La «tormenta de otoño» se ciñe sobre la economía británica: la confianza empresarial ha caído en picado en septiembre ante la grave «crisis de suministros» que ha provocado colas interminables en las gasolineras y que amenaza con propagarse a todos los sectores, del transporte a la alimentación, pasando por la educación, la sanidad, los cuidados, la hostelería y la restauración.

La situación de falta de personal (causada principalmente por la falta de inmigrantes de la UE por el Brexit y la pandemia) es tan desesperada que el viceprimer ministro Dominic Raab ha dejado la puerta abierta al uso de reclusos como «fuerza de trabajo remunerada». El propio Raab se ha mostrado también dispuesto a considerar la posibilidad de permitir que los 70.000 solicitantes pendientes de su solicitud de asilo en el Reino Unido puedan trabajar temporalmente en el país.

Los problemas crecientes por la falta de trabajadores, por el aumento de costes, por la crisis energética, por las disrupciones en las cadenas de suministros y por el aumento de la contribuciones a la Seguridad Social han provocado la caída repentina del índice de confianza empresarial de 22 puntos a menos 1 a lo largo del accidentado mes de septiembre, según datos del Instituto de Directores (IoD).

«El clima empresarial se ha deteriorado drásticamente en las últimas semanas», alegó Kitty Ussher, economista jefa del IoD. «Después de un período de optimismo antes del verano, la gente al frente de pequeñas y medianas empresas tiene mucha menos certidumbre sobre la situación económica del país».

Pese al crecimiento de la economía de un 5,5% en el segundo trimestre del año, el pesimismo de los empresarios vuelve al nivel que estaba el pasado mes de febrero, en mitad del tercer confinamiento del Covid. El programa de ayudas a las empresas durante la pandemia -con el que el Gobierno respaldó el manteamiento de 12 millones de puestos de trabajo– ha llegado a su fin en un momento crítico y ha disparado el temor a un aumento del desempleo en un escenario de alta inflación.

La Confederación de la Industria Británica (CBI) ha advertido que «todos los sectores» se verán afectados por los nubarrones económicos y ha alertado que los empresarios han pasado de «la mentalidad de crecimiento e inversión a la de gestión de crisis». Craig Beaumont, jefe de relaciones externas de la Federación de Pequeñas Empresas, ha acuñado el término «tormenta de otoño» en declaraciones al Financial Times, con las imágenes de las colas ante las gasolineras como telón de fondo.

La crisis de las gasolineras -causada por una falta estimada de hasta 50.000 camioneros en el reparto de combustible- entró el viernes en su segunda semana con signos relativos de mejora. Las grandes multinacionales (BP, Shell y Esso) emitieron un comunicado en las últimas horas expresando su confianza en que «la situación se estabilizará en los próximos días» (aunque tal vez se tarde otra semana en volver a la normalidad).

Entre tanto, unos 150 soldados han sido adiestrados y siguen en retaguardia por si hiciera falta su intervención, a los mandos de camiones de reparto, para solventar la crisis de suministros en los próximos días. La Asocación de Vendedores de Petróleo (PRA, por sus siglas en inglés), que agrupa a las gasolineras independientes, ha advertido que el 48% de sus estaciones siguen teniendo problemas de abastecimiento de diesel o de gasolina sin plomo.

La crisis de las gasolineras ha afectado de manera desigual al país. Mientras en Escocia e Irlanda del Norte han capeado el temporal, los problemas se han agudizado sobre todo en el sur de Inglaterra y particularmente en Londres. «Contrariamente a lo que ha dicho el Primer Ministro, la situación no ha mejorado y entre el 25% y el 30% de nuestra flota no ha podido trabajar esta semana», declaró a la BBC Steve McNamarasecretario de la Asociación de Conductores de Taxi en la capital británica.

Boris Johnson ha brillado por su ausencia durante gran parte de la crisis de las gasolineras. El «premier», que la próxima semana se enfrenta a la prueba de fuego de la conferencia del Partido Conservador, intervino a mediados de semana alegando que la situación se estaba «estabilizando» y pidiendo calma a los automovilistas, aunque entendiendo al mismo tiempo su «frustración».

El líder de la oposición laborista, Keir Starmer, ha acusado su parte a Johnson de «llevar al país al caos mientras vamos de crisis en crisis». Starmer acusó esta semana al líder conservador de haber culminado el Brexit «sin un plan para hacer que el Bexit fucione».

Según estimaciones de Ipsos Moriel flujo de inmigrantes de la UE con destino al Reino Unido ha pasado del 60% del total en el 2019 al 29% en junio del 2021. En esa fechas, el número de inmigrantes que solicitaron registrarse en la Seguridad Social era de 270.000, menos de la mitad que el año anterior.

Por sectores, el más afectado por la falta de personal es el del transportes, seguido por puestos administrativos, educación, cultura, hostelería, alimentación y salud. Más del 75% de los británicos considera que el Gobierno debería permitir la contratación de imigrantes para sectores clave cono la sanidad y la atención social. Más del 60% es partidario de suavizar las restricciones del nuevo sistema meritorio por puntos a la australiana, impuesto después del Brexit, para permitir la entrada de trabajadores temporeros o para cubrir vacantes en sectores con falta de personal.

En una entrevista en el portal Conservative Home, el secretario para las Empresas Kwasi Kwarteng admitió que los problemas como la falta de suministro en las gasolineras «son parte de la transición a la nueva economía post-Brexit». Kwarteng advitió que «el modelo de bajos salarios y alta inmigración» fue derrotado en el referéndum de la UE del 2016, aunque reconoció que existen presiones por partes de diversos sectores (del transporte a la agricultura) para volver a «los viejos tiempos» con la emisión de miles de visados de trabajo.

En un intento desesperado para mitigar la crisis de suministros, el Departamento de Transportes británico ha enviado un millón de cartas a los titulares de carnés para conducir camiones, aunque la mayoría no tiene experiencia en la conducción de vehículos pesados. Entre los receptores de la carta están miles de alemanes residentes en el Reino Unido.

(elmundo.es)