El filósofo Miguel Ángel Pérez Pirela aseguró que el chavismo «ha tenido claro» desde hace bastante tiempo que su participación en los procesos electorales no puede estar condicionada a lo que decida la oposición y, antes bien, cuando esta se ha negado a participar, lejos de «rogarle», sin prurito alguno ha conquistado todos los espacios de poder que los votos le han permitido alcanzar.

En ese orden, en una transmisión de su programa Desde Donde Sea, recordó lo que sucedió en las últimas elecciones regionales en el estado Zulia, cuando resultó vencedor el candidato opositor Juan Pablo Guanipa.

«Guanipa debería ser el gobernador del estado Zulia, Guanipa ganó las elecciones en el estado Zulia, Guanipa es el gobernador del estado Zulia y renunció a esa gobernación. ¿Se quedó el estado Zulia durante toda esta gestión sin gobernador? No. Allí hay un gobernador», ilustró.

Su punto de vista contrasta en alguna medida con lo expresado por encuestador y analista político de tendencia opositora Luis Vicente León, quien al ser interpelado por el periodista Vladimir Villegas sobre si el ala extremista de la oposición concurriría a las elecciones de noviembre, respondió que «todavía falta mucho para saber que esa energía potencial del 80% de la población que quiere cambios se convierta en votos o en elecciones».

Según León, este segmento que «quiere cambios», también desconfía de los procesos electorales y demanda modificaciones en las condiciones en las que se producen los comicios, razón por la cual, alegó, no basta con que la oposición –la extremista– convoque a las urnas, sino que impera que garantice que el voto «valga». De no cumplir con esa demanda, el analista estimó que la gente acabaría por abstenerse.

De acuerdo con él, la desconfianza de la población en los procesos electorales se ha alimentado de dos situaciones: de un lado, el control de las instituciones por parte del gobierno, asunto que, a su parecer, impide que haya «una elección transparente» y de otro, la oposición, «que lejos de luchar para participar en el proceso electoral, empezó a decir que las elecciones son malas» y encerró a sus partidarios en un juego del «todo o nada».

(LaIguana.TV)