El representante a la cámara por Bogotá, David Racero, difundió este viernes a través de su cuenta en la red social Twitter un interesante esquema de relaciones del llamado clan Char, familia que controla los hilos del poder en la costa Atlántica colombiana con mano de hierro y que ha sido acusada por la exsenadora Aída Merlano durante su audiencia ante la justicia venezolana, como los artífices de su secuestro, durante el cual, según ella, pretendían asesinarla. 

 

“Mi fuga fue organizada por los Gerlein y Char con el único propósito de asesinarme, una vez me sacaran de la institución donde yo estaba recluida (…) No solamente estas dos casas políticas importantes de la región Caribe quieren asesinarme, sino también el presidente Iván Duque para cuidar las espaldas de su jefe Uribe”, dijo Merlano el jueves en el Palacio de Justicia. 

 

En el extenso mapa de relaciones difundido por Racero, el llamado clan Gerlein aparece en un costado, ni siquiera central y muy cerca de Aída Merlano. En todo caso, solo dos miembros bastan para mostrar que, en el vecino país, si se pertenece a la clase política y se realizan los acuerdos con quienes ejercen el poder, se puede hacer lo que fuere. 

 

Julio Gerlein fue pareja de Aída Merlano durante más de dos décadas y aparte de una hija en común, Aída Victoria Merlano, les unía el interés por la política, en la que la excongresista había incursionado gracias al impulso de Julio y al nada insignificante hecho de que el hermano de este, Roberto Gerlein, fue senador por el Partido Conservador entre 1974 y 2018. 44 años en un curul dejan algunas relaciones y también, un amplio conocimiento de lo que se requiere para permanecer en ese nivel durante tanto tiempo. 

 

A Merlano la incursión en la política del Atlántico colombiano le dio algunos réditos. Resultó electa Representante a la Cámara por el Partido Conservador durante el gobierno de Juan Manuel Santos. En 2018 decidió ascender el siguiente peldaño: el Senado de la República, apoyada por el partido Cambio Radical, liderado por el exvicepresidente de Santos, Germán Vargas Lleras. 

 

Lo que no sabía Aída Merlano es que le esperaba morder el polvo de la derrota varias veces. Fue acusada de corrupción y compra de votos y condenada a 15 años de prisión. Escapó y luego, según refiere, los clanes Char y Gerlein habrían servido de brazo ejecutor del gobierno de Iván Duque, cuyo propósito último era asesinarla. Lo que sí sabía es que el clan Char era poderoso y que su poder se sustentaba en corruptelas en las que estaban involucrados una gran cantidad de miembros de las castas políticas en Colombia. Justo por eso, dice, la quieren matar. 

 

Para los venezolanos puede ser difícil comprender cómo una sola familia en contubernio con el gobierno de turno, a partir de sus relaciones, es capaz de decidir la vida y la muerte de alguien que, en rigor, estaba bajo la custodia del Estado colombiano y este debía velar por su seguridad. Quizá por eso, exponer el alcance del clan Char resulte tan revelador. 

 

La telaraña Char y su modus operandi: la familia

 

Según la imagen publicada por el representante David Racero, los vínculos del llamado clan Char –cuyo patriarca es el político barranquillero Fuad Char Abdala– con el poder central bogotano del más alto nivel, se rastrean a inicios de la década de 1980, durante el gobierno conservador de Belisario Betancourt. Pero no solo esto, en la red aparecen los nombres de los expresidentes colombianos liberales Virgilio Barco y César Gaviria Trujillo, así como de Álvaro Uribe Vélez y Juan Manuel Santos. En rigor, salvo Andrés Pastrana, existen pruebas de las relaciones entre el clan Char y todos los presidentes colombianos, incluyendo al actual, Iván Duque.

 

¿Cómo es posible tal nivel de influencias? Los Char parecen haber aprendido pronto las lecciones de la mafia: hay que construir una “gran familia”. En la telaraña, aparte del apellido Char, otros se repiten e involucran a miembros de segunda generación: Nule, Amín, Name, todos subsidiarios del omnipotente clan barranquillero, con el que están emparentados directamente o bien a partir de alianzas políticas duraderas. 

 

Pese a su poder, el brazo de la justicia parece haber alcanzado a algunos de sus miembros más prominentes. Así, por ejemplo, el exsenador David Char Navas, sobrino de Fuad Char fue el primer investigado por parapolítica en la JEP. A él se suman Guido, Manuel y Miguel Nule, condenados por la fiscalía colombiana por el caso “Carrusel de las contrataciones”, un escándalo de corrupción que estalló en 2010 e involucró al exalcalde de la capital colombiana, Samuel Moreno Rojas. 

 

Gabriel Nule es cuñado de Alejandro Char, hijo de Fuad Char. Alejandro fue alcalde de Barranquilla (2008-2011/2016-2019), exconsejero presidencial (2012-2013) y exgobernador del departamento de Atlántico (2003) y es hermano de Arturo Char, actual senador por el departamento de Atlántico –ya antes lo había sido, durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez–, acusado por Aída Merlano como el ejecutor de su secuestro y como una de las cabezas en el plan de asesinarla. 

 

El sitio de investigación La Tabla Blog, refiere además que, luego de que se destapara la corrupción electoral en torno a Aída Merlano, Arturo Char estaría siendo investigado, toda vez que se cree que alcanzó su escaño mediante la compra de votos. 

 

Sin embargo, esto no es lo único que de él se dice en Colombia. Distintos analistas coinciden en que Arturo Char está en el Senado para despejarle el camino a Alejandro Char hacia la casa de Nariño. Con esos tentáculos, la especulación es al menos verosímil. 

 

Y el clan Char alcanza a Monómeros

 

Monómeros Colombo Venezolanos es, después de Citgo, el principal activo de Venezuela en el extranjero. Filial de la estatal Pequiven, la sede principal de empresa está asentada en Barranquilla, cerca de la desembocadura del río Magdalena, aunque tiene otra subsede en la localidad de Buenaventura (Valle del Cauca). Es difícil pensar que una empresa tan importante como esa y ubicada en la zona de mayor influencia del clan Char, no haya despertado el más mínimo interés entre ellos. 

 

De acuerdo con lo publicado por el portal Dinero, a inicios de 2019 tenía una plantilla de más de 1.400 empleados. Asimismo, “es la mayor compañía de abonos, plaguicidas y químicos de uso agropecuario en el territorio nacional. En 2017 tuvo ingresos operacionales por $1,2 billones y el año pasado acaparó más del 20% del mercado local de abonos”, cita el referido portal, en el que, luego de que el gobierno de Iván Duque reconociera al autoproclamado Juan Guaidó como presidente interino, de inmediato comenzó a especular acerca del destino de la compañía, a fines de enero de 2019. 

 

Una de las primeras acciones emprendidas por Duque luego de desconocer al gobierno venezolano, fue impedir la entrada a Colombia de Ronald Ramírez Mendoza, quien había sido designado por el presidente Nicolás Maduro como presidente de Monómeros. 

 

Pero, ¿qué tiene que ver el clan Char con esto? La pieza clave es José David Name, senador por el gobernante Partido de la U e hijo de José Name Terán, aliado comprobado del clan Char desde 2017 y senador por el Partido Liberal entre 1978 y 2006. 

 

Según recoge Dinero, el senador uribista se aprestó a pronunciarse acerca de la medida: “La decisión de impedir la entrada de Ronald Ramírez Mendoza, ha sido acertada y en el sentido en el que veníamos solicitando la intervención del Gobierno. No podemos permitir que vengan a nuestro país los amigos de Maduro a hacer de las suyas”. 

 

De sus declaraciones se deduce que ya, antes de que la decisión hubiera sido tomada, el clan Char habría estado presionando a Iván Duque para ello. 

 

Lo sucedido con Monómeros, luego de que el gobierno colombiano facilitara la entrega de su administración a los “funcionarios” designados por Juan Guaidó, se ha traducido en un enorme escándalo de corrupción, producto de la apropiación indebida de activos de la Nación por parte del líder de la oposición extremista criolla y su equipo, situación que fue denunciada incluso por Humberto Calderón Berti, que había sido designado por Guaidó como “embajador” en Bogotá y asesor de la nueva junta directiva de Monómeros. Habría que rastrear cuáles son los nombres implicados, del lado colombiano, en esta estafa. 

 

Lo antes dicho deja claro que los largos tentáculos del clan Char distan mucho de ser una invención de Aída Merlano. Ni siquiera cabe el término exageración. Ella, dentro de todo ese entramado, es una pieza secundaria y, por ello, sacrificable. 

 

Independientemente de su culpabilidad, es claro que el clan Char controla una amplia red de relaciones dentro de las más altas esferas del poder político en Colombia y que a él están asociados muchos “pesos pesados” de la clase política en el vecino país. De allí que el silencio de Merlano sea necesidad acuciante. Pero ella parece estar dispuesta a decir todo cuanto sabe y para más, al gobierno venezolano. Es probable entonces que las piezas de dominó que sostienen el entramado de los Char y sus allegados, comiencen a caer una tras otra. 

 

(LaIguana.TV)