El pasado 27 de noviembre contrajo matrimonio Ana Mercedes Mendoza Pulido, tercera hija del empresario venezolano Lorenzo Mendoza, un acontecimiento que, como reseña La Tabla, «ha devuelto a la alta burguesía caraqueña el gusto por la crónica social», un género periodístico que era habitual en medios impresos venezolanos como El Nacional o El Universal y que desapareció en los últimos años.

El portal especializado apunta que «la boda y su celebración» tuvieron lugar en «Caracas, capital de la misma Venezuela ‘apocalíptica’ de los medios corporativos globales», apenas una semana después de las megaelecciones regionales y municipales que fueron «‘cuestionadas’ por las hegemonías globales».

La encargada de reflotar el género, aunque sin la pomposidad de otros tiempos, fue Ángela Oraá, una periodista enfocada en el mundo de la moda y de las redes sociales, que también es valorada como «la suma sacerdotisa del periodismo corporativo», según consta en un perfil que le publicara la revista Estampas en 2018.

Para describir su trabajo sobre la boda, La Tabla apunta que «Ángela [Oraá] hizo la tarea al contar breve e íntegramente el enlace de la señorita Mendoza con el joven Jorge Rísquez Vallenilla».

En relación con el festejo, se refiere que se celebró en una casona ubicada en La Castellana, una urbanización de clase alta ubicada en las faldas del Ávila, al este de la capital y asistieron, de acuerdo con Oraá, «alrededor de 1.000 personas» –muchos de ellos venteañeros–, si bien habrían sido convocadas unas 1.600.

Otro de los aspectos que mereció atención para La Tabla es que la cronista destaca que la celebración no abundó en excesos y se agasajó a los invitados con bebidas producidas por Polar, como la champaña rosé Pomar y cerveza de sifones de la compañía. Para el desayuno, se sirvieron arepas.

En todo caso, la intención tras esta reseña de este medio, especializado en periodismo de datos abiertos y con clara vocación hacia la política, es mostrar que muy a contrapelo de lo que se dice en los grandes medios, incluso la alta burguesía local sigue teniendo los suficientes recursos como para celebrar una boda merecedora de una crónica «social».

(LaIguana.TV)