Los análisis de Miguel Ángel Pérez Pirela en la edición 89 de Desde Donde Sea profundizaron en los efectos de la relajación –en su criterio, apresurada– de las medidas de confinamiento decretadas en razón de la pandemia de Covid-19, que están adoptando naciones en Europa, América Latina e incluso, los Estados Unidos. 
 
 
En ese orden de ideas, refirió que sigue flotando la pregunta: ¿abrir o no abrir las sociedades? Sin embargo, el levantamiento paulatino de las cuarentenas y otras medidas de distanciamiento social son un hecho –o lo serán en fecha próxima– en muchas naciones. 
 
 
De ahí que la pregunta que resulte pertinente hacerse sería: «¿Cuál es el grado de conciencia que tiene el individuo para protegerse contra el Covid-19?», toda vez que el discurso ultraliberal, que propugna por la libertad de actuación del individuo, es el soporte paradigmático bajo el cual se amparan tales procederes. 
 
  
Y si bien teóricamente el punto de vista puede defenderse, para Pérez Pirela esa conciencia, esa responsabilidad, implica no solamente protegerse a sí mismo de la infección, sino proteger a los demás. 
 
 
No obstante, los primeros indicios de relajación del confinamiento, apuntan a que esa conciencia responsable no ha calado en el seno de las sociedades, pues aún teniendo muy frescos los embates de la Covid-19, las imágenes de personas circulando sin tapabocas, concentrándose en sitios públicos sin cuidar la distancia social -recomendada para evitar contagios- en países como Estados Unidos o Italia, le han dado la vuelta al mundo. 
 
 
Para ejemplificar, refirió que en el estado de Colorado, en el que recientemente la máxima autoridad regional decretó la relajación del confinamiento, circularon fotografías de miles de personas volcadas en las calles –muchas de ellas sin mascarilla– y restaurantes abiertos sin que el personal portara equipamiento adecuado y sin que se estableciera la distancia social entre los comensales. 
 
 
Algo similar, comentó, ocurrió en Milán, ciudad localizada en Lombardía, la región más golpeada por el coronavirus en Italia: los ciudadanos salieron a la calle a disfrutar del clima primaveral mientras compartían un aperitivo, prescindiendo de los tapabocas y sin guardar el distanciamiento. La escandalosa actuación fue catalogada por el alcalde de esa urbe como «irresponsable» y es un signo visible de que, muy probablemente, el relajamiento paulatino de las cuarentenas traerá consigo un rebrote de las infecciones. 
 
 
América, el nuevo epicentro de la pandemia: entre las gestiones inapropiadas y las presiones económicas para levantar las cuarentenas
 
 
En relación con las deficiencias en la gestión de la Covid-19 que se han evidenciado en América Latina, el analista destacó que las tres ciudades que peor han hecho frente a la pandemia –y en ese sentido constituyen «tres malos ejemplos»– son: Manaos, Lima y Guayaquil.
 
 
No en balde se localizan en los países más afectados por la infección en la región. 
 
 
A la fecha, en Brasil se han registrado 189.159 casos, con 13.158 fallecimientos y algunos expertos vaticinan que, en breve, se convertirá en un nuevo epicentro de la pandemia. Por su parte, en Perú se han reportado 76.306 pacientes de Covid-19, con 2.169 decesos, si bien The New York Times cuestionó recientemente la veracidad de las cifras de fallecidos en ese país, indicando que allí estaría ocurriendo algo semejante a lo acaecido en Ecuador: el colapso del sistema sanitario y su precariedad en regiones aisladas, le han permitido estimar a expertos citados por el diario, que la cantidad real de óbitos sobrepasaría las 5.000 personas. 
 
 
Le siguen México, con 38.234 casos contabilizados y 3.926 fallecidos, y Ecuador, con 30.486 infectados y 2.334 decesos. En este último caso, el registro tampoco está claro. El gobierno de Lenin Moreno admitió el subregistro y matemáticos locales han indicado en numerosas ocasiones, que la cantidad de personas que han perdido la vida a causa de la Covid-19 es sensiblemente mayor: en torno a las 10.000. 
 
 
Esta lista la cierran Chile y Colombia. En el primero hay 34.481 infectados y 346 decesos;  el segundo ha informado de 12.930 personas afectadas por la Covid-19 y 509 muertes por esa causa. 
 
 
En síntesis, el experto considera que en los países de América Latina mencionados previamente, los infectados se cuentan por decenas de miles y los fallecidos, excepción hecha de Chile y Colombia, por miles. En contraste, en Venezuela, la cantidad de enfermos no llega a 500. Más precisamente, de acuerdo con el reporte emitido por las autoridades poco antes del inicio del programa, desde la llegada de la pandemia se han identificado 440 personas afectadas por el nuevo coronavirus y solamente 10 han fallecido por ese motivo. 
 
 
Brasil y Colombia: amenazas para Venezuela en tiempos de coronavirus
 
 
Las cifras de nuestro país –que son tan válidas como las del resto, en tanto están avaladas por la Organización Mundial de la Salud–, hablan de una gestión mucho más acertada de la pandemia. Sin embargo, ese esfuerzo puede verse comprometido, toda vez que los países con los que compartimos amplias fronteras –Brasil y Colombia– «están cundidos de infección y muerte», lo que convierte a los venezolanos «víctimas de las políticas erráticas e irresponsables de Duque y Bolsonaro», que, en decir de Miguel Ángel Pérez Pirela, están más pendientes de invadir y agredir a Venezuela, que de atender la crisis derivada de la Covid-19. 
 
 
En ese orden de ideas, recordó que el inicio del brote, el mandatario brasileño aseguró que había que cerrar la frontera con Venezuela, porque allí se desataría la pandemia. Las cifras más recientes desmienten con creces a Jair Bolsonaro, que en lugar de deponer su actitud, insiste en el discurso de la banalización y de la culpabilización del tercero –en este caso, Venezuela–, para justificar su proceder. 
 
 
Sin embargo, en criterio del filósofo, la llegada del Covid-19 ha permitido que se caigan las máscaras de ciertos políticos, cuya imagen pública fue construida a partir de técnicas avanzadas de marketing político, pero que en medio de una situación que demanda acciones y estrategias de alto nivel, se han quedado desnudos en su pequeñez.  
 
 
Lo que no puede permanecer oculto es que, de los 17 casos nuevos de Covid-19 sobre los que informaron las autoridades venezolanas hoy, 14 son importados y 13 de ellos provienen de Colombia. 
 
 
Por ello, el gobierno venezolano «prende alarmas» y queda evidenciado que Colombia y Brasil, con sus políticas desacertadas e insuficientes frente a la pandemia, «significan un peligro inminente para la salud de los venezolanos y las venezolanas». 
 
 
Mientras tanto, Avianca, la aerolínea emblemática de Colombia, se declaró en bancarrota en los Estados Unidos y se une al cúmulo de empresarios y comerciantes que presionan al gobierno de Iván Duque para que relaje la cuarentena y permita la reactivación incluso de los vuelos comerciales. Algo análogo estaría sucediendo en Brasil. 
 
 
Por ello, el también director de La Iguana.TV se preguntó: «¿Qué cosa se va a poner como elemento más importante: la vida humana o el mercado?», toda vez que «el esfuerzo y el sacrificio de venezolanos y venezolanas, está siendo cacheteado, echado por la borda, por los gobiernos de Col y Brasil, que no están tomando las medidas necesarias». 
 
 
Las consecuencias societales de la Covid-19: efectos de largo aliento
 
 
Pese a la evidente disminución de infecciones en países como Italia o España, la pandemia de Covid-19 está lejos de estar controlada en el continente. Por eso, Pérez Pirela considera que las presiones mercantiles que están tras esa decisión –las mismas que retardaron la adopción de medidas de confinamiento y la suspensión de eventos masivos, lo que causó miles de fallecimientos–, dan cuenta de la repetición del mismo error. 
 
 
En América Latina, la previsión de los efectos económicos que dejará tras de sí la pandemia, hablan de una crisis sin precedentes en la región, por lo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó el préstamo de 3.483 millones de dólares distribuidos entre 11 países, que luego tendrán que lidiar con las consecuencias del préstamo, a saber, el temido paquete de medidas de ajuste. 
 
 
En data reciente, las consecuencias de los paquetazos fondomonetaristas están a la vista. Ecuador, que suscribió un acuerdo con el ente antes de la pandemia, el sistema sanitario fue desmontado y privatizado por exigencias del FMI ahora es sobrepasado por el Covid-19. 
 
 
Si se voltea hacia Estados Unidos, el desempleo trepó al 14,7% durante el mes de abril y 30,3 millones de trabajadores solicitaron la ayuda por desempleo, superando el 10% registrado en 2010 durante el colapso del sistema financiero, hecho que compromete la reelección de Trump en el proceso electoral pautado para el venidero 03 de noviembre. 
 
 
Asimismo, la pugna entre el mandatario y los gobernadores de algunos estados hizo que la decisión de reapertura de las entidades recayera sobre estos y, hasta el momento, los resultados son preocupantes y puede que lo sean más en el corto plazo, pues según mencionó Pérez Pirela, los expertos prevén que la cantidad de fallecidos a causa del SARS-CoV2-19 rondará entre los 3.000 y 6.000 por día. 
 
 
América se ha convertido en el foco de la pandemia en el mundo –en buena medida por la cantidad de infectados en los Estados Unidos– y supera a Europa y a Asia, en términos de casos positivos reportados. 
 
 
Y al otro lado del Atlántico, la mayor parte de los países están flexibilizando lentamente las restricciones. La lista de países que ya han relajado las medidas de confinamiento social y han apostado –en buena medida, por razones económicas– por la vuelta paulatina a una «normalidad relativa», es larga. 
 
 
Así, Dinamarca, Noruega, República Checa y Austria, países relativamente pequeños en términos poblacionales, pero con fuerte organización social, ya pusieron fin al confinamiento. 
 
 
En otros, como Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos, Suiza, España o el Reino Unido, puede hablarse de una relajación de la cuarentena y no de su suspensión, aunque con variables grados de exigencia en términos de la cantidad de servicios –peluquerías, librerías, bares, restaurantes, escuelas– que se reactivarán en el corto plazo, de la autorización para las reuniones públicas y privadas y de la obligatoriedad del uso de mascarilla para circular por las calles o en el transporte público. 
 
 
En todo caso, el experto considera que, más allá de esas diferencias, como dijera el filósofo alemán G.H.W. Hegel, «la historia no le ha enseñado nada a nadie» y aunque no han pasado ni dos meses desde que los periódicos en esos países ocuparan la mayor parte de las páginas con obituarios, se insiste en una imposible «vuelta a la normalidad». 
 
 
Asimismo, comentó que a los venezolanos podría resultarles difícil comprender por qué las autoridades decidieron extender la cuarentena 30 días más, si la pandemia está muy lejos de alcanzar las proporciones trágicas que adquirió en ciudades como Guayaquil y el mundo está abriéndose lentamente. 
 
 
No obstante, a su parecer, el razonamiento que debería operar es exactamente el opuesto: «Porque tenemos 440 infectados y 10 fallecidos, es que tenemos que tener esta línea de distanciamiento social para evitar que la pandemia nos golpee». 
 
 
Además, en su criterio, los países de América Latina dispondremos de entre dos y tres semanas para mirarnos en el espejo de Europa y evaluar cómo ha resultado la reapertura paulatina decretada en esos países, aunque vaticina que es «irresponsable», porque ya  en Asia –continente en el que apareció la infección– y en Alemania hay indicios de lo que ocurre cuando las cuarentenas se levantan apresuradamente: rebrotes. 
 
 
En ese sentido, aludió a la posición de la OMS, mucho más conservadora que el optimismo expresado por los países que han decidido esa reapertura paulatina: «Todos los pasos tienen que ser muy controlados. Para levantar las medidas, es necesario ser capaz de detectar con rapidez los casos que surjan» y definió seis criterios que han de cumplirse antes de tomar la decisión:  1) transmisión controlada, 2) capacidad del sistema de salud para localizar y atender a nuevos infectados, 3) adopción de medidas preventivas por parte de la ciudadanía, 4) gestión del riesgo de importación de casos, 5) minimización de los riesgos de contagio, 6) adaptación de la ciudadanía a las nuevas normas.
 
 
A su juicio, «todo indica que se están cometiendo errores de impaciencia y se está produciendo un alargamiento de las curvas de contagio y fallecidos a nivel mundial, que tendrán efectos negativos sobre las sociedades, en salud de la economía y un repunte de la xenofobia, que, desgraciadamente ha venido creciendo en muchos países», puntualizó.
 
 
En síntesis, el Covid-19 no es solamente un fenómeno sanitario, sino es un fenómeno transversal a la sociedad, capaz de producir el desmembramiento de instituciones como la Unión Europea y de afectar sensiblemente el funcionamiento de la economía mundial. 
 
 
«¿Qué decisión hemos de tomar? Apostaremos por la reapertura impaciente de las sociedades para volver a la normalidad –a la que no vamos a volver– (…). Aquellos empresarios, aquellos hombres de negocios, aquellas bolsas que en estos momentos están empujando a gobiernos a pueblos y a sociedades a abrir, se van a desaparecer, guardar su plata y le exigirán a los sistemas de salud pública que resuelvan», cuestionó. 
 
 
Por ello, como el Covid-19 ha funcionado como un laboratorio sociopolítico y económico, es pertinente reflexionar sobre cuál modelo nos garantiza la vida y esas respuestas pasan por cuantitativos. 
 
 
Libro recomendado 
 
 
Luis Posada Carriles: un engendro incondicional de la CIA, de Percy Francisco Alvarado, editado por Correo del Orinoco. 

 

(LaIguana.TV)

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