccionistas seguidas por los poderes ejecutivos, agregó. 

Brasil reclama apertura 

Elizondo consideró que existe un «cambio muy interesante» en la postura actual de los empresarios industriales brasileños que «por muchos años han sido proteccionistas y ahora reclaman apertura y más participación en flujos de cadenas globales de valor». 

La clave de este cambio radica en que Brasil «se ha convertido en un país de multinacionales brasileñas» que le permite tener 33 de las cien mayores multinacionales latinoamericanas. Esas propias multinacionales —así como las multinacionales extranjeras que invierten en Brasil— son las que «exigen mayor apertura comercial» a su Gobierno y lo presionan para sumarse, como no lo había hecho en el pasado, al reclamo aperturista de Paraguay y Uruguay, cuyo tamaño los lleva históricamente a ser más «internacionalistas». 

El cambio de postura de los industriales brasileños ha sido acompañado, primero por Michel Temer (2016-2018) y actualmente por el presidente Jair Bolsonaro y su ministro de Economía, Paulo Guedes, apuntó Elizondo. 

Argentina: ¿la piedra en el zapato para la apertura? 

Con Brasil alineado con Uruguay y Paraguay en un reclamo de mayor apertura del bloque comercial, Argentina queda posicionada como el único miembro original del Mercosur que sigue reticente a la expansión. La postura argentina quedó de manifiesto en abril de 2020, cuando el Gobierno de Alberto Fernández comunicó a los demás miembros del bloque que no continuaría participando de las conversaciones del Mercosur con la Unión Europea y las negociaciones con Canadá, Corea del Sur, Singapur y Líbano. Buenos Aires revirtió esa decisión días después pero mantuvo su intención de habilitar negociaciones a «velocidades diferentes». 

Para Elizondo, una de las claves para comprender la posición de Buenos Aires tiene que ver con la existencia en Argentina de una «tradición cultural de aversión al comercio internacional» que lleva implícita, según él, la creencia de que «la apertura comercial es dañosa» para los intereses nacionales argentinos. 

«Hay una sensación de que la apertura afecta al empleo, algo que en América Latina es falso: los países con menores tasas de desempleo son los más abiertos y los que tienen mayor desempleo, como Argentina y Brasil, son los más cerrados», sostuvo el economista. 

Según Elizondo, la cultura del proteccionismo se ancló entre los argentinos en la década de 1950, cuando el país «tuvo un sistema económico nacionalista cerrado y vivió muy bien». El problema es que Argentina «sigue viendo con nostalgia esa época y quiere volver a eso, sin ver que el contexto cambió y ya no se puede repetir». 

Otra explicación es que, debido a las propias políticas macroeconómicas argentinas, las empresas se vuelven dependientes de ese proteccionismo y evitan competir internacionalmente. «Las empresas que existen dicen ‘yo no puedo competir con esta tasa de inflación, sin financiamiento, con alta volatilidad cambiaria; mientras no corrijan eso denme protección'», ilustró. 

Para Elizondo, el propio sistema político argentino busca mantener ese proteccionismo dado que «si uno tiene una economía abierta, y tiene alta inflación, bajo financiamiento, volatilidad cambiaria y sobrerregulación de la economía, se produce un colapso». En la misma línea, apuntó que, «con una inflación promedio de 70% anual durante los últimos 60 años, la única manera de sostener eso es con una economía cerrada». 

Los reclamos al Mercosur: de la apertura a la flexibilización 

La falta de entendimiento estratégico entre los miembros del bloque hizo que en los últimos años especialmente Uruguay, y ahora con más énfasis Brasil, hayan reiterado su deseo de generar más acuerdos de libre comercio con mercados fuera del bloque. 

Pero no es el único reclamo: Elizondo mencionó también que la fijación de su arancel externo común es otro de los problemas señalados por los que buscan más comercio exterior del bloque. «El Mercosur tiene un arancel externo común alto, entre 11% y 12%, cuando el promedio del mundo es de 5%», apuntó el experto. 

Según Elizondo, este arancel «hace muy caro el acceso a tecnología, inversión externa, insumos y maquinaria» para los países miembros. 

El problema del alto arancel externo está relacionado con las importantes asimetrías entre los grandes del bloque como Brasil y Argentina y los pequeños como Paraguay y Uruguay. 

«Hay un arancel externo común pero tiene un montón de excepciones aprobadas por sugerencia de los dos grandes y los dos más pequeños tuvieron que soportar la presión política. Eso ha afectado y ha llevado a este estado de situación de hoy, con un Mercosur adormecido, anestesiado y detenido en el tiempo», subrayó. 

Sin lograr un acuerdo hacia una apertura o lograr reducir el arancel externo común, los pequeños del bloque pusieron sobre la mesa en los últimos años un nuevo reclamo: «Si no nos ponemos de acuerdo en la apertura, al menos flexibilicemos y permitamos a cada miembro celebrar acuerdos de libre comercio individualmente y no como parte del bloque», comentó Elizondo. 

El pedido de flexibilización fue uno de los aspectos centrales que el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, tocó con sus pares de Brasil, Jair Bolsonaro, Argentina, Alberto Fernández, y Paraguay, Mario Abdo Benítez, en encuentros solicitados por el mandatario oriental y concretados en los primeros meses de 2021. 

La preocupación uruguaya por permitir acuerdos de este tipo se remonta a 2016, cuando el entonces presidente uruguayo Tabaré Vázquez regresó de una visita a China con la propuesta del país asiático de firmar un Tratado de Libre Comercio bilateral. Sin embargo, Uruguay no pudo avanzar debido a la falta de acuerdo por parte de los demás miembros del bloque. 

El aniversario número 30 del Mercosur parece encontrar al bloque con un alineamiento de tres países en favor de habilitar esa flexibilización. Para Elizondo, el contexto actual del bloque puede resumirse en que «hay una visión de Brasil y Uruguay de que el Mercosur se quedó a mitad de camino, mientras en Argentina hay una añoranza de un Mercosur más tradicional». 

(Sputnik)