El prolongado reinado de la rectora Cecilia García Arocha en la Universidad Central de Venezuela, ahora en vilo por la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), pone de manifiesto varias de las características más notables de la oposición venezolana: el doble rasero en el enfoque de diversos asuntos; el supremacismo académico y social; el empeño en controlar nichos simbólicos de la «sociedad civil»; la ineficiencia y la corrupción en el ejercicio del gobierno; todo ello amparado por una conveniente alcahuetería mediática.

 

Doble rasero moral

 

García Arocha fue un puntal del antichavismo en las matrices de opinión que se forjaron en su momento contra el comandante Hugo Chávez por su propuesta de establecer en la Constitución Nacional la posibilidad de reelección sin límite de veces. Entonces se le acusó de pretender eternizarse en el poder como un dictador.

 

Luego, la rectora ha mantenido esa misma postura opositora en contra del presidente Maduro.

 

Significativamente, ella se ha atrincherado en su cargo sin siquiera realizar elecciones. Su gestión pasa ya de una década, aunque las normas internas de la UCV estipulan períodos de cuatro años.

 

Para erigirse como una suerte de emperatriz, la odontóloga egresada de la misma universidad en 1976, ha esgrimido el argumento de la defensa de la autonomía, supuestamente amenazada por el gobierno autoritario.

 

Supremacismo académico y social

 

La primera mujer en ocupar el rectorado de la UCV significó la continuación de la tendencia de la UCV a alinearse por completo hacia las posturas neoliberales, luego de haber sido un bastión de la izquierda. Sus predecesores, Antonio París y Giuseppe Giannetto ya habían marcado la pauta.

 

De la mano de García Arocha, no obstante, esta deriva hacia la ultraderecha se ha hecho mucho más clara. La UCV se puso por completo de espaldas al segmento más ancho de la población venezolana, consolidándose como expresión de las clases medias y altas, sin diferencias ideológicas notables respecto a las grandes universidades privadas.

 

En los planteamientos de García Arocha e, incluso, en su actitud personal, predomina el supremacismo académico. El planteamiento de fondo es que la persona con grado universitario tiene mayor valor y, por tanto, más derechos que el resto de la gente.

 

Esa manera de estar en el mundo ha sido el núcleo de la negativa de García Arocha a realizar elecciones en el tiempo reglamentario. Asegura que el chavismo pretende destruir la meritocracia universitaria para designar como autoridades a individuos académicamente mediocres.

 

Por supuesto que ese supremacismo académico tiene un fuerte componente social, pues la mayoría de quienes acceden a la UCV son bachilleres egresados de la educación privada.

 

Control de nichos simbólicos

 

En el largo gobierno de García Arocha, la UCV ha sido utilizada por la derecha como uno de los nichos simbólicos que les permiten dar la impresión de que tienen un apoyo mayoritario del país.

 

Ejemplo de ello han sido los actos realizados en el Aula Magna, sitio emblemático de la rebeldía de otros tiempos. Allí se bautizó el fallido relanzamiento de la coalición antirrevolucionaria, el Frente Amplio Venezuela Libre, tras el naufragio de la Mesa de la Unidad Demócratica; allí se llegó al extremo de recibir a uno de los encargados de negocios de Estados Unidos, quien andaba en abierta actitud conspirativa, una genuina afrenta para la memoria de la guerrera universidad de los años 60 y 70.

 

Ineficiencia y corrupción

 

La gestión de García Arocha ha estado signada por los mismos males que se le critican a los gobiernos nacionales: ineficiencia y corrupción.

 

Prácticamente no existe un renglón de la administración rectoral que no haya sido objeto de críticas y denuncias.

 

En particular, todos los programas y actividades que tienen asignado presupuesto o producen ingresos han sido ensombrecidos por acusaciones provenientes no pocas veces de personas que también militan en la oposición. Las «joyas de la corona», los negocios derivados del alquiler de los estadios a las ligas de fútbol y beisbol profesional, son los que peores olores despiden.

 

Mientras tanto, la infraestructura de la universidad acusa un deterioro evidente, que las autoridades atribuyen al estrangulamiento financiero ejecutado por el gobierno, una forma cómoda de ocultar la ineficiencia y la corrupción propias.

 

Alcahuetería mediática

 

Este cuadro general de prolongación arbitraria del período de gobierno, utilización política de la universidad, corrupción e ineficiencia se ha hecho posible, en buena medida, debido a la complicidad expresa de la maquinaria mediática de la derecha.

 

Los grandes medios nacionales y globales, así como muchos influencers opositores han respaldado automáticamente a García Arocha en las posturas políticas que le han permitido reinar en la UCV por once años, al mismo tiempo que denigra de supuestas tiranías y usurpaciones.

 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)