Tras la salida de prisión del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva este viernes, por decisión del Supremo Tribunal Federal (STF), vale la pena recordar cuáles fueron los motivos que lo pusieron tras las rejas desde el 7 de abril de 2018 y que hoy se desvanecen a la vista de todos.

 

Desde 2016 el fundador y presidente del Partido de los Trabajadores (PT) es acusado de corrupción y lavado de dinero. De la nada, lo transforman en figura principal y uno de los principales responsables del escándalo de corrupción de Petrobras, Odebrecht y ‘Lava Jato’ .

 

Algunas de las acusaciones sostienen que aceptó sobornos multimillonarios de las principales empresas constructoras de Brasil, que habían formado un cartel para repartirse los contratos multimillonarios de la petrolera brasileña.

 

Con ello, supuestamente, Lula da Silva pudo tener el sonado triplex en Guarujá y reformar una hacienda en Atibaia , Sao Paulo; caso por el que fue condenado a 12 años y 11 meses de cárcel.  También ha sido vinculado a tráfico de influencia y corrupción pasiva. Tiene por lo menos otros seis procesos abiertos ante la justicia.

 

Sin embargo, las pruebas de este caso están salpicadas de irregularidades tal y como quedó demostrado con la liberación de Lula. Las investigaciones apuntan que todo se trató de una conspiración para evitar su participación en las elecciones presidenciales de octubre de 2018. 

 

Al parecer, la respuesta de por qué pusieron preso a Lula descansa en el recurso de la judicialización de la política .Un juego donde el capitalismo hegemónico utiliza a fondo un factor que puede controlar porque no depende del voto popular: el Poder Judicial.

 

(LaIguana.TV)