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El escritor venezolano, Luis Britto García abre un agudo análisis sobre las coincidencias y conveniencias para la derecha francesa que se desencadenaron tras el ataque a la sede del semanario francés, Charlie Hebdo, caracterizado por sus críticas a las religiones especialmente la islámica. A continuación lea el artículo íntegro:

 

1.- ¿Quiénes masacraron a los humoristas de Charlie Hebdo? Los medios del fundamentalismo eurocentrista culpan de manera instantánea al fundamentalismo musulmán. El acusado Estado Islámico no se atribuye el atentado. En un automóvil abandonado cerca de la escena del crimen aparece convenientemente olvidado el documento de identidad de uno de los hermanos sospechosos del delito de islamismo. De forma todavía más conveniente, el identificado y el fraterno cómplice son exterminados a las pocas horas, de modo que no puedan confesar ni defenderse, no sin que se sepa que eran colaboradores de los servicios de seguridad francesa. Y para colmo de la conveniencia, poco después el encargado de la investigación, Helric Fredou, se suicida. Todo es posible, pero demasiado usual se han hecho los atentados de falsa bandera como para que creamos de buenas a primeras en la versión de las autoridades.

 

2.- Pocas ventajas podía reportarle al islam el asesinato de una docena de infieles más o menos irreverentes. Quien insulta mi inteligencia no puede esperar que yo respete su ignorancia. Décadas lleva en suspenso una amenaza contra Salman Rushdie, nunca ejecutada a pesar de que este hace apariciones públicas más o menos anunciadas. En cambio, la masacre de los humoristas reporta ventajas a la derecha francesa, que al mismo tiempo que ve desaparecer la flor y nata de sus más encarnizados críticos, aprovecha el crimen para atizar el fuego de la islamofobia, promover leyes de control de la población y la inmigración musulmana y quizá desatar nuevas guerras de saqueo.

 

3.- Por ejemplo, Marine Le Pen, líder del derechista partido Frente Nacional, apoya reinstaurar la pena de muerte. El ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, convoca una reunión de sus homólogos de la UE y EE.UU., y el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, propone en Riga un nuevo programa de “lucha contra el terrorismo”. No contra el terrorismo de la UE que desencadenó 20 mil misiones de bombardeo contra Libia o permitió el genocidio de Gaza o la agresión contra Siria, no. Se trata de colecta e intercambio de informaciones en toda la UE, prevista en inocentes reuniones con el fiscal general estadounidense, Eric Holder. No sería improbable una Ley Patriota Europea que permitiera la pena de muerte, la tortura y la detención indefinida sin acusación ni juicio de sospechosos, o sea, de musulmanes.

 

4.- Se rasgan las vestiduras en público quienes seguramente descorcharon champaña en privado al enterarse de la hecatombe, como los conservadores diarios Le Monde, Süddeutsche Zeitung, La Stampa, Gazeta Wyborcza y El País, los políticos Obama, Sarkozy, el Consejo de Seguridad de la ONU, la directora gerente del FMI Christine Lagarde, o Michel Houellebecq, quien había merecido varias viñetas de los humoristas por su novela Soumission, que alerta contra una supuesta toma del poder en Francia por los musulmanes en 2022.

 

5.- Una manifestación de dos millones de personas y 40 estadistas cubre París con la consigna “Je suis Charlie”. Se pretende deslindar campos entre un islam supuestamente fanático y un Occidente autoproclamado como tolerante. Si Charlie hubiera tenido dos millones de lectores y cuatro decenas de estadistas amigos, no hubiera sido prohibido cuatro veces por las autoridades francesas (en 1961, 1966, 1970 y 1992 cuando circulaba con el nombre de Harakiri), ni hubiera tenido que cambiar su nombre al de Charlie para burlar la prohibición, ni hubiera sido demandado en 2007 por ejercer la libertad de pensamiento.

 

6.- Quizá la más lúcida opinión sobre esta tragedia sea la del caricaturista sobreviviente Bernardo Holtrop “Willem”, quien expresa que “los nuevos amigos de Charlie Hebdo me hacen vomitar. Nos hacen vomitar todas esas personas que de repente dicen que son nuestros amigos y encabezan la manifestación en París”.  

 

(Por: Luis Britto García/ÚN)