Casi seis años después de emprendimiento insurreccional y de desconocimiento de la normativa institucional vigente en Venezuela, la oposición intenta volver al camino legal y electoral convocando un proceso interno, organizado por la Comisión Nacional de Primarias (CNP), cuyo objetivo es escoger en octubre un candidato único para asistir a las presidenciales de 2024. 

No obstante, tras años de llamados a la abstención, los partidos opositores aún confrontan problemas internos y externos de peso, que los pueden llevar a un hipotético nuevo ensayo rupturista.  

Las partículas radicales, que cuentan con la precandidata María Corina Machado como máxima exponente, pueden obstaculizar la cabal regularización de un conglomerado opositor que se ha mantenido fuera de los carriles institucionales. 

Machado, que ya había sido inhabilitada en 2015, tenía su participación en suspenso hasta que, el 30 de junio pasado, la Contraloría General de la República ratificó la medida de suspensión de sus derechos políticos por quince años, luego de una solicitud de pronunciamiento interpuesta por el diputado José Brito.   

Al momento de conocerse la decisión, saltaron los resortes más extremos en defensa de Machado, y todo el concierto mediático internacional se alineó rápidamente en rechazo a la decisión.  

Machado ha dicho que «llegará hasta el final» aunque no precisa si esto podría significar desconocer el evento presidencial de 2024 y convocar nuevamente una salida rupturista o, incluso, su propia autojuramentación. 

Machado se apresuró a lanzar un llamado: «A la comunidad internacional queremos decirle que se preparen para la derrota de Nicolás Maduro y el inicio de una transición ordenada en el país, estamos preparados para ello». 

En el imaginario está todavía muy reciente la insurrección del exdiputado opositor Juan Guaidó, quien en 2019 se autodesignó como presidente, en un exabrupto que fue reconocido por unos 50 gobiernos alineados a EEUU. 

Por todo esto, y por el tono confrontativo de Machado y su desconocimiento a la institucionalidad, no puede descartarse que la dirigente intente una vía similar al del interinato, lo que implicaría desandar todo el camino que ha avanzado la oposición nucleada en torno a la Plataforma Unitaria (PU) para entrar nuevamente en el redil institucional. 

Un liderazgo que vuelva a realizar una convocatoria insurreccional generaría nuevamente un clima conflictivo, que podría empantanar la participación de la oposición en los esperados comicios de 2024. 

Inhabilitados: el punto débil  

La CNP no ha resuelto el problema de los inhabilitados para ejercer cargos públicos, entre los que cuentan –del total de 14 inscritos– dos precandidatos, además de Machado: se trata de Freddy Superlano de Voluntad Popular (el partido de Leopoldo López) y Henrique Capriles (de Primero Justicia). 

Tanto a Superlano como a Capriles, el ente les ha permitido su inscripción como precandidatos, sin especificar qué ocurriría si alguno de ellos fuera electo como abanderado unitario. 

Así las cosas, la participación de la oposición en las presidenciales sigue estando en duda. Es decir, el proceso de «pacificación» continúa en un limbo, a pesar de que, al menos en el discurso, no han querido privilegiar públicamente la vía militar del golpe de Estado o de la invasión extranjera. 

La dirigencia opositora tampoco ha sabido explicar a su base de apoyo por qué ahora sí se puede acudir a la vía electoral y en 2018 no. Al fin y al cabo, tal como lo demandaron para ese momento, en Venezuela no ha habido «cese de usurpación» ni tampoco «gobierno de transición», aquel mantra que exigían como condición sine qua non para participar en los comicios oficiales. 

La falta de una explicación clara al respecto genera frustración, debido a los largos años perdidos en los que las fuerzas de derecha dejaron todo el campo abierto al gobierno, que pudo hacerse con la Presidencia, la Asamblea Nacional y la mayoría de los cargos de representación sin prácticamente ninguna resistencia. 

La inhabilitación de María Corina le pone la situación difícil a la oposición, debido a que, si ella gana las primarias, tendrá que renunciar y dejarle su puesto a otro candidato de sus propias filas, lo que no parece plausible para una líder extremista que desconoce a sus contendores y llama «entreguista» a cualquiera que desee volver a la vía política y pacífica. 

En enero de 2022, en el evento electoral para disputar la gobernación de Barinas, al menos dos candidatos opositores tuvieron que renunciar a sus aspiraciones debido a inhabilitaciones, lo que permitió que un tercer candidato pudiera inscribirse y ganar con amplio margen. 

Podría esperarse que la coalición opositora, especialmente sus sectores más políticos (en contraposición con las facciones empresariales, donde se encuentra Machado) utilicen nuevamente el método de Barinas para conseguir un candidato con aval institucional, si alguno de los ganadores está inhabilitado. 

Sin embargo, parece que las pretensiones de Machado de «llegar hasta el final» auguran que llegados a ese punto, ella trancará el juego y preferirá hacer una nueva convocatoria insurreccional. 

Esto pone en riesgo una candidatura unitaria, puesto que hay sectores de la oposición que no desean repetir un nuevo «simulacro de interinato», al estilo Guaidó, que les dejó en franca derrota y tremendamente debilitados. Por lo tanto, otros aspirantes pueden terminar oficializando sus candidaturas fuera del proceso de primarias, si olfatean que se va a repetir la historia del llamado abstencionista de 2018-2020, lo que echaría por tierra el objetivo del candidato unitario. 

El apetito de Machado por repetir esa historia reciente luce plausible porque le permitiría sustituir a Guaidó como líder «reconocida por Occidente» y ser promovida en los medios como una luchadora «por la libertad», con la posibilidad de ganar jugosos premios a escala mundial.  

Su ambición, sin embargo, sería a costa de entorpecer la vía electoral y, con ello, hacer que la oposición pierda nuevamente la oportunidad, por errores internos, de participar en la justa de 2024, como ya le sucedió en 2018. 

Nuevo panorama en la oposición 

Con la inhabilitación de Machado, además de las otras mencionadas, cambia nuevamente el panorama interno de la oposición y queda entre los favoritos Manuel Rosales, del partido Un Nuevo Tiempo (UNT), quien no está anotado formalmente como precandidato en las primarias porque su tolda inscribió otro nombre desconocido, con el fin de guardarle un espacio y darle margen de maniobra para decidir su participación. 

Ahora Rosales, quien ha mantenido una posición de acatar el marco legal vigente, incluido el Consejo Nacional Electoral (CNE), tendrá que decidir entre dos opciones: si entra en la carrera contra María Corina –que tendrá todo el apoyo financiero y mediático de los poderes económicos e internacionales–, a riesgo de verse arrastrado por un nuevo llamado a desconocer a las instituciones; o monta tienda aparte y lanza su candidatura sin acudir al proceso de primarias. 

Rosales tiene la maquinaria de su partido y el reconocimiento por haber ganado, con amplio margen, la importante gobernación del estado Zulia, en el occidente de Venezuela. 

La disputa, aun no formalizada, entre Rosales y Machado, podría implicar una escisión interna en la oposición que impida la escogencia de un candidato unitario.   

La oposición también cuenta con el ‘outsider’ y humorista Benjamín Rausseo, quien a pocos días del cierre de inscripciones por parte de la CNP decidió lanzar su candidatura de manera directa, sin entrar al proceso de primarias. 

La regularización de la oposición aún no está decantada y la elección de un candidato unitario tampoco. Veremos qué cambia, y qué no, en estos tres meses que quedan para la realización de las internas. 

(RT)