Cuando hablamos de mundo multipolar ¿qué entendemos más allá de un slogan? En esta entrega de Entre líneas, la comunicadora e investigadora Naile Manjarrés apuesta por ir retomando y naturalizando este concepto en medio de un contexto financiero mundial en el que China impulsa sus yuanes, Rusia exige pagos en rublos, y la India sortea las sanciones de EEUU mediante las rupias. 
 
En medio del conflicto entre Rusia y la OTAN parece haber quedado claro que la confianza en el orden internacional no puede ser un lujo y que entonces un orden multicéntrico se hace su oportunidad y es de todo menos un futuro.  
 
Polaridades
 
En el ámbito de las relaciones internacionales, una polaridad se refiere a la distribución del poder dentro de un sistema internacional. Esta depende de la potencialidad y capacidad en términos de energía nuclear; la capacidad de ataque o contraataque militar, el peso en organismos internacionales, y la imagen que un Estado logre proyectar.  
 
Desde el fin de la Guerra Fría se constituyó un solo polo de poder con una actitud realista en manos de EEUU, pero con unas cuantas fachadas multilateralistas y la complicidad de aliados occidentales. Esto lleva veinte años tambaleando porque paulatinamente, pero también de forma constante, otros polos de poder se estaban estructurando.  
 
De lo que venimos: un mundo “realista” 
 
El realismo es la teoría bajo la cual se manejan EEUU y aliados en la Unión Europea y que, pese a sus discursos, ejecuta acciones fuera de todo cuestionamiento moral. El paradigma realista se impone y pretende determinar el rumbo de la “comunidad internacional”, esa que solo ellos reconocen como válida, y que deja por fuera a la real, que es donde estamos incluidos y deberíamos contar todos los demás.  

Durante años el analista geopolítico ruso Aleksander Dugin, el mundo tal y como lo conocemos se rige por dos vertientes: la escuela realista, fundamentada en el “si soy lo suficientemente poderoso para hacerlo, lo hago”-, y por el otro lado, la liberalista, que propone organismos supranacionales para tutelar Estados sin soberanía absoluta y regidos por el libre mercado, son paradigmas que más allá de lo que intente imponer occidente, no reflejan las nuevas formas de pensamiento y manejo de relaciones de poder en estados grandes como Rusia y China, y en países del mal llamado tercer mundo como Venezuela que se rigen por parámetros que guían hacia la multipolaridad.  
 
Fue muy sencillo reconocer la decadencia en el accionar realista de las potencias mundiales en el marco de la pandemia de coronavirus a pocos meses de terminar 2020, pese a los intentos de países e incluso potencias de dirimir los conflictos bajo postulados internacionalistas que exhortaran la prudencia, se impuso la decisión del hegemón de salida (EEUU) y los aliados europeos de no trabajar en conjunto o priorizar la cooperación y el intercambio de recursos para solventar la crisis de las mayorías en medio de crisis sanitaria, la recesión económica  y la incertidumbre que trajo consigo la COVID-19.  

El sentido de la oportunidad se impuso y se vio reflejado en actos de vulgar piratería en los que incurrió EEUU al robar mascarillas a aliados europeos y en la realización de demostraciones y maniobras militares por parte de diversas potencias pese a que el asunto de interés global debía ser, salvar vidas.  

Las iniciativas de solidaridad internacional fundadas en el respeto, el orden y el respeto mutuo, no ha pasado de ser mero discurso en la Asamblea General de la ONU, y no ha logrado materializarse pese a considerarse una respuesta más acorde a las necesidades de la mayoría de la población, que durante y luego de la pandemia, quedaron más pobres y más vulnerables ante las vicisitudes que plantea el orden mundial impuesto hasta ahora: violento y volátil. 
 
El proyecto de mundo multipolar: algo más que un cambio de jefe  
  
Los beneficios de la instauración de un sistema multipolar no la encontraremos en manuales ni en las universidades que buscan reproducir el status quo eurocentrista, pero sí corresponden al manejo de la política exterior de países como Rusia. Aunque grandes plataformas comunicacionales lo llamen “ansias de expansionismo”.  
 
¿Qué representan las ideas de multipolaridad? Todo menos un camino de rosas. Son un desafío permanente, y en contra tienen todos los tanques de guerra creados e inimaginables de los que disponga occidente que pese a pretender adoptar posturas progresistas y ‘New Age’, no logra deslindarse del racismo y otros rasgos más primitivos de su forma de ejercer el poder. 

Mundo multipolar: un objetivo de rango constitucional en Venezuela 

Para que algo pueda nacer es preciso que lo viejo muera por completo. La destrucción del mundo unipolar no es un asunto que compete solo a las grandes economías o potencias desarrolladas en lo económico, industrial y financiero, sino también de quienes portan las mayores reservas de los recursos que aún mueven al mundo.  
 
Venezuela establece la multipolaridad como un objetivo e inevitable meta, desde 2013, en una ley de rango constitucional. Establece  específicamente la urgencia de contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional profundizando la diversificación de nuestros mercados internacionales de hidrocarburos; consolidando la participación de Venezuela en la OPEP en defensa de los intereses nacionales, así como nuevas monedas de referencia para el mercado petrolero internacional; consolidando instancias de integración latinoamericanas y caribeñas; estableciendo un nuevo marco financiero de protección, con experiencias como la criptomoneda, orientar nuevas rutas de logística e insumos, así como la diversificación de los mercados; y asegurando el relacionamiento estratégico con países no hostiles.

(LaIguana.TV)