Las organizaciones que postulan la legalización del aborto, integradas mayoritaria pero no exclusivamente por feministas, han llevado ante la Asamblea Nacional Constituyente una auténtica papa caliente: una propuesta para reformar la Constitución y abrir el camino jurídico para permitir la interrupción del embarazo en condiciones seguras para la mujer.

 

Al respecto, LaIguana.TV conversó con la activista Gioconda Mota, quien explicó los fundamentos de esta propuesta.

 

A continuación, una versión del diálogo que Mota sostuvo con el periodista Clodovaldo Hernández:

 

-¿En qué consiste la propuesta ante la ANC?

 

-En principio, la apuesta es visibilizar los derechos humanos de las mujeres, en este caso específicamente los derechos sexuales y reproductivos. Implica abrir el debate sobre la práctica segura de la interrupción del embarazo en condiciones gratuitas y protegida por el Estado. Se trata de darle condición de seguridad a un hecho social que por razones múltiples viene ocurriendo. Pero, en el fondo, lo que pretendemos es generar una serie de condiciones en materia de derechos sexuales y reproductivos de manera que la práctica del aborto sea solo la última opción disponible. Esto implica suprimir del texto constitucional la idea de que la concepción es el inicio de la vida. Ese término es el que dificulta legislar en materia de aborto y de otros derechos sexuales y reproductivos.

 

Mota, integrante de la red de organizaciones La Araña Feminista y durante varios años moderadora del programa de televisión El Entrompe de Falopio (Ávila TV y TVes), dice que también aspiran a que los derechos sexuales y reproductivos de toda la población sean incorporados como un capítulo nuevo de la Carta Magna. Entre esos derechos está la posibilidad de decidir cuántos hijos e hijas quiere tener cada persona o pareja, de manera sana y satisfactoria; la educación sexual transversalizada en todo el sistema educativo; que el Estado promueva un ejercicio sano y responsable de la sexualidad que posibilite la prevención tanto de los embarazos no deseados como de las enfermedades de transmisión sexual.

 

La entrevistada destacó la importancia que tiene en ese ejercicio pleno de la sexualidad el disponer de  métodos anticonceptivos de hormona o de barrera. “Solicitamos que se restablezcan los programas que se han realizado en algunas épocas para que el Estado distribuya anticonceptivos de manera libre y gratuita, de modo que las y los jóvenes que ejerzan su función sexual puedan tener acceso a ellos en los espacios educativos  y de salud. Igualmente planteamos que se territorialicen los centros de salud sexual y reproductiva”.

 

-¿Entonces, son dos niveles: el de la Constitución y luego una ley para desarrollar estos aspectos?

 

-Planteamos que en el texto constitucional se suprima el término “concepción”  y que se incorporen los derechos sexuales y reproductivos como capítulo específico. Eso da pie a legislaciones concretas  y a políticas públicas. Paradójicamente, tenemos conquistas legislativas que no se traducen luego en políticas públicas, y tenemos políticas públicas que están basadas en preceptos jurídicos constitucionales no desarrollados en leyes. Lo que queremos es el cambio en la Constitución y las conquistas legislativas, pero muy especialmente queremos que se implanten políticas, y eso requiere de presupuestos, programas, proyectos concretos.

 

La otra polarización

 

-El tema del aborto está signado por una polarización diferente a la que existe en el plano político. Hay chavistas y antichavistas a favor y en contra de legalizar el aborto. ¿Cómo se maneja esa polarización?

 

-Creo que ha habido un ejercicio no casual de satanización del aborto, asociado al enfoque religioso. Por eso es que una de las demandas globales del movimiento feminista es darle carácter laico al Estado, no solo a la educación. Se ha condenado la práctica como si se tratara de un asesinato de bebés. Eso es terrorífico porque se convierte a quienes hacen esta propuesta en poco menos que el demonio. La Iglesia, y no solo la católica sino la institucionalidad religiosa, que no es lo mismo que la espiritualidad y la fe, siguen condenando el aborto. Se coloca en un lugar casi caricaturesco y se saca del análisis humano, social y político el hecho de que esta ha sido una práctica permanente en nuestras sociedades. El aborto existe en Venezuela y en el mundo entero, es transversal a todas las clases sociales y a todas las orientaciones religiosas. Incluso quienes predican en contra, pero se ven en la necesidad de enfrentar un embarazo no deseado, terminan por practicarlo.

 

Mota, madre de dos hijos, señala que en la simplificación que se hace del tema, se pretende adjudicarle la responsabilidad del embarazo no deseado a la mujer que no sabe cuidarse y suele decirse que por ello debe pagar las consecuencias. “Como si la vida humana fuese un asunto de pagar por un error. La verdad es que puede ocurrir un embarazo no deseado incluso cuando se usan métodos anticonceptivos regulares, como consecuencia de una violación o por no haber tenido acceso a los métodos por razones socioeconómicas, algo que en el presente es una realidad muy grave”.

 

Indica que ante dilemas similares, las mujeres pobres enfrentan unas opciones muy diferentes a las de mayor poder adquisitivo. “Si tienes los recursos, puedes buscar la manera de realizarte una interrupción segura, pero si no los tienes caes en el mercado clandestino, en la práctica del aborto inseguro, que se cobra la vida de la mujer o agresiones muy profundas a sus aparatos reproductivos, una práctica que sostiene un mercado. De eso nadie habla. Porque la gente critica la propuesta del aborto seguro, pero calla ante situaciones como el mercado negro con la venta del Misoprostol, que es una forma de interrupción del embarazo permitida, o más que eso, promovida por la Organización Mundial de la Salud, pero que cuesta carísimo. Y tampoco se dice nada acerca del personal médico y paramédico que practica el aborto clandestino también a precios elevadísimos”.

 

Según la activista del movimiento en pro del aborto seguro, “no hay una decisión más terrible para una mujer que la de interrumpir un embarazo” por lo que es una banalización absurda  que  afirme que ellas quieran emplearlo como método anticonceptivo. “Es una decisión muy compleja desde el punto de vista espiritual, afectivo, psicológico  y físico. Es necesario dejar de ver a la mujer como una niña que no es capaz de tomar esta decisión adecuadamente”.

 

Explica que normalmente se cree que las solicitantes habituales de aborto son las mujeres más jóvenes, pero las cifras demuestran otra cosa. Son las que ya tienen hijos y saben las responsabilidades que implica criar a un niño.

 

Manifestaciones de aquí y de allá

 

-En otros países, como Argentina o España, las movilizaciones en pro de la legalización del aborto son multitudinarias. En Venezuela han sido, hasta ahora, manifestaciones muy pequeñas. ¿A qué se debe esto?

 

-Fenómenos como los de esos países tienen detrás décadas de lucha. No son movimientos de ahora, aunque últimamente es que hayan tenido visibilidad mediática. Por otro lado, son países donde las respuestas organizativas de los movimientos sociales siguen estando muy focalizadas en sus áreas, mientras nosotros hemos sido convocados a una lucha política y sociohistórica general que ha concentrado todas las fuerzas organizativas. Eso ha significado un debilitamiento de las acciones focalizadas, temáticas de algunas organizaciones, como las mujeres, los afrodescendientes, las campesinas y los campesinos. El aborto es parte de la agenda feminista global. Se legalizó en la Unión Soviética en 1920 y en Cuba no hay mortalidad por esa causa porque el aborto está garantizado por el Estado. En Venezuela esto se ha planteado desde muchos años atrás, pero, siendo autocríticos, debemos admitir que hemos permitido que parezca que es un problema de unas mujeres en específico que luchan por ese derecho. La verdad es que no nos corresponde solo a nosotras porque es un problema transversal. Ahora tenemos que empezar a movilizar a los sectores que sabemos convencidos para dar el debate, para que otras voces comiencen a visibilizar el tema.

 

Mota considera maravilloso que muchos hombres se sumen a la lucha, pero recuerda que el problema siempre atañe directamente a las mujeres por el hecho simple de que son ellas las que quedan embarazadas y las que deben tomar las decisiones y vivir los cuestionamientos morales en la familia y la comunidad.

 

Refirió un caso de una chica de trece años, con discapacidad intelectual, abusada por un vecino mayor de 60, en un barrio de Catia. La familia se enfrentaba al dilema de buscar un aborto no seguro o seguir adelante con el embarazo y que los abuelos asumieran la crianza del niño, lo que implicaba una cadena de problemas sociales. “Se trabajó para buscar una solución segura porque la familia llegó a un circuito de solidaridad, pero en la generalidad de los casos, terminan cayendo en manos del aborto inseguro que le puede costar la vida a la madre. Lo he visto muchas veces”.

 

Las otras dos Marías


-Hay otros dos temas parecidos en cuanto a lo polémicos y causantes de polarización. Son el matrimonio igualitario y la legalización de la marihuana (algunos dicen que con el aborto forman “la tres Marías”). ¿Las organizaciones feministas también los respaldan?

 

-Yo estoy a favor de la legalización de todo –dice sonriendo–. Apoyo el matrimonio igualitario o reconocimiento jurídico de la unión afectiva de personas con sexualidad disidente, diferente a la hegemónica, que es la heterosexual, la de mujeres y varones. Creemos que la ausencia de reconocimiento a un hecho tan aplastantemente gigante (porque es falso que sea una expresión de minorías) tiene que existir porque es una realidad. La gente no va a dejar de amarse ni de unirse, y ojalá que no lo haga nunca, porque haya o no el reconocimiento, pero este es importante para darle soporte a otros elementos. Es inconcebible que una pareja de lesbianas o de varones homosexuales no tengan seguridad jurídica sobre asuntos de patrimonio común o de seguridad social que tenemos los demás, solo porque a algunos esa unión no les parezca válida. Con relación a la legalización de la marihuana, yo lo que estoy a favor es de que se ilegalice el alcohol, que es una de las cosas más nocivas, una industria gigantesca que se lleva muchas vidas. Hasta ahora no he sabido  de nadie que tenga un choque porque se fumó un porro, pero sí son elevadísimas las cifras de los muertos por consumo de alcohol. No basta esa hipócrita advertencia de la etiqueta que dice que el consumo indebido de alcohol es nocivo para la salud. Creo que en el caso de la marihuana es de las sustancias más sanas presentes en la sociedad, tanto desde el punto de vista medicinal como del placer.

 

Derecho de palabra en la ANC

 

-¿Cuáles son las próximas acciones en la lucha por el aborto seguro?

 

-Ya hubo una reunión formal con la Comisión de la Mujer en la que la constituyente María León se comprometió a llevar la propuesta al pleno. Ahora estamos solicitando que se nos permita un derecho de palabra ante el pleno para que este debate se abra. Es un punto crucial como sujetos políticos de este momento histórico abrir esos debates y darlos con todas las implicaciones políticas que tienen, en términos jurídicos, médicos, del sistema público de salud, de las estadísticas.  Tenemos que hablar de las experiencias de los países donde se ha legalizado el aborto, saber qué ha ocurrido allí. De eso es que debemos debatir, incluyendo a quienes están en contra, sin perder la perspectiva de que la competencia y la labor del Estado es legislar en función de los derechos de la mayoría.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)