El argumento de que Rusia planea una invasión a Ucrania es una nueva versión de las armas de destrucción masiva de Irak, mediante la cual Estados Unidos y varios países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) invadieron ese país y lo hicieron añicos. 

Esta nueva utilización de datos provenientes de supuestos “informes de inteligencia” es muchas veces más peligrosa porque se plantea como el casus belli para un conflicto entre potencias nucleares. 

La investigación presentada el martes 25 de enero por el equipo del programa Desde Donde Sea, que encabeza el filósofo y comunicador Miguel Ángel Pérez Pirela, advirtió acerca de este enorme riesgo que atraviesa la humanidad actualmente. 

“Este es el asunto más importante del momento en todo el planeta. Cerramos el año pasado advirtiendo que el primer conflicto de 2022, tal vez una guerra, sería con Ucrania como cabeza de playa. Dicho y hecho. Las declaraciones y fake news fungen como trompetas de guerra y cuidado si no estamos ante el embrión de una guerra planetaria. Se juega a una guerra muy caliente donde factores de Estados Unidos y Reino Unido están armando a Ucrania, un país que no forma parte de la OTAN con la excusa de que Rusia pretende invadirlo. Hay movimientos de tropas en otras naciones de Europa, como Rumania y Bulgaria”, explicó el moderador en la introducción del tema.  

“Hay un debate muy intenso en el seno de la Unión Europea (UE), una discusión cuyo centro es España, donde incluso se han evidenciado las divisiones internas del gobierno, pues el partido Podemos dejó claro que la OTAN nunca ha servido a los intereses de la Europa, sino que la está llevando a otra guerra. Así como el entonces presidente, Nicolás Sarkozy hizo que Francia fuera el primer país en bombardear Libia, así como España respaldó la iniciativa de atacar a Irak con la excusa de las armas de destrucción masiva, ahora EE.UU. está llevando a Europa a la guerra. Las mismas fuentes que se usaron para justificar los ataques a Libia e Irak son las que ahora se usan para decir que Rusia se propone invadir Ucrania. Es el meganegocio de la guerra que destruye países para luego repartirse los contratos de la reconstrucción”, añadió.  

Presentó el Iguanazo de Iván Lira sobre este tema, una caricatura en la que se afirma que los fanáticos quieren presionar el botón nuclear. 

Palabras y nombres clave 

Rusia, Ucrania, OTAN, Estados Unidos, Dombás, Donetsk, Lugansk, Crimea, Marruecos, Bulgaria, Rumania, Estonia, Letonia, Lituania, Alemania, Nord Stream 2, mar Negro, mar Arábigo, Irán, China, Vladimir Putin, Volodymyr Zelensky, Joe Biden, Antony Blinken, Seguei Lavrov, Jen Psaki, María Zajárova, Dmitri Peskov, Pedro Sánchez, José Manuel Albares, Annalena Baerbock, Kay-Achim Schönbach, Donald Trump, Juan Guaidó, Atilio Borón, Alexéi Danilov, Jen Stolterberg, Andrés Manuel López Obrador, António Guterres. 

¿Qué han dicho los protagonistas? 

Aunque no han faltado reuniones de alto nivel, estas no han ido a ninguna parte. Las tensiones entre Rusia y los países que conforman la OTAN se aproximan peligrosamente a un punto de no retorno que tiene como foco la situación en la frontera ruso-ucraniana. El pasado viernes 21 de enero se reunieron en Ginebra el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov y el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken sin que, de nuevo, se alcanzaran acuerdos mínimos.  

Rusia puso de nuevo sobre la mesa la exigencia de respuestas concretas a sus demandas de garantías de seguridad en el este de Europa, a lo que añadió la retirada de las fuerzas de la Alianza Atlántica en Bulgaria y Rumanía desplegadas la semana pasada.  

Horas antes del encuentro, Lavrov alertó que no esperaba grandes avances, pero sí una respuesta concreta a sus exigencias, que tienen como punto de honor el compromiso jurídico de la OTAN de no incorporar a sus filas a Ucrania y Georgia. 

Blinken, por su parte, manifestó que si bien Washington aspiraba resolver las diferencias con Rusia por medio del diálogo, adelantó que no era razonable esperar cambios sustantivos a partir del encuentro bilateral y confirmó que no tiene una respuesta para las peticiones de Rusia.  

En su lugar, el diplomático estadounidense insistió en incluir en la agenda «la crisis en Ucrania», afirmó que el objetivo era prevenir supuestas agresiones rusas a su aliado y amenazó con «una respuesta unificada, rápida y dura», en caso de que estas se produjeran.   

Sin embargo, en una rueda de prensa posterior, Lavrov refirió que Estados Unidos se comprometió a responder formalmente a las solicitudes de Moscú acerca de la seguridad en Europa en el transcurso de esta semana, versión que respaldó el gobierno de Joe Biden a través de la portavoz de la casa blanca, Jen Psaki.  

De otra parte, en relación con el contenido de los documentos que el Departamento de Estado de los Estados Unidos envió a propósito de la reunión con Blinken, Lavrov los tachó como «imposibles de leer» y anunció que un equipo de expertos del gobierno ruso los estaba analizando para ofrecer una respuesta apropiada.  

Empero, destacó que bastaba «abrir cualquier página al azar» de los documentos preparatorios que envió el Departamento de Estado de cara al encuentro bilateral, para darse cuenta de que «todo cuanto está escrito ahí no resiste ningún análisis crítico» e inclusive sostuvo que se trataba principalmente de «mentiras».  

El canciller ruso también criticó la política de «zonas de influencia» desarrollada por Estados Unidos y la OTAN –a la que valoró como una herencia no resuelta del colonialismo–, pues en su decir, con ella las potencias pretenden anexionarse nuevos territorios, en su afán por competir por el control del mundo.  

En ese orden cuestionó que ese esquema de competencia que rige actualmente las relaciones ruso-estadounidenses no se centrara en conjurar los peligros y amenazas que se ciernen sobre la humanidad, sino que quedara reducida a discutir sobre Ucrania, en clara demostración de que esta nación es una zona de influencia de la OTAN.  

Al otro lado del océano, el diario estadounidense The Washington Post informó que EE.UU. pidió a Rusia que no se publicara la respuesta de la Casa Blanca a la propuesta rusa de garantías de seguridad.  

El Post hizo estas aseveraciones citando un comunicado en el que funcionarios estadunidenses pedían «a sus colegas rusos que mantengan el documento en secreto», aunque de acuerdo con una fuente anónima del Departamento de Estado, el Kremlin podría reservarse el derecho de publicarlo.    

Contexto actual: Armas occidentales llegan a ucrania de más en más 

En paralelo, mientras proliferan los encuentros de alto nivel, occidente continúa abasteciendo de armas a Ucrania. El relato que sustenta estos avances es la «inminente» invasión que ejecutaría Rusia a través de la región del Dombás, donde están las autoproclamadas –y prorrusas– repúblicas populares de Donetsk y Lugansk.  

El pasado jueves, María Zajárova, portavoz de la cancillería rusa, denunció una creciente ola de especulaciones en los medios occidentales y ucranianos para «encubrir» sus provocaciones hacia Rusia, incluyendo en el ámbito militar, cuyas consecuencias, advirtió, podrían ser «extremadamente graves».  

En concreto, la diplomática denunció que Reino Unido había enviado tropas en aviones de combate a Kiev, de cara a una operación militar en el Dombás, si bien las fuerzas armadas de Ucrania ya estarían bombardeando a la población civil de esa zona, que es predominantemente de origen ruso.  Dijo que las violaciones del alto el fuego en Dombás por parte de Ucrania ya supera las 3.000 durante 2022. 

Pero no solo Londres se aprestó a enviar soldados a Ucrania. Estados Unidos también puso su grano de arena y según informes del gobierno ruso, unos 8.500 soldados estadounidenses estarían desplegados en territorio ucraniano con el pretexto del inminente ataque ruso.  

En declaraciones ofrecidas a la prensa este 25 de enero, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, alertó que «Estados Unidos está aumentando las tensiones» y que el gobierno ruso está «observando estas acciones de Estados Unidos con gran preocupación».  

El sábado 22 de enero, la embajada de Estados Unidos en Kiev confirmó el envío de más 90 toneladas en armas letales y municiones destinadas al ejército ucraniano, pero no formuló comentarios relacionados con el envío de soldados.  

Entretanto, el Congreso estadounidense impulsa una ley de supuesta ayuda a Ucrania para evitar una invasión rusa, que daría carta blanca a Estados Unidos para intervenir ya no solo en el marco de ataques militares sino también cibernéticos.  

Además de recibir armamento antitanque por parte del Reino Unido y material bélico diverso de Estados Unidos, el gobierno de Volodymyr Zelensky podría eventualmente contar con armas de fabricación estadounidense, principalmente misiles antiaéreos, enviados desde los países bálticos –Letonia, Estonia y Lituania–, que la semana pasada recibieron autorización de la Casa Blanca para concretar los envíos.  

Por su parte, España anunció que enviará barcos de guerra al mar Negro –otro punto caliente donde desde hace meses la OTAN realiza ejercicios militares que han sido denunciados por el Kremlin como provocaciones abiertas–, así como aviones-caza a Bulgaria.   

Según reseña la agencia Sputnik, aunque la misión que -en papel es de vigilancia– estaba prevista desde hace meses, Madrid decidió acelerar los plazos en vista de la creciente tensión entre la OTAN y Rusia.  

Expertos estiman que este movimiento responde al interés del gobierno de Pedro Sánchez en granjearse el favor de Washington para terminar su prolongado conflicto con Marruecos por el llamado Sahara Occidental (República Árabe Saharaui Democrática).  

Esta especulación se sustenta en que el pasado 19 de enero, el ministro de Asunto de Exteriores de España, José Manuel Albares, se reunió en Washington con Blinken para conversar sobre ese complejo tema, que tiene más de cuatro décadas de evolución y sin solución clara a la vista.  

En la capital estadounidense, Albares destacó que en la actual crisis entre Rusia y occidente, la diplomacia debe «liderar todas las acciones», si bien apoyó todas las de tipo bélico que desarrolla la Alianza Atlántica como presunta «preparación» ante una eventual invasión rusa a Ucrania.  

Y aunque al día siguiente el Ministerio de Defensa español anunció el envío de los buques y cazas españoles, especialistas como el politólogo Manuel Monereo consideran que todas las partes están claras en que Rusia, como ha reiterado el Kremlin en numerosas ocasiones, no planea atacar militarmente a Ucrania.   

«Rusia difícilmente va a invadir Ucrania, a no ser que la OTAN intervenga de alguna forma en el Donbás», dijo Monereo a Sputnik. «No se puede desechar totalmente, pero la intención es clara de no invadir. Por lo tanto, lo que hace Pedro Sánchez son balas de fogueo, sabiendo que no va a pasar nada». 

Sin embargo, el hecho de que se trate de «balas de fogueo», que el gobierno de Sánchez puede permitirse porque no depende del gas ruso ni tiene en puertas procesos electorales, no implica en modo alguno una posición carente de consecuencias y peligros, pues la tensión existente entre las partes podría derivar en un conflicto armado de gran intensidad.  

No obstante, pese a informes que apuntan en la dirección opuesta, el analista es de la tajante opinión que la OTAN cumplirá lo ya dicho por su secretario general: ningún soldado de la Alianza será enviado a Ucrania, aún en el caso de que Rusia accionara militarmente.  

La jugada tampoco parece ser auspiciosa si se interpreta desde el punto de vista de los intereses españoles en el conflicto con Marruecos, pues Estados Unidos y Francia son aliados cercanos de la nación magrebí y resulta muy poco probable que las cosas cambien, pese al interés de Sánchez en posicionarse cercano a la OTAN.  

Análisis de las matrices diplomáticas y mediáticas

A lo largo del programa, Pérez Pirela realizó un análisis del discurso diplomático y mediático que está en juego en este gran conflicto, en el que destacan la poca solidez de que todos los integrantes de la OTAN están convencidos del argumento de la hipotética invasión rusa a Ucrania como motivo para ir a la guerra con Rusia.  

Internamente, el gobierno español también ha enfrentado discrepancias frente a estos avances guerreristas en el conflicto OTAN-Rusia, porque aunque desde el Ministerio de Exteriores se sostiene que la respuesta obedece al deseo de los ciudadanos, tales declaraciones no parecen corresponder ni siquiera con la propia realidad del Ejecutivo.  

Las fracturas se han hecho evidentes entre el PSOE y Unidas Podemos que rechaza que España participe en la guerra y dice que la OTAN no responde a los intereses de Europa, sino a los de EE.UU. Diputados españoles expresaron su oposición al envío de tropas y exigieron que comparezcan ante el Parlamento los ministros de Defensa y Relaciones Exteriores.  

Pero no solo en España hay discrepancias sobre el manejo de la crisis entre la OTAN y Rusia, que supone el envío de nuevos contingentes armados a Ucrania y a países del este de Europa.  

En Alemania, la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, instó a sus pares a no mezclar el territorio de la OTAN con Ucrania, mientras que Hungría reclamó que no quería «una nueva Guerra Fría» en el centro y el este europeo.  

Además, frente a la creciente militarización del territorio ucraniano, Berlín y París advirtieron que el conflicto no se resolvería con más armas.  

Previamente, el jefe de la Armada alemana, Kay-Achim Schönbach, se vio forzado a presentar su dimisión, porque en una conferencia dictada en el Instituto de Estudios de Defensa y Análisis «Manohar Parrikar» de India aseguró que el presidente ruso, Vladimir Putin, lo que quería era «respeto».  

En su intervención, Schönbach calificó a Rusia como «un país antiguo e importante», sostuvo que tanto Alemania como India necesitaban a la nación eslava y conminó a los asistentes a aceptar que Crimea ya no formaría parte de Ucrania.  

Esto parece ser indicio de que la narrativa impulsada desde Washington no ha logrado calar suficientemente en Bruselas, que entre dos aguas apuesta por una participación más activa en el conflicto, al tiempo que evita que el este y el centro del continente se vean inmersos en una guerra abierta.  

Ni siquiera han servido las llamadas telefónicas que hiciera Joe Biden a líderes europeos la noche del lunes 24, en un intento desesperado por presentar una posición común frente a la supuesta amenaza rusa.  

Todavía más: las respuestas de la Casa Blanca a la crisis, como la evacuación de familiares de diplomáticos en Kiev; la promoción de la expulsión de Rusia del sistema de pagos Swift y el respaldo militar a Ucrania han suscitado declaraciones contradictorias entre los países de la Unión Europea.  

Varios países de la UE se han negado a seguir el ejemplo de EE.UU. de reducir el personal en sus embajadas en Kiev y han alertado sobre las declaraciones alarmistas. Croacia, por ejemplo, ha dicho que no tienen nada que ver con el envío de armas o tropas. 

La razón tras esta incapacidad de Europa para seguir el dictamen estadounidense, podría explicarse a partir de los intereses económicos y electorales a lo interno de cada país. Un buen ejemplo es el caso de Alemania, abiertamente interesada en el gasoducto ruso Nord Stream 2, pese a las múltiples presiones estadounidenses para evitar que su aliado se embarque en esa negociación con Rusia.  

También juegan un papel en estas posiciones encontradas la multitud de noticias falsas difundidas por medios afines a al guerrerismo otanesco, que han sido calificadas en las instituciones europeas como alarmistas.  

Así, por ejemplo, el británico Sky News aseguró que Moscú pretendía instalar un gobierno títere en Kiev, citando fuentes de inteligencia, una especie desmentida oficialmente y estimada como improbable por analistas como el politólogo argentino Atilio Borón.  

En respuesta a la agencia AFP, que replicó la noticia falsa de Sky News, Borón aseguró que el presidente Vladimir Putin no tenía la intención de instalar un «presidente interino» en Ucrania, como en su día lo hiciera Donald Trump con Juan Guaidó en Venezuela, al tiempo que conminó al medio a no desinformar al público. 

En un tuit, Borón ironizó diciendo que Putin no tiene planes de designar a “Johannes Guaidoschenko” como presidente de Ucrania. 

Últimos acontecimientos: Ejercicios militares y acciones armadas 

Frente a la creciente escalada militar en distintos puntos de su extensa frontera, el gobierno ruso desplegó varios ejercicios bélicos, tanto en solitario como con sus aliados regionales.  

Además de los realizados junto a Irán y China en el golfo Pérsico la semana pasada, este lunes se iniciaron simulacros a gran escala en el mar Báltico, en los que, según reportes oficiales, una veintena de buques realizarán misiones de defensa antiaérea, antisubmarina y antiminas.  

En paralelo, el ejército ruso realiza ejercicios militares en Siberia enfocados en el disparo de blancos a gran distancia –20 kilómetros– a través de lanzacohetes, en los que mediaba la asistencia de drones para la determinación de blancos de un enemigo simulado.  

Se conoció que en la operación de entrenamiento participaron más de 500 efectivos castrenses y más de 40 unidades de equipo militar.  

Además, este martes Rusia y China realizaron el ejercicio naval Mar Marino 2022 en aguas del mar Arábigo, que implicó operaciones de búsqueda y rescate de un buque petrolero capturado por fuerzas enemigas, así como el traslado en helicóptero de un herido hacia un barco amigo.  

Mientras esto se sucedía, Rusia expresó su «preocupación» por el envío de armas de occidente a Ucrania, al tiempo que los milicianos que controlan el este del país aseguraron que Kiev se prepara para atacar abiertamente el Dombás, con el respaldo de la OTAN.  

Inclusive, el líder de la no reconocida República Popular de Lugansk denunció que el ejército ucraniano está impidiendo la labor de la Misión Internacional de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa.  

Por su lado, el ejército de Ucrania realizó el fin de semana un despliegue militar cerca de la península de Crimea, cuyo territorio sigue reclamando como propio a pesar del referéndum popular con el que se decidió su reincorporación a Rusia, a la que perteneció hasta 1954.  

Pese a la evidente escalada militar y declarativa, autoridades ucranianas han descartado de plano una inminente agresión de Moscú, aunque el propio presidente, Volodymiyr Zelensky, dijo que su país estaba listo para entrar en una confrontación armada, aunque aún no veía motivos para ello. 

De su parte, Alexéi Danilov, ministro de Defensa de Ucrania, acusó a los medios de comunicación local de divulgar «datos de ficción militar» y los exhortó a «disminuir» la tensión en sus publicaciones».   

La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, María Zajárova, salió al paso de las contradictorias declaraciones de Kiev, asegurando que «todo es lógico» puesto que «desde hace años ‘se habla de tanques rusos en Ucrania», se introdujo el término de «país agresor» y con ese pretexto, incluso se reescribieron todas las leyes. «Después piden a los medios que no siembren el pánico», remató.  

A contrapelo de la versión del gobierno de Zelensky, milicianos del Donbás sostuvieron este lunes que cerca de la línea de contacto hay unos 120.000 efectivos ucranianos prestos para recrudecer las hostilidades.  

En América Latina, la voz del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se alzó este martes en contra del injerencismo estadounidense y de otros países en el conflicto entre Rusia y Ucrania.  

«Se viven tiempos de mucha tensión, el problema internacional de Rusia, Ucrania, la intervención de Estados Unidos y otros países», dijo el mandatario en su conferencia matutina.  

Poco después y en cumplimiento con lo declarado por el secretario general de la OTAN, Jen Stolterberg, en declaraciones en las que se comprometió a «aumentar aún más» la presencia militar «en la parte oriental de la alianza», se confirmó el envío de 300 misiles antitanque Javelin de Estados Unidos a Ucrania.  

Además, en horas de la tarde, voceros de la Organización de las Naciones Unidas confirmaron que el secretario general del organismo, António Guterres, conversó con representantes de Rusia y Ucrania sobre la situación en la frontera común, si bien no han trascendido más detalles sobre el encuentro.  

Cifras: 

-2.700 millones de dólares ha aportado EE.UU. en favor del gobierno ucraniano de ultraderecha.

-300 misiles antitanque Javelin ha enviado Estados Unidos a Ucrania en los últimos días. 

-3.000 violaciones del alto el fuego en Donbás por parte de Ucrania se han registrado ya durante 2022.

-8.500 soldados estadounidenses estarían ya en suelo ucraniano.

-90 toneladas en armas letales y municiones ha destinado EE.UU. al ejército ucraniano.

-500 individuos de tropa y más de 40 unidades de equipo militar de Rusia participaron en ejercicios de tiro de misiles en el mar Báltico. 

-120.000 efectivos ucranianos estarían cerca de la línea de contacto de un eventual conflicto armado, según milicianos de Dombás.

Elementos para la discusión y conclusiones

Pérez Pirela presentó varios elementos para la discusión y la formación de conclusiones: 

Los ejercicios militares del mar Báltico son una clara demostración de fuerza. Lo dijimos al final del año pasado: este año comenzaría con vientos de guerra y hoy vemos ejercicios militares y escaramuzas por parte de superpotencias nucleares. La cosa está que arde. No es una guerra fría, sino muy caliente, con movimientos de tropas y armas en diversos lugares. No es lo mismo atacar a Irak, un país al que primero desarmaron; o a Afganistán, un país al que primero arrodillaron, que hacerlo contra Rusia, una potencia militar y nuclear. 

Si EE.UU. y la OTAN salieron con las tablas en la cabeza de Siria, imagínense lo que les puede pasar con la Federación Rusa. ¿Una ridícula España enviando buques o aviones a Bulgaria, puede hacer frente al coloso ruso, que está en unión además con países como China e Irán?

En el bando de EE.UU. y la OTAN los verbos son condicionales, se refieren a hipótesis, a supuestos, pero del lado ruso están viendo cómo entran armas occidentales a Ucrania y son emplazadas muy cerca de la frontera. 

Por su lado, Rusia está haciendo exigencias concretas: que se firmen documentos en los que la OTAN se comprometa a dejar de cercar con sus tropas las fronteras rusas. 

Ucrania (un país donde la ultraderecha tiene larga historia) es dirigida por fascistas que harían sonrojar a la siempre bien pensante y tibia Europa. Pero tanto la UE como Washington están armando a ese gobierno fascista que está bombardeando desde hace tiempo a las autoproclamadas repúblicas prorrusas. De esto no se habla en la mediática mundial, pero se trata de un genocidio continuado que constituye una de las aristas, de las explicaciones de los potes de humo de la OTAN sobre la “inminente invasión rusa de Ucrania”. 

Aunque las mismas autoridades ucranianas han dicho que no temen una invasión rusa, EE.UU. y Reino Unido están esforzándose para elaborar informes de inteligencia que justifiquen esos temores. 

Está en marcha una operación similar a la de las mentiras de las fuentes de inteligencia sobre armas de destrucción masiva en Irak. 

Los medios de comunicación occidentales están jugando un papel fundamental en la preguerra o guerra simbólica que antecede a la guerra fáctica. 

Es gravísimo que armas occidentales estén llegando a Ucrania de manera creciente. 

Es significativo que España, en medio de una profunda crisis, se dedique a enviar buques y aviones de guerra a la zona donde podría estallar el conflicto. Varios ministros y altos funcionarios del gobierno español se han lanzado a los medios de comunicación para tratar de justificar lo injustificable, para venderles la píldora de la guerra a los españoles.  

No hay una postura sólida sobre el conflicto de Ucrania ni siquiera dentro del gobierno español. 

A España se le olvida que otros países de la UE, como Francia, tienen poderosos intereses involucrados en Marruecos. 

EE.UU. no ha logrado venderles la tesis de la amenaza rusa a varios gobiernos europeos. Han tenido problemas para crear hegemonía. 

El conflicto de gran intensidad que podría estallar tendrá como escenario primario Europa. Una vez más, EE.UU. aúpa la guerra muy lejos de su territorio con un océano de por medio. España y otros países sin importancia militar real van a ser utilizados cual condones geoestratégicos y después botados como ocurrió con la reciente alianza Aukus, que incluye a Reino Unido, pero no a Francia ni Alemania, países que dirigen de facto la UE. 

La sinceridad del alto oficial alemán lo obligó a renunciar porque habló demasiado claro para el gusto de la OTAN. 

El hecho de que un enano político como Nicolás Sarkozy haya atacado en su momento a un antiguo aliado como Muamar Gadafi no es algo que pueda reproducirse ante un país como Rusia. 

No es momento de bravuconerías porque el mundo es ahora multipolar en su economía y en asuntos de geoestrategia, armamento militar y capacidades de defensa. Rusia es un país serio, una potencia militar y nuclear. 

Fuentes citadas

Notas de LaIguana.TV / Caricaturas de Iván Lira / RT / Sputnik / Twitter de Atilio Borón / Nexo Latino /AFP/ 

(LaIguana.TV)