Cuando hace apenas dos semanas la Unión Europea (UE) prolongó por seis meses más las sanciones sobre Venezuela, recibió una dura respuesta por parte del presidente de la Asamblea Nacional de la nación suramericana, Jorge Rodríguez, quien acusó a Bruselas de violentar los acuerdos de Barbados y negó cualquier posibilidad de que la UE participe como observador en el evento presidencial de 2024. 

El Estado venezolano no cayó en el chantaje de Washington sobre la opción de reactivación de sanciones cuando marcó un ‘deadline’ para el 30 de noviembre en el que, según voceros estadounidenses, Caracas debía dar determinados pasos. 

La fecha más esperada por los sectores radicales de oposición venezolana, y el ‘lobby de Miami’, que demandan la vuelta de las sanciones, está a punto de suceder sin mayores cambios en la política de Caracas. 

Pero el enfrentamiento Caracas-Bruselas generó un nuevo episodio este lunes, con la decisión de la Unión Europea de relajar las sanciones sobre Venezuela, y no solo sobre actividades económicas del Estado o la industria petrolera, sino sobre funcionarios que están en la lista de sancionados, a quienes ahora se les podría permitir su participación en acciones que conlleven ayuda humanitaria. 

Es decir, los veintisiete países europeos dan un paso importante para aliviar sanciones, en tanto están «descongelando» a actores políticos y financieros del Estado venezolano, lo que les regresaría el status de reconocimiento internacional por parte de Europa, en momentos en los que las empresas europeas están ávidas del petróleo y el gas venezolano. 

Este paso de Europa, a tan solo días en las que recibió un portazo de Caracas para participar como observador electoral, solo puede entenderse por la debilidad energética que sufre actualmente Europa, pero sobre todo por la luz verde que ha dado Washington para normalizar las relaciones comerciales con Venezuela en materia de petróleo y derivados. Ya EEUU mostró en octubre, después de la firma de los acuerdos en Barbados entre el Gobierno y oposición, una política bastante ambiciosa de desactivación de las sanciones. 

A pesar de las expectativas en sectores radicales de Venezuela y EEUU a partir de la fecha límite impuesta, ningún analista espera que vuelvan a reactivarse las sanciones. Por el contrario, visualizan que el camino de permitir el reingreso de Venezuela en el comercio con Occidente es un hecho que no se va a revertir en el corto o mediano plazo. 

La decisión de la Unión Europea de este lunes va en ese sentido y permite relajar el ambiente de «ultimátum» que tiene el 30 de noviembre. Todo parece indicar que Venezuela va en camino a normalizar su actividad petrolera. 

Visto así, la decisión de Europa no tiene absolutamente nada que ver con los derechos humanos o las cuestiones humanitarias, como lo afirma su declaración en la que no solo relaja sanciones a Venezuela, sino a otro grupo grande de países. Tiene que ver, sí, básicamente, con seguir el viraje que la Administración del presidente Joe Biden está aplicando en sus relaciones comerciales con Venezuela. 

Así como la Unión Europea montó toda su arquitectura financiera siguiendo el juego a Washington en un momento en que el expresidente Donald Trump estaba siendo muy agresivo contra Venezuela y quería aislar al país caribeño del mercado petrolero mundial, ahora vuelve a seguir sus pasos para desmontar estructuralmente las sanciones ante el giro de la Administración de Biden. 

Occidente necesita el petróleo venezolano y las sanciones impuestas en su contra están atentando más contra Europa y EEUU, que contra el propio Gobierno venezolano, quien sobrevivió a los peores años de ataques y presiones. 

(RT)