Luego de investigar los conceptos de belleza que se han propuesto a lo largo de la historia del pensamiento, el egregio filósofo nuestroamericano Enrique Dussel ha concluido que la esencia de ella está en el gusto y, por tanto, es más cercana a la comida que a las grandes sinfonías u otras obras de arte. 

Dussel, uno de las más notables mentes de la escuela descolonial, conversó con Miguel Ángel Pérez Pirela en la sección Jueves de Filosofía del programa Desde Donde Sea, en una emisión de colección para los amantes de la disciplina y los interesados en el debate acerca de la estética y la cultura. 

A continuación, una versión de este diálogo. 

Miguel Ángel Pérez Pirela (MAPP): En nuestra última conversación, el 7 de agosto de 2020, usted nos dijo que ya tenía en preparación el tema de la estética. Después de las 20 tesis de política y las 16 tesis de economía política y de las 14 tesis de ética, hoy en día nos confrontamos a 18 tesis de estética y la pregunta es entonces obligada: ¿Existe una estética de la liberación? 

Enrique Dussel (ED): Estoy trabajando con la estética de la liberación y estoy pronto a terminar un tomito pequeño, de unas doscientas páginas, y por eso no está mal llamarle tesis. En la política sí, ya he corregido el tercer tomo que va a publicar la editorial Trotta, en Madrid, y son como mil quinientas páginas, pesa una tonelada. La estética no va a ser tan grande porque me agarra al final de la vida. Algún día van a ser tesis de cómo debería plantearse el tema de la estética en una filosofía latinoamericana descolonizada filosóficamente. 

MAPP: Usted había planteado unas hipótesis de estética. 

ED: Sí, esas fueron unas clases que di en la Escuela de Arte de Santiago de Chile. Se llamaron Siete hipótesis. Ahora las corrijo muchísimo y hasta advierto errores que cometí en las hipótesis. Pero no está mal porque eran hipótesis, no eran tesis. Ahora, en las tesis habrá que corregir cosas, una tarea que les corresponderá a las nuevas generaciones de filósofos latinoamericanos. Pero creo que avanzo cosas interesantes y no dichas. 

MAPP: Por ejemplo, ¿cuáles? 

ED: Eso me va a llevar tiempo –advierte-. En la historia eurocéntrica de la filosofía, desde los griegos: Platón, Aristóteles, siguiendo con Tomás de Aquino, y después en la Modernidad, los grandes tratados de la crítica al juicio de Kant, la estética de Hegel, que es una obra enorme, de 600 páginas (le he dedicado 22 clases a explicar una por una esas tesis), siguiendo con Nietzsche y otros autores muy importantes que han trabajado la estética, debo atreverme a decir que no he leído quién defina la belleza. Los que lo han intentado, la ha definido mal. En ese punto, ya es fundamental porque me muevo en un campo en el que no veo a nadie que haya planteado antes como lo estoy haciendo desde la filosofía de la liberación. ¿Qué es la belleza?, es un tema mayor porque cuando plantee las siete hipótesis decía que hay un valor estético y, a lo Nicolai Hartmann, que es un gran filósofo alemán, se habla de ese valor. Una cosa es bella porque tiene un valor estético, pero antes que él Platón había dicho que la belleza era una idea. Yo estoy en contra completamente de que sea una idea, no tiene nada que ver con una idea, aun en el sentido platónico. Tomás de Aquino dice que es el esplendor de la forma, un concepto muy ambiguo… ¿qué significa el esplendor de la forma? No creo que lo defina bien. La belleza es un término de una relación dialéctica: donde hay belleza hay gusto, que fue un tema planteado por Kant. En el siglo XVIII hubo toda una polémica sobre el gusto. Hume y otros empiristas ingleses escribieron trabajos en los que hablan del gusto, pero no lo relacionan con la belleza. ¿Por qué la belleza produce gusto? Y, ¿qué es gusto: un acto intelectual, un acto voluntario? No, es un acto del sentimiento. Pero, como Kant y muchos autores, incluyendo a Hegel, consideran los sentimientos a un nivel más sensible, corporal, secundario, mientras los grandes actos del cerebro, o del alma, como ellos decían, son la inteligencia y la voluntad, no la emotividad. Hay que reformular toda la antropología para descubrir de qué se trata la emotividad humana. Y eso responde a otro sistema cerebral. El conocimiento es neocortical, se produce en la parte que rodea el cerebro con miles de millones de neuronas. La voluntad cuenta con el neocórtex, pero también con el sistema límbico, que corresponde al deseo, que tiene lo emotivo. Lo ético requiere una doble intervención (de los sistemas límbico y neocortical) en un acto que se propone proyectos y que tiene que ver con lo justo y lo injusto, y con el bien y el mal; y la inteligencia, con la verdad y lo falso. Pero el gusto estético no tiene que ver con la verdad y lo falso ni con los propósitos éticos del bien y el mal. Tiene que ver con la belleza y si no definimos la belleza, no sabemos de qué se trata. Esto está en relación a qué es el gusto. Los griegos, desde un punto de vista eurocéntrico llamaban aisthetos a “lo que me agrada”. Eso, lo que me agrada, viene desde la sensibilidad del sujeto y la belleza es un momento objetivo de las cosas reales. ¿Qué es la belleza en las cosas reales para que despierte gusto a nivel de la corporalidad humana, del sistema límbico? Como se puede apreciar, estoy usando fuertemente la neurología y la antropología física para no quédame en metáforas y para hablar en una terminología que vale también para la ciencia médica. Entonces llego en la tesis 3.9 a una definición de la belleza, después de largos debates: bello es la cosa real misma, sustantivamente, no un valor, que confronta al sujeto en un ámbito muy preciso, que es su propia sobrevivencia. Si algo lo considero bello es porque es fuente de vida para mí. 

MAPP: ¿Habría una relación entre belleza y biología? 

ED: Sí. Y el mejor ejemplo sería el comer porque toda la estética se construye sobre una terminología que tiene que ver con comer. Gusto no se refiere a los ojos o el oído. El único órgano que degusta son las papilas gustativas que es una parte de la lengua y del sistema de la piel. Para que algo tenga gusto tiene que ser causa de vida y por eso decimos que algo me gusta, no me disgusta porque digo: esto no es una piedra que no voy a poder comer, y si no como, no voy a renovar la energía y la materia que gasto para vivir, y entonces me voy a morir. Si encuentro una manzana, me alegro porque me sirve de alimento y me gusta la manzana. Entonces la manzana es bella en tanto es fuente la sobrevivencia del sujeto. El cuerpo se estremece con alegría cuando descubre algo que le permite vivir o vivir mejor. Tiene que ver con la vida. En la definición de belleza está la idea de vida. Y la belleza es la realidad misma en tanto alimento, en tanto que puede producir la vida en el sujeto que la aprecia primero. En el caso del gusto comestible, en el caso del sujeto que come algo, lo digiere, lo hace parte de su cuerpo. Cuando ese proceso concluye, la necesidad, el gusto, el hambre se sacian y el sujeto puede cumplir otras funciones. El arte culinario, la preparación de las comidas que hacen nuestras abuelas, es fundamental para entender qué es la estética. No tanto las grandes sinfonías, los grandes cuadros, las grandes obras arquitectónicas… sino el pan, la comida, lo más vulgar y que repetimos todos los días de la vida y que lo hace la gente de pueblo. Ese es el arte de las artes porque nos permite vivir. Y todas las artes van a venir a complementar la vida y van a ir llenándola de sentido. Pero la belleza es aquello que se me impone por ser fuente de vida en la subjetividad de la carnalidad humana que gracias a esa belleza puede sobrevivir y por eso es motivo de alegría. Casi ningún filósofo ha visto la relación entre lo bello y el movimiento de alegría de la corporalidad. Claro que la música puede dejarnos impactados y derramar lágrimas por ella, pero cuidado, porque es complicado encontrar la relación ente la música y la vida del sujeto. Con esa simple definición, destruyo todas las otras definiciones de la belleza de Kant y Hegel que plantearon que lo europeo era la historia central de la estética, y luego puedo ver cómo hay un sistema de belleza que se impone como dominante y que es de una cultura y eso lleva a definir qué mujer es bella: una mujer delgada, blanca, de ojos azules, de cabellos rubios, una sueca, se impone por Hollywood, mientras una muchacha de color negro, africano, se lamenta porque no tiene la esbeltez de la sueca, porque tiene los ojos negros y su cabello no es lacio, y los labios son gruesos y su nariz tiene una forma que, para el modelo de belleza impuesto, es fea. Cuando una persona toma como bello lo propio es una liberación de la propia belleza y un levantarse contra el fetichismo de la belleza en una cultura. Hay empezamos a ver el tema de la colonialidad en la estética. La belleza es lo que se impone en Hollywood y lo feo son todas las culturas no occidentales. Así vemos las relaciones de dominación en la belleza y hacemos la crítica al eurocentrismo y empezamos a descubrir que todas las mujeres en todas las culturas son bellas, pero tienen otro tipo de belleza, porque la vida se produce y reproduce de manera distinta en cada cultura. Es igual a las diferencias en las comidas: unos hacen pan, otros hacen tortillas, otros, arroz, y son comidas muy distintas. Cuando uno come lo de otras culturas tiende a decir que no le gusta, pero quien la ha comido siempre, sí le gusta y hasta impone a los otros sus propios gustos. En este punto vemos como los conceptos de belleza son parte de la dominación militar, política y cultural que han sufrido nuestras sociedades. Situarse desde la alteridad en materia de belleza, ver la belleza de una africana, de su nariz, de sus labios, de la forma como sabe mover su cuerpo en la danza, permite tener distintos criterios de ejercicio de la belleza 

MAPP: Usted me hablaba del cántico del pajarito que al momento de cantar le canta a la vida y hacía una analogía muy interesante sobre la belleza y la vida. Entonces, ¿qué sería lo bello y lo feo en Nuestra América? 

ED: Saint Simon, sensualista utópico, decía que la belleza era solo humana. Ningún otro ser podía tener esa percepción. Los animales, ni hablar. ¿Cómo que no? Tenemos un libro de Katya Mandoki que lee a Darwin de una manera muy especial. Y Darwin escribió un segundo libro en el que no era la función del órgano el motivo de la evolución, sino la belleza, y toma el ejemplo del pavo real, que despliega sus plumas, el macho, para enamorar a la hembra, que es más bien feíta. Y ella elige al que tiene el mejor ropaje de plumas porque quiere tener una herencia de lo más bello y lo más evolucionado. Según Darwin, por la belleza se produce la evolución de toda la vida, incluyendo los vegetales y animales. Claro que no es una belleza autoconsciente, como lo es la humana, sino instintiva, pero los animales también tienen un sentido de la belleza. Se reproducen a partir de los más bellos y son capaces de hacer obras de arte, como los nidos de los pájaros, que son obras de arquitectura. Y algunos pájaros cuelgan sus nidos de una rama, una obra arquitectónica tremenda. Además, los pájaros cantan, hacen una música muy modulada. ¿Y por qué canta el gallo en la mañana? Le canta al sol porque le da luz, calor y permite la vida, canta por tener un día más de vida, ve al sol como fuente de vida. Le canta como una manifestación artística, no como las humanas, pero sí en su nivel menor de conciencia. Los animales hacen, a esa escala, casi todo lo que hacemos los humanos: bailes, luchas, juegos, cantos. Incluso los vegetales tienen un sentido de la estética cuando las plantas buscan el agua con las raíces porque les dan la vida; y las hojas buscan la luz porque les permite dar el paso de lo inorgánico a lo orgánico. Es decir, que tienen una memoria y una cierta capacidad de obra. La estética se universaliza, acontece en todo ser viviente. Sin seres vivientes no hay estética, por eso la vida es la esencia de la belleza y es bello aquello que causa la vida. 

MAPP: Hay una relación también entre la belleza y el creador. La póyesis, la creación; y también entre la belleza y los pueblos, es decir, la creación artística. En algunos casos se hegemoniza al creador genio, pero este depende de una belleza popular. Usted ha hablado de tres constelaciones: el statu quo en la primera; una crítica a este, en la segunda; y la tercera, la de la liberación.  

ED: Eso ya corresponde a la evolución de los sistemas de belleza. La belleza se da dentro de un sistema cultural, es parte esencial de la cultural. Cada cultura tiene un estilo de belleza. Los templos hindúes no son las iglesias góticas de Europa ni las pagodas de China ni las construcciones de adobe del África de la estepa. Según los materiales y las tradiciones se van haciendo obras artísticas muy distintas. Eso da la diversidad cultural y en los tipos de estética. Los pueblos son el sujeto colectivo de esas ideas de estética. Cada pueblo tiene, milenariamente criterios de belleza. Kant decía que los pueblos no tenían esos criterios, sino que estos eran establecidos por los genios creadores. Falso: los pueblos tienen una creación artística. Dentro de ellos hay algunos que tienen más capacidad individual y, tomando los criterios de la cultura, logran crear obras muy especiales y por eso los llamamos genios. No puede haber un genio de la música (académica) entre los pigmeos de África porque no hay pianos, pero usan el tambor de una manera maravillosa, que de paso es el primer instrumento musical, como decía Alejo Carpentier. Hoy esa música africana es con la que baila toda la juventud del mundo. Alguna gente dice que el África no ha hecho nada en materia cultural, pero resulta que ha hecho danzar a toda la humanidad porque del ritmo africano sale el jazz y del jazz sale toda la música contemporánea que la juventud ama en la danza, que es otra forma de arte. Los genios son superdotados, pero dentro de los criterios de la cultura. No se dan de la nada, sino de una cultura popular. En México, Rivera, que era un pintor talentoso, se fue a Europa y se hizo cubista, pero volvió a su país y dibujó a los campesinos de una manera cubista, pero expresando el arte mexicano. Cuando hay concursos de danza, es impresionante ver cuántos estilos hay, cuántos vestidos existen, y todos ellos muestran las distintas concepciones de la belleza. Por eso se puede hablar de la liberación de la belleza despreciada, la que fue despreciada por ser popular, mientras los de corbata de moñito iban a la ópera a ver un clásico alemán o francés, sin darse cuenta de que esas óperas y esos grandes actores y músicos surgieron de un pueblo. La Novena Sinfonía se inspiró porque aquel artista vio danzar en honor de la cosecha a los campesinos en las orillas del Rin. Y se inspiró en el canto de Schiller para hacer el Canto a la alegría al final de la Novena Sinfonía. Yo estuve en la habitación donde Beethoven compuso esa obra y me imaginé como él veía a los campesinos en su canto y en su danza.  

MAPP: Si hay una relación entre lo bello y el pueblo, ¿hay una relación entre la estética y la política? ¿Cuál es esa relación? 

ED: La estética, además de ser lo bello, es un campo que atraviesa otros campos: la economía, la política, muchas cosas porque todo, al fin, y más ahora con el diseño, se estetifica. Hitler armaba con su equipo, en el que había arquitectos, la escenografía de los grandes actos del fascismo alemán en Núremberg. Esperaban el atardecer e iluminaban el cielo con reflectores; entraban con pasos bien medidos, con gestos teatrales. Era de tal impacto un acto político así creado que las masas quedaban imantadas por ritmo de las obras de Wagner y por la belleza teatral de lo que ocurría en escena. La política puede usar todas las artes, por ejemplo, la música. Y un artista puede usar su arte para apoyar un ideal político. ¿Y qué decir en el plano económico? Pues que el diseño significa el vestido de la mercancía, una envoltura que la hace más bella a la vista. Una máquina de escribir o un automóvil eran muy poco agradables a la vista. La máquina Remington era un cajón feísimo, pero la Olivetti puso diseñadores a crear una máquina muy bonita. Al comparar la Remington con la Olivetti, la gente compraba la Olivetti porque era más bonita. Una la crearon pensando solo en la funcionalidad técnica, mientras la otra también consideró no solo la estética, sino también factores como el peso y la adaptación a la mano del usuario. La estética entra en el proceso de creación de todos los objetos que se producen en el diseño industrial actual. Los escandinavos diseñan unos tenedores, cuchillos y cuchara que cuando uno los ve y considera que se adaptan mejor a las manos que los cubiertos tradicionales, termina comprándolos porque son más bellos. 

MAPP: En estos modelos de paradigma del capitalismo se plantea, sobre todo para la mujer, una estética de la anorexia, que va a contrapelo de esa belleza de la que usted habla, del gusto por la vida. Entonces, ¿podría ayudarnos a entender ese paradigma? 

ED: Lo que pasa es que visten a las mercancías de una belleza que, como tal, es belleza, pero es usada con los fines de valor de cambio para sacar ganancia. Pero, como tal, son expresiones de arte auténtico. Puede ser un gran artista, pero que usa su arte con fines otros, y ahí se instrumentaliza la belleza y en algún punto de esa instrumentalización significa dominación porque impone un tipo de belleza y destruye otros tipos. Tiene que haber otros que tomen esas culturas ignoradas y “feas” y demuestren su belleza. Se necesitan artistas que sean creadores de esos distintos estilos. Puede haber una máquina pensada por un africano, de otra manera que la Olivetti, que suene más africano y que sea bella y funcional. 

MAPP: Esto nos lleva a reflexionar sobre la relación que existe entre la estética y la filosofía y pienso por ejemplo en el idealismo alemán, más que en Hegel, en Shelling, que veía la estética como la fase final de la filosofía. Usted, luego de pasar por las tesis de política, de economía política, está arribando a la estética… Me parece que está siendo un poco shelliniano. 

ED: Lo que pasa es que no es la fase final, sino una que se vuelve sobre todas las partes de la filosofía. Es un tema de lógica. Solo al que ama lograr con argumentos llegar a ciertas conclusiones (que algunos se aburren y no entienden) hace lógica y, porque le gusta la lógica, hace matemática. Al que no le gustan los números ni las relaciones numéricas, no capta ni 2 más 2 es 4. Se aburre, pero el que entiende el funcionamiento de las matemáticas, debajo encuentra el gusto y entonces hace matemática. El que le gusta la filosofía, se dedica a ella porque descubre la relación entre la filosofía y la vida. Yo elegí estudiar filosofía no desde el comienzo de mi vida. Primero había pensado ser ingeniero agrícola; después, porque entré a movimientos estudiantiles, iba a estudiar política; metido en política, me di cuenta de que nadie sabía lo que era ni cómo funcionaba y por eso me puse a estudiar filosofía para fundamentar la política. Tenía 18 años y me gustó tanto que me puse a estudiar todo el día, no desperdiciaba ni un solo momento. Me encantaba la filosofía, y ese encanto era estético. Entonces, no es algo que surge al final, sino que está debajo, es lo que alienta todas las disciplinas. Uno dedica toda su fuerza, entusiasmo y alegría cuando entiende algo nuevo y, sobre todo, cuando uno crea algo nuevo. Eso es creación estética, también en filosofía o en matemática. 

MAPP: En las más recientes reflexiones de Enrique Dussel sobre la estética, ¿será que hay un acercamiento a lo sublime y, finalmente, a una filosofía más cercana a la contemplación? 

ED: Ciertamente. Tomando a un autor que es rematadamente lógico, como es Wittgenstein, escritor del Tratado lógico-filosófico y es uno de los grandes lógicos intelectuales del siglo XX, en el parágrafo 6 (es cortico, él les ponía números) dice: “de lo que no se puede hablar hay que guardar silencio”. Yo digo que sí, hay que guardar silencio y escuchar la voz del otro porque yo no puedo pensar en la cabeza del otro. Tengo que oír y aprender. Por último, ante las cosas bellas y fundamentales de la existencia hay que guardar silencio. Eso no es ciencia, sino sabiduría. Lo dice Wittgenstein: “la ciencia es saber cómo las cosas son; pero la mística es preguntarse por qué son”. Es enfrentarse a la realidad y quedar absorto en su existencia. Como los sufíes árabes, los místicos tibetanos, en la India; los Lao Tse en la China o Nezahualcóyotl, entre los aztecas o Sor Teresa de Ávila o Sor Juana Inés de la Cruz eran capaces de quedarse mirando las estrellas embelesadas y en silencio. Hay una experiencia ahí fundamental. Un hippie de la edad media, muy apreciado, Francisco de Asís, allá por el 1221, cuando estaba muriendo cantaba y sus hermanos estaban escandalizados. Decían que no era un momento de cantar. Pero él cantó el canto al sol: “Oh padre, hermano sol, oh, hermana luna, oh, hermano fuego, oh, hermano viento”. ¿Por qué cantó si se estaba muriendo? Porque el místico es el que de pronto se ve envuelto en la realidad que le antecede y en cierta manera grita: “Gracias porque pude ser, ya que pude no haber sido”. Yo a mis alumnos les pregunto “¿alguno de ustedes mereció ser, mereció nacer?” Y me miran… nunca lo habían pensado. Algunos dicen que sí, pero cuando alguien se pone a pensar en que sí mereció ser, se da cuenta de que es absurdo porque antes no era, y ¿cómo voy a merecer algo si no era nada? El ser es un don y eso lo sabían los tupíes guaraníes, que pensaban que las fuerzas originarias les habían regalado el ser. Creían que se salvaban de esa deuda regalando el don. Si vendían seguían siendo deudores, pero si regalaban había pagado la deuda de dar sin ser pagado. Eso implica una economía distinta que se enfrentaba a la de los españoles, quienes no entendían lo que pensaban los guaraníes. San Francisco contemplaba los millones de estrellas y la realidad, estando dentro de esa realidad y experimentándose como parte de lo real. Y de pronto comenzaba a entender que la luna y el sol eran hermanos suyos porque eran reales, como él, igual que el zorro al que había domado con sus palabras, o ese lobo que no pudo atacarlo porque él se le acercó fraternalmente. Esa es la mística. La mística está sobre la ciencia y es el momento en que la realidad se muestra como origen del ser y me gusta. Es el gusto por la existencia y ahí termina la vida, claro, porque no es más que una. Por eso la mística es el final, pero un final que está debajo. Si alguien se compromete con los más pobres es porque los ama, porque los considera reales y hay una corresponsabilidad en la existencia. Es eso lo que voy viendo en la estética. 

MAPP: Es sencillamente emocionante escucharlo reflexionando, maestro. Por último: las reflexiones estéticas originales, inéditas de Enrique Dussel, más que a una filosofía de la liberación ¿no terminan por llevarnos a una teología de la liberación? 

ED: Es un tema muy interesante. La teología se encuentra un nivel distinto del secular. La filosofía es una inteligencia humana que llega a su límite. Pero la inteligencia humana a través de la literatura es capaz de crear mundos simbólicos. Cuando empiezo a leer Cien años de soledad, dejo de estar donde estoy y me voy a Macondo, el pueblito de García Márquez. Cuando estoy ante una gran obra, no puedo soltarla, paso tres o cuatro días leyéndola y he vivido en otro mundo. Es el tema de lo sagrado, que se vive como sentido, no como significado. Significado es lo que algo es, pero el sentido lo crea el ser humano. “Voy a ser un político”, es algo humano, no de las plantas ni de los dioses, es humano. Ese campo simbólico es la mitopoyesis, el hacer mitos. Aristóteles decía que el filósofo era quien hacía la mitopoyesis, el sentido de la vida, que no es lo mismo que el significado. Si a un anciano se le muere la esposa y le pregunta al médico que le da la noticia “¿cuál es el sentido de la vida y la muerte?”, es muy posible que le diga que no sabe, que no le dieron ninguna clase al respecto en la Facultad de Medicina. Entonces, el viejito, le dice a su esposa muerta: “ya que la ciencia guarda silencio, puedes ir a firmar la resurrección”. Esa es la apuesta de Pascal, que era un gran matemático. Él decía que había que vivir la vida sobre el sentido de que existe la resurrección porque si no la hay, al menos se vivió una vida con alegría, creyendo que sí la había; y si hay resurrección, entonces uno había dado en el blanco, es decir, tenía el beneficio de afirmar una hipótesis sagrada. El tema de la resurrección, como el de dios, no es empírico ni es filosófico, trasciende al mundo simbólico, es necesario para el ser humano y está al nivel de la creación artística. La religión es un modo de creación artística. Y eso sí que es una obra del ser humano porque ni los animales ni lo divino, si hay, pueden tener una teología. El teólogo dice: “ustedes, que creen en la posibilidad de tal cosa, forman una comunidad y yo le voy a sacar fruto a su creencia”, pero si se seculariza ese discurso, es posible llegar a muchas conclusiones desde la filosofía, sin negar lo otro porque el pueblo no tiene una filosofía tan elabora, y es bueno que tenga símbolos para que explique el sentido de la vida. Como Pascal, hay que apostar a que existe tal cosa, pero no es algo irracional, sino una posibilidad muy improbable. Entonces, yo he hecho teología, pero destruyendo la teología dogmática, que niega la liberación, la teología fascista, de derecha, que niega el resto del mundo y que usa a la religión para dominar. Una religión que libera es un símbolo de la construcción de un mundo nuevo, que da ánimo para la vida y para la construcción de ese reino. No es contrario a la vida, sino que permite vivirla mejor. Hay religiones de religiones. El cristianismo, por ejemplo, se invirtió, se convirtió en una religión de dominación y como tal hay que negarla, pero en tanto es una religión simbólica de la liberación del ser humano, si tú crees, estás en un muy buen camino y yo te apruebo y hasta te ayudo a ser coherente con ese proyecto, que es un postulado que no se puede probar, pero que puede mover la praxis. Es complicado… 

MAPP: Me ha hecho pensar en los trascendentales medievales con aquello de verum, bonum, unum, pulchrum. Rescato dos, verum y pulchrum y le pregunto: ¿La verdad siempre es bella? 

ED: Claro, pero decir que es bella no es decir que es verdadera. La verdad vale con autonomía, es un acto de inteligencia de conocer lo que las cosas son. Después de un proceso de verificación, es verdadera. Significa que en mi cerebro he construido lo real como ello es. No he metido el vaso en mi cabeza porque le hice un hueco al cráneo, pero mi cerebro ha construido lo que es un vaso y esa construcción es una representación, con una cantidad de mapas que hace que yo sepa lo que es un vaso. Esa es la verdad, pero no es todo. La voluntad libre no es la verdad, sino el ahora elegido y llevado a la práctica. No es la verdad, es el bien. La belleza no es la verdad ni es el bien, es lo real en tanto que es fuente de vida y, entonces, me agrada. El acto de verdad es un concepto, el acto de voluntad es una decisión y el acto de la estética es un gusto. Son tres cosas distintas. Ahora, me gusta la verdad y me gusta una buena decisión y me gusta un acto estético. Pero la primera apertura a la realidad no es ni siquiera la suma de las tres, verdad, bien y belleza, sino el recuerdo. El sistema de la memoria, como lo plantea Bergson en Materia y memoria, es un milagro enorme, un misterio tremendo como la materia que es impulsos eléctricos y sustancias materiales puede recordar lo que hice cuando tenía cinco años. Es increíble como eso está almacenado y podemos traerlo en cualquier momento y actualizarlo. Ocupa un espacio muy pequeño, pero lo ocupa y se mueve a la velocidad de la luz. ¿Qué sabemos de eso? ¡Nada! La ciencia no ha descubierto casi nada, la realidad es infinitamente compleja y nos supera. Por eso es que el cree que sabe, como decía Sócrates, es un ignorante. La memoria es lo que permite que pueda decir “yo soy”. Cuando la pierdo, porque tengo amnesia, desaparezco, no sé cómo me llamo, quedo convertido en un bulto de materia. La memoria es otra capa, que está por debajo incluso de la estética. Pero es otro tema.  

MAPP: Muchísimas gracias, maestro Dussel, por esta clase simplemente bella. Usted ha vestido sus verdades con una belleza que raya en el misticismo. Infinitas gracias.  

ED: Cuando me invitaron, dije sí porque quizá nadie pensaba que la filosofía de la liberación iba a llegar a este punto. No es que se cerró el círculo porque es una espiral, pero dio la vuelta, como dice Shelling y llegó a un punto en el que hay que empezar una nueva vuelta para alcanzar mayor profundidad. 

(LaIguana.TV)