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En 1943, la marina estadounidense desarrolló un experimento que amenazaba con cambiar el curso de la guerra y daría una ventaja insalvable al ejército norteamericano por encima de todos los demás: se trataba de aplicar los conocimientos en electromagnetismo para hacer invulnerable el USS Eldridge, un destructor de más de mil toneladas de peso y 9o metros de proa a popa construido tres meses atrás.

 

A través de ingeniería aplicada y desarrollos teóricos de los científicos más importantes del siglo XX, el USS Eldridge habría de invisibilizar al navío no sólo de los radares, también de la vista humana. En pocas palabras –y en un hecho sin predecentes–, la marina trató de desaparecer un barco con todos sus tripulantes a bordo, pero el experimento salió de control y obtuvo resultados aún más sorprendentes.

 

Después de una primer prueba en julio de 1943, la teoría afirma que el USS Eldridge desapareció durante algunos minutos ante la estupefacción de los científicos y coordinadores del experimento. Cuatro meses después y luego de reajustar cálculos, un segundo y definitivo ensayo habría desaparecido efectivamente el acorazado. No sólo eso: quienes defienden la autenticidad de esta teoría apuntan que el barco también fue teletransportado a Norfolk, donde fue avistado hasta 15 minutos antes del inicio del experimento.

 

El resultado habría sido desastroso para los militares y marinos de a bordo: las fuentes que defienden esta teoría coinciden en que los tripulantes sufrieron de los estragos de la teletransportación, desde ataques epilépticos y episodios de esquizofrenia, hasta la desaparición en algún otro multiverso o dimensión. Los más afortunados, sólo habrían sufrido heridas menores y confusiones que sanaron conforme pasó el tiempo y tal evento quedó guardado como un secreto de confesión bajo pena de muerte.

 

Entre el conjunto de hechos que formaron parta del Proyecto Philadelphia, dos son completamente comprobables. El USS Eldridge fue divisado en Philadelphia y una hora más tarde en Norfolk. A partir de entonces, el mito cobró una importancia inusitada entre las distintas teorías conspiracionistas y sinfín de preguntas asaltaron a la población estadounidense: ¿Por qué el barco fue visto a cientos de kilómetros de distancia con unas pocas horas de indiferencia ¿Realmente lograron su cometido los científicos y marinos? ¿Sería el principio de una revolución tecnológica?

 

Después de años de investigaciones, la teoría fue perdiendo fuerza poco a poco y se logró dar con su principal promotor. En 1956, Morris Jessup, un ferviente creyente de las pseudociencias y las teorías conspiracionistas recibió una carta firmada por Carl Allen, un hombre que supuestamente había presenciado el experimento Philadelphia mientras laboraba en el mismo puerto donde ocurrió la desaparición.

 

El entusiasmo de Jessup le llevó a interesarse aún más en los pormenores y el misterioso remitente no dudó en amalgamar un mito que parecía convincente basándose en el avistamiento del barco en ambos puertos.

 

Al final, la historia que se nutrió con el paso de los años de más elementos fantásticos como las teorías de Einstein y los inventos de Tesla, cayó por su propio peso: la desaparición de un enorme buque con personas dentro y decenas de pasajeros dispuestos a colaborar en un experimento “secreto” a la luz del día sólo arrojó un resultado posible: no existe evidencia científica que sustente tal hecho. El golpe mortal a la teoría conspiracionista llegó cuando un exmarinero del USS Eldridge declaró toda la verdad.

 

Fue real que el barco llegó a Norfolk después de estar en Philadelphia, pero la embarcación nunca salió al Atlántico con dirección al sur. El USS Eldridge tomó una ruta alterna a través del canal Chesapeake-Delaware, una vía rápida propiedad de la marina y el ejército norteamericano. Más allá de la lejana correspondencia con la realidad, la historia creada por Jessup y Allen demuestra la facilidad con que se puede distorsionar un hecho a partir de falsas suposiciones, con el poder y lo atractivo de la pseudociencia, la ignorancia y un poco de paranoia.

 

(culturacolectiva.com)

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