En una intervención en la Asamblea Nacional, el diputado Henry Ramos Allup hizo referencia a la crisis eléctrica del país, un área en la que tienen graves responsabilidades integrantes de su familia y sobre la que la prudencia política le recomendaría pasar agachado.

 

Henry Ramos Allup ha perdido mucho terreno entre el público opositor. Sus bravatas de 2016, cuando dijo que iba a salir de Maduro en seis meses lo dejaron abollado. Más recientemente, un malestar de salud lo sacó de circulación por un tiempo, y al volver se encontró con que “la derecha ultramontana y repugnante”(como él la llamó alguna vez) retomó el control de la antirrevolución.

 

Ya con 75 años, no tiene mucho margen de maniobra, así que está tratando de recuperar terreno en el competido torneo del descaro opositor.

 

En su discurso sobre el tema eléctrico se preguntó “qué país que se respete puede estar sometido a estas condiciones de infrahumanidad? Ya basta. Tómese en cuenta la tragedia que padecemos en el sector eléctrico. Hasta hace seis o siete años las horas de generación y distribución durante la IV República sirvieron para exportar electricidad a las frontera noreste de Colombia y al norte de Brasil”, dijo, desde la tribuna de oradores, aclamado por los demás diputados.

 

De no ser por la tendencia a la desfachatez, Ramos Allup debería caminar con mucho cuidado en este terreno minado, pues una de las causas estructurales de los problemas eléctricos nacionales fueron las andanzas de los llamados bolichicos en una firma denominada Derwick Associates. Allí figuraron personajes con nombres de alcurnia como Leopoldo Alejandro Betancourt López, Pedro Trebbau López,  Francisco Convit Guruceaga, Domingo Guzmán López, Orlando Alvarado y Francisco D’Agostino, hijo del constructor Franco D’Agostino y cuñado de Ramos Allup.

 

Durante años, la influyente familia (en la que también está el locutor de comerciales Eladio Lárez, casado con la hermana gemela de la esposa de Ramos Allup) ha hecho tremendos esfuerzos para desligar a Franciso D’Agostino del caso Derwick. Incluso han solicitado desmentidos y aclaratorias en medios españoles, en los que se han publicado reseñas de las peripecias de estos personajes, quienes luego de enriquecerse en Venezuela mediante actos de evidente corrupción han creado negocios en el sector inmobiliario ibérico.

 

Uno de los trabajos periodísticos indicó que los traviesos bolichicos  son propietarios de una hacienda en Toledo, llamada El castillo de Alamín, comprada por más de 22 millones de euros y anteriormente propiedad del presidente de la CEOE (la Fedecámaras española), Gerardo Díaz Ferrán, preso por lavado de dinero y ocultamiento de bienes.

 

Según personajes del mismo campo opositor, Ramos Allup fue cómplice de su descarriado cuñado.  El exembajador estadounidense en Caracas Otto Reich y un individuo que se presenta como activista de derechos humanos, Thor Halvorssen (hijo homónimo de un conocido empresario y presunto agente de la CIA) denunciaron que Ramos Allup obtuvo provecho de los negocios turbios de su pariente bolichico.

 

(LaIguana.TV)