El trágico desenlace del submarino Titán pone fin a días de búsqueda y tensiones incesantes. Tras el hallazgo de piezas del sumergible en los alrededores de la zona cero, las autoridades apuntan a que el submarino sufrió una implosión en algún momento de su descenso hacia las profundidades marinas, que acabó con la vida de las 5 personas a bordo. Pero ¿qué es una implosión y cuál es la causa de que se haya producido en el sumergible? Te proporcionamos una mirada científica ante este dramático suceso. 

Habrás oído hablar de que la presión ha sido el factor clave en este suceso, pero ¿qué significa exactamente eso? Pues bien, se conoce como presión atmosférica al peso que experimentas debido a la columna de aire que se encuentra sobre tu cabeza. En la superficie terrestre, a nivel del mar, existe una presión de 1 atmósfera, algo así como si aguantaras 1.033 gramos sobre cada centímetro cuadrado de tu cuerpo. Ahora bien, a medida que subes en altitud, la presión atmosférica se dice que es menor, pues estas reduciendo la altura de esa columna de aire que tienes sobre el cuerpo. Pero, ¿qué ocurriría si, en vez de subir, bajamos? 

Si te sitúas bajo el océano, este efecto se incrementa, y es que, no solo tendrías que soportar toda esa columna de aire encima del mar, sino que se sumaría toda la columna de agua que, aún por encima, es mucho más pesada. Es decir, cuanto más profundo estés, al peso de la capa de aire, tendrías que sumarle cada vez más y más peso de agua, el cual sería, aproximadamente, de 1 kilogramo por cada litro. 

Para que te hagas una idea, la presión a la que se encontraba el submarino cuando se situaba en las cercanías del Titanic era de 400 atmósferas, o lo que es lo mismo, un peso de 4.000 toneladas por cada metro cuadrado de estructura. Es decir, algo soportable únicamente para ciertos materiales de gran resistencia, pero inviable para cualquier ser humano. 

La implosión 

Sin embargo, aunque en el exterior del submarino exista esa alta presión, en su interior, se debe asegurar una presión mucho más parecida a la atmosférica, la de la superficie, de forma que se pueda garantizar la supervivencia de todos sus tripulantes. Ahora bien, si la estructura del sumergible no es lo suficientemente fuerte, o si se produce algún deterioro en ella, el fuselaje puede ceder ante el gran peso que soporta, destrozando por completo el submarino y todo su interior. 

A mayores, en física, una parte de la dinámica de los gases se define con la ley de Boyle, la cual enuncia que la presión y el volumen están inversamente proporcionados. En otras palabras, que las altas presiones siempre actuarán para comprimir los espacios con aire. Por lo tanto, si la estructura está correctamente regulada, el interior del submarino será seguro. Sin embargo, con una mínima rotura, esa presión tenderá a eliminar todo el aire de dentro, pero al ser tan alta debido a todo el peso de agua que está por encima, actuará de manera muy agresiva, haciéndolo colapsar en menos de un segundo y plegándolo sobre sí mismo como si se tratase de una lata: es la implosión. 

Se trata de un fenómeno «contrario» a una explosión. Es decir, mientras que en la segunda el colapso es hacia fuera, en la implosión se produce hacia dentro. Es un proceso que ocurre de forma inmediata: en cuestión de 20 o 40 milisegundos el submarino pasa de tener una forma normal a, prácticamente, desaparecer derrumbándose sobre sí mismo. 

¿Cómo evitar la implosión? 

Para evitar la implosión de un submarino, o de cualquier otro objeto sometido a estas grandes diferencias de presión entre su zona interna y externa, lo fundamental es asegurar bien la estructura. Si esta cuenta con la resistencia suficiente para soportar la presión a la que esté sometida, no habrá ningún problema. En cambio, si se produce alguna fuga o la resistencia se pierde en algún punto de debilidad, la presión va a actuar y hará que toda la estructura colapse, tal y como parece que ha ocurrido con el sumergible Titán. 

Lo fundamental es, por lo tanto, que la parte externa, la coraza, de cualquier objeto que se vaya a encontrar bajo esas situaciones extremas haya pasado exámenes de seguridad, en los cuales se garantice que cuenta con las características adecuadas para enfrentarse a ese tipo de viajes. 

Además, es fundamental conocer a fondo todos los factores que rigen el entorno acuático a visitar: la presión en ese sector, la existencia de corrientes, los cambios en salinidad… Dejar alguno de ellos en el aire puede suponer la pérdida de control del sumergible o el cambio en la atmósfera interior. 

Los efectos en tu cerebro 

Bajo el mar, los efectos de la presión se sienten de forma muy rápida, sin necesidad de sumergirse demasiado. ¿Alguna vez has experimentado un dolor en el oído al bucear al fondo de una piscina? Eso es debido a que tu tímpano sufre una compresión por la diferencia de presión entre el exterior y el interior de tu cabeza. Asimismo, los buzos también experimentan grandes dificultades para respirar, debido a la presión que se ejerce sobre sus pulmones: los movimientos de abertura y clausura para la toma de aire se hacen muy difíciles. 

En el caso de los tripulantes del Titán, la implosión repentina habría causado su muerte en cuestión de milisegundos. Es decir, se trataría de una tragedia indolora y de la cual no habrán sido conscientes debido a su inmediatez. La diferencia de presión habría colapsado el submarino y todo lo que estaba en su interior, destrozándolo al instante y haciéndolo desaparecer sobre sí mismo y colapsar. 

(nationalgeographic)