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Las escalofriantes Zonas Económicas Especiales .- Se aprobó, por vía Habilitante, la Ley de Zonas Económicas Especiales y apenas unos días después se anunciaron la dos primeras. Una estará en Paraguaná y otra en el eje Ureña-San Antonio del Táchira. Una tercera, ya casi lista para el decreto, estará en Puerto Cabello. El decreto de creación de las dos zonas pioneras fija un plazo de cuatro meses para que se pongan en funcionamiento. Estos pasos acelerados demuestran lo que suele llamarse “voluntad política” para hacer algo, un ingrediente escaso en muchos otros asuntos, dicho sea al margen.

 

Se entiende que el dinamismo de este proceso se debe a que forma parte de la creciente integración con China, el país que nos mantiene a salvo del Fondo Monetario Internacional y sus horribles recetarios de ajustes. Está claro que los chinos no pierden el tiempo: por algo ya están desplazando a Estados Unidos como la mayor potencia económica del planeta. Visto así, parece algo auspicioso, el anuncio de un pujante futuro cargado de prosperidad y abundancia para empresarios y trabajadores falconianos y andinos. Pero quienes han leído la ley y quienes conocen la historia de este tipo de zonas en la misma China y en latitudes más próximas, están sencillamente aterrados.

 

Las zonas especiales son regiones en las que no se aplican las leyes laborales, tributarias ni ambientales vigentes a escala nacional. Pisando el terreno de la provocación, puede decirse que no se aplica ninguna ley, ni siquiera la Constitución. Son paraísos capitalistas sin sindicatos, sin impuestos y sin restricciones para contaminar el aire, el suelo, las aguas y, por tanto, a la gente. ¿Exageraciones? ¿Cuentos chinos? Quien así lo crea, que lea cuidadosamente la ley y que escudriñe en Internet sobre estos enclaves en el gigante asiático. Después hablamos…

 

Lo más escalofriante de la nueva ley, y de la voluntad política que conducirá a que las zonas estén funcionando ya el año que viene, es la ausencia de debate interno revolucionario. No han dicho esta boca es mía los dirigentes sindicales bolivarianos. No han opinado los activistas del ecosocialismo. No han pedido la palabra los dirigentes regionales, municipales (y mucho menos los del Poder Popular) del PSUV de Táchira o Falcón. Las figuras más notables de todos estos ámbitos parecen estar conformes, mientras muchos dirigentes y militantes de la Revolución –esto es seguro– ignoran lo que está en marcha o prefieren pensar que las áreas de libre capitalismo salvaje nos ayudarán a alcanzar el socialismo. El propio cuento chino.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])