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El pasado miércoles 22 de marzo, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) emitió un comunicado en el cual exponen una “estrategia consensuada y comprehensiva que canalice y potencie los esfuerzos que conduzca” a un cambio de Gobierno lo antes posible.

 

En tal sentido, señalan el paso a paso de cómo debe llevarse a cabo la estrategia para recuperar el hilo constitucional y lograr el objetivo final. Para lo que se han propuesto tres objetivos prioritarios, “lograr el cambio de gobierno lo más pronto posible por vía constitucional, proteger a la población de los desmanes del régimen, y convertirse en alternativa real de poder”.

 

Para esto, se plantean al menos 5 frentes simultáneos de lucha: 

 

1) La acción política de defensa de los venezolanos en situación de mayor vulnerabilidad, especialmente en las áreas de alimentación y salud. 

 

2) Reforzar la organización popular y la interconexión de sectores y movimientos sociales organizados claves, para dar disciplina y eficacia política a la imprescindible presión de calle, y conformar así un gigantesco movimiento social que no pueda ser detenido ni dividido. 

 

3) La organización electoral, que es justamente a lo que más teme el gobierno.

 

4) La presión internacional.

 

5) La construcción conjunta de los lineamentos del próximo gobierno de Unidad Nacional y la discusión con el país del Programa de Reconstrucción Nacional.

 

Puesto que, aseguran que “sin el transitar por el arduo camino de la organización popular y de una estrategia política comprehensiva y sistémica, no hay cambio posible. Las salidas mágicas suelen conducir siempre a dolorosas trampas, que alejan más las posibilidades de transformación que se desean”.

 

A continuación el comunicado:

 

La Unidad Democrática, como representación política organizada de la Venezuela mayoritaria que demanda cambio, está en mora con el país en cuanto al anuncio público de una estrategia consensuada y comprensiva que canalice y potencie los esfuerzos que conduzcan a ese cambio. Ese anuncio es urgente y más necesario que nunca. El país no aguanta más y el sufrimiento de muchos venezolanos alcanza ribetes de desesperación. Justamente por eso hay que afinar muy bien las estrategias y acciones a seguir, para evitar atajos o imperdonables errores que retrasen la pronta superación de esta tragedia. Los venezolanos no merecen una nueva frustración, y están cansados de seguir esperando.

 

La Unidad Democrática se ha propuesto tres objetivos prioritarios, y que son el norte y razón de su accionar: lograr el cambio de gobierno lo más pronto posible por vía constitucional, proteger a la población de los desmanes del régimen, y convertirse en alternativa real de poder. La estrategia necesaria tiene que estar diseñada entonces para la consecución de estos tres objetivos. Además, tiene que proyectarse a partir de las fortalezas y debilidades tanto propias como del adversario. Es trabajar con lo que se tiene, no con lo que nos encantaría tener. Una estrategia exitosa y eficiente no es una lista de deseos o sueños, ni un conjunto de clichés o lugares comunes más o menos con sentido, sino una serie ordenada y sistemática de acciones muy bien pensadas –y además, en nuestro caso, compartidas y consensuadas- que tienen como fin el logro de un objetivo superior.

 

En función de lo anterior, la estrategia necesaria – y que la Unidad analiza y discute- supone al menos 5 frentes simultáneos de lucha: 1) la acción política de defensa de los venezolanos en situación de mayor vulnerabilidad, especialmente en las áreas de alimentación y salud; 2) reforzar la organización popular y la interconexión de sectores y movimientos sociales organizados claves, para dar disciplina y eficacia política a la imprescindible presión de calle, y conformar así un gigantesco movimiento social que no pueda ser detenido ni dividido; 3) la organización electoral, que es justamente a lo que más teme el gobierno; 4) la presión internacional y, por último, 5)  la construcción conjunta de los lineamentos del próximo gobierno de Unidad Nacional y la discusión con el país del Programa de Reconstrucción Nacional.  Esta estrategia está terminando de ser articulada, para ser anunciada –con todos sus detalles y acciones- prontamente al país.

 

Pero para el éxito de esta estrategia necesaria, lo primero era asegurar que la gente que quiere cambio – más del 80% del país- contara con herramientas para poder materializar esa aspiración, y esas únicas herramientas son los partidos políticos. Porque sin partidos, podrá haber las elecciones que el régimen quiere, esto es, sin oposición, pero no habrá ciertamente cambio político. Había entonces que desarrollar un inmenso esfuerzo humano de organización y logística para enfrentar y superar esa trampa impuesta por el gobierno a través de sus fichas en el CNE, llamada eufemísticamente “ relegitimación de los partidos”.

 

Y hasta ahora se ha logrado romperle el brazo a la estrategia oficialista, en jornadas épicas, de auténtica presión de calle, sorteando obstáculos y violencia de toda índole. Además, se diseñó un acuerdo unitario, firmado por todos los miembros de la MUD, según el cual los partidos que no lograsen superar la trampa del gobierno seguían siendo partidos de pleno derecho para la Unidad, y aquellos que sí se “relegitimaran” se convertían en tarjetas unitarias donde todos los demás tuviesen cabida y participación electoral. Si no se superaba esta etapa de la lucha –y todavía quedan 2 jornadas más de combate- afrontar las otras iba a ser incluso más complicado de lo que de hecho son, y significaba dejar a la población sin instrumentos para materializar el cambio político.

 

La estrategia necesaria no puede, por respeto a la gente, limitarse a acciones desagregadas, catárticas e inconexas, sin vinculación con una direccionalidad política ordenada, que sólo se reduzcan al movilismo per se y terminen generando más frustración y desesperanza.

 

Sin el transitar por el arduo camino de la organización popular y de una estrategia política comprehensiva y sistémica, no hay cambio posible. Las salidas mágicas suelen conducir siempre a dolorosas trampas, que alejan más las posibilidades de transformación que se desean.

 

El país no aguanta más. Por eso, más que nunca, hay que ser inteligentes, perseverantes y sobre todo no errar el objetivo. Ello pasa, por ejemplo, por no prestarse al juego del régimen y caer en la estupidez de torpedear la necesaria unidad de los factores de oposición. El costo de tal error puede ser tan caro, que se convierta en el oxígeno que tanto necesita un gobierno sin gente.  Hay que recordar de nuevo la dura pero acertada frase de León Blum: “La política es un juego severo, donde no todos los aciertos se cobran, pero donde todos los errores se pagan doble”.

 

(LaIguana.TV)