Luego de que Venezuela y específicamente la ciudad de Caracas enfrentara durante 4 días una situación de tensión, por la toma de la Cota 905, el Dr. en Filosofía Política Miguel Ángel Pérez Pirela hizo un análisis no solo de los hechos en sí, cada uno generador de violencia y sufrimiento a la comunidad de la zona, sino también de lo que geoestratégicamente esto significa. 

Una vez que los más de 3 mil funcionarios tomaron la Cota 905 y las zonas aledañas, el pasado 7 de julio, salieron a la luz las verdaderas dimensiones del conflicto que podría llamarse a estas alturas paramilitarismo urbano. 

Pérez Pirela presentó el testimonio de una de las personas detenidas en el operativo policial, que declaró que había sido reclutado por la banda criminal cuyos cabecillas son alias El Vampi, alias El Garvis y alias El Koki para hacer el levantamiento de las garitas y trincheras que, cual territorio de guerra, los delincuentes organizaron en la propia Cota 905, zona elevada de Caracas desde donde se puede apreciar la ciudad a 360°. Estas garitas, confesó el detenido, habían sido ideadas por personas que hacían vida con la banda y que son de nacionalidad colombiana. La vicepresidenta de la República, Delcy Rodríguez, anunció la detención de tres paramilitares durante la operación que se denominó Cacique Indio Guaicaipuro, sin embargo, se conoció de la presencia de unos veinte paramilitares colombianos en la Cota 905 que asesoraban las decisiones de los jefes de la organización criminal. 

Asimismo, mostró videos de las armas de guerra incautadas por las autoridades, entre las cuales se halló una ametralladora .50 de fabricación estadounidense para las Fuerzas Armadas gringas, con potencia para derribar a un avión o helicóptero a baja altura y penetrar un carro o fortificación sin blindaje, y varios rifles con mira telescópica de francotiradores. Municiones, lanzacohetes y fusiles de asalto era lo que sobraba en las manos de los delincuentes que azotaban la zona sur oeste de Caracas. ¿Cómo llegó armamento de ese calibre a las manos de los criminales?, es la pregunta que dejó a la audiencia de esta edición de Desde Donde Sea Pérez Pirela. 

El también director del portal informativo LaIguana.TV enlazó la presencia paramilitar colombiana con lo ocurrido la semana pasada en Haití, donde el presidente del país fue torturado y luego asesinado por un grupo de mercenarios que irrumpió en su casa en la madrugada. En este sentido, recogió la información que se hizo pública luego de confirmado el magnicidio: 26 de los 28 detenidos por el asesinato del presidente Jovenel Moise son de nacionalidad colombiana, exmilitares algunos y otros activos, empleados todos de una empresa con sede en Florida, EEUU, que usa mercenarios para llevar la guerra a los países del mundo. 

Resulta que la empresa que empleó a los asesinos de Moise es propiedad de un venezolano que es seguidor de Guaidó, y además, fue una de las opciones consideradas por el autoproclamado interino de Venezuela para ejecutar el contrato asesino que finalmente firmaría con el gringo Jordan Goudreau, desarrollado en territorio colombiano, con la protección del gobierno colombiano y perpetrado en nuestro territorio como una intentona de golpe de Estado por las costas guaireñas. 

Esta operación fallida hace más de un año, denominada Gedeón, desveló las verdaderas intenciones entreguistas del exdiputado que aún hoy se niega a tomar las vías democráticas para ofrecer lo que repite como un mantra, el bienestar a los venezolanos. 

Entre el material citado por Pérez Pirela en su programa está el artículo del periodista venezolano Clodovaldo Hernández titulado ¿Son los kokis salvadores de la patria o deplorables productos del socialismo?, en que reflexiona sobre las estructuras de estas bandas criminales, los efectos generados en la sociedad y sus aliados en la ultraderecha venezolana. Leyó, a propósito de este artículo exclusivo para LaIguana.TV un comentario referido del maestro venezolano del saxofón, Manuel Barrios, quien describió la estética de las zonas populares de Caracas, que encuentran en el capo, el narco y sus respectivas crianzas propias de las series y novelas colombianas sus míticas personificaciones criminales.  

También citó dos de los libros de su autoría, que ha desarrollado con otros investigadores venezolanos, en los que se tratan los temas que hoy parecen más que un libro, y se convirtieron en la normalidad de algunas comunidades populares en Caracas. Uno de ellos es La invasión paramilitar. Operación Daktari, que escribió con Luis Britto García, y el otro es La cuestión colombo-venezolana, que publicó con Hermanos Vadell y en el que advierte asuntos como el paraestado, el paramilitarismo, la guerrilla, el narcotráfico, la injerencia, las fronteras, soberanía, la guerra y la paz. 

 

(LaIguana.TV)