La presentación de las condiciones de posibilidad que explican la reciente ola de protestas que sacuden a los Estados Unidos desde el pasado martes 26 de mayo, luego de que un policía supremacista asesinara por asfixia a un afrodescendiente en Minneapolis, fue el primero de los temas abordados por el filósofo y analista político, Miguel Ángel Pérez Pirela, en la edición 102 de su programa Desde Donde Sea, transmitido este lunes 1 de junio. 

Seguidamente, en intercambio con la audiencia, el experto disertó acerca del esquema de precios y distribución de combustible que empezó a regir en Venezuela, considerando el contexto geopolítico y realidades foráneas, a partir de lo cual quedó evidenciado que la gasolina, antes que derecho humano o mercancía de primera necesidad, es, de hecho, un bien de lujo mediante el cual los Estados, incluyendo aquellos que producen petróleo y sus derivados, obtienen importantes ingresos. 

Estados Unidos en medio de una tormenta perfecta: el Sur en el Norte se levanta 

Al inicio de la transmisión, Pérez Pirela ofreció algunos datos contextuales que dan cuenta de la magnitud y el alcance de las manifestaciones –algunas de ellas, violentas– que surcan el país en este momento. 

En tal sentido, refirió que un primer factor asociado con la magnitud y virulencia de las protestas, es que oficialmente se han registrado más de 40 millones de desempleados e incluso, fuentes extraoficiales refieren que podría haber cerca de 50; consecuencia esta de la pandemia de Covid-19, que suma 1.804.805 infectados probados y 105.033 fallecidos. 

Sobre este ecosistema se han producido multitudinarias manifestaciones de rechazo en contra de la violencia policial contra los afroamericanos y, en general, contra el racismo, en una magnitud, extensión y contundencia como no se habían visto desde la década de 1970 del pasado siglo. 

Frente a esto, comentó, la respuesta gubernamental ha sido decretar toque de queda en 25 ciudades –incluso, Washington D.C., la capital, está tomada por la Guardia Nacional– y arrestar a 4.400 personas, mientras 140 ciudades «están alzadas». El presidente Donald Trump, en lugar de plantar cara a la situación, ha elegido escribir mensajes provocadores en Twitter y esconderse en un búnker próximo a la Casa Blanca, luego de que una protesta llegara relativamente cerca de la residencia presidencial, un episodio que no se había producido desde 1814. 

Más recientemente, comentó, durante los ataques del 11 de septiembre, George Bush hijo se resguardó en el búnker, una medida, si se quiere, más justificada que la huida de Trump, algo que ha generado evidentes reacciones dentro y fuera de los Estados Unidos, país en el que está arraigada la idea de poseer una suerte de superioridad moral que les impele a ofrecer a diario «sermones» en materias de política y Derechos Humanos al resto de los países, y emprender agresiones de distinto tipo y nivel, si alguno osa a contrariarles. 

En este caso, se refirió a las declaraciones de la portavoz de la cancillería rusa, María Zajárova, quien en nombre de su gobierno aseguró que «Estados Unidos pierde el derecho a hacer comentarios a cualquiera en este planeta sobre Derechos Humanos, teniendo en cuenta la situación q se vive en el país» y con ello aludía, en opinión del analista, a los 4400 arrestos, a las 140 ciudades alzadas, a las 25 en las que se impuso un toque de queda, así como de los asesinatos de afrodescendientes a manos de policías racistas y supremacistas

De allí que, en su parecer –que coincide con lo que han señalado otros expertos en temas estadounidenses–, estos eventos y maniobras hacen temer que la situación interna en ese país empeorará y pudiera estarse abriendo el compás para una guerra civil, escenario del cual el mandatario estadounidense estaría sacando provecho, pues en recientes declaraciones, en lugar de asumir las causas reales tras las protestas o al menos su detonante, responsabilizó a la organización antifascista ANTIFA de la violencia y amenazó con calificarla oficialmente como un grupo terrorista, al tiempo que acusó a los gobernadores de «ser débiles» y señaló a Rusia como un culpable foráneo de la extensión de las manifestaciones. 

Por su lado, comentó el filósofo, un vocero del gobierno ruso leyó un comunicado en el que, sin concesión alguna, se aseveraba que «el racismo es una enfermedad crónica de la sociedad estadounidense. Las protestas en Estados Unidos muestran la gravedad de los problemas de racismo y de violencia policial». 

De este modo y a pesar de los esfuerzos de Trump por usar estas circunstancias como catapulta electoral, el comunicador advirtió que ello podría volverse en su contra, toda vez que no solo los afroestadounidenses están saliendo a las calles, sino que muchas personas blancas se han sumado a esa causa, arriesgándose a la posibilidad de enfermar o morir por la Covid-19, lo que es signo de el nivel de indignación que atraviesa a una porción importante de la sociedad estadounidense. 

Sin embargo, en su parecer, tras esa conducta estaría jugando realmente una aplicación de lo que los historiadores han denominado «excepcionalismo norteamericano«, una doctrina que, según el historiador Howard Zingg, «por sanción divina o deber moral», Estados Unidos ha de llevar «democracia, libertad y civilización» al resto, así tuviere que recurrir a la violencia para conseguir sus fines, con lo cual aparece el expansionismo como una condición necesaria que justifica su existencia. 

Con variantes, explicó el experto, esta doctrina está siendo aplicada desde el siglo XVII. Primero sobre los pobladores originarios y después sobre otros pueblos del mundo, como Filipinas, Japón, Vietnam, Laos, Camboya, Irak o Afganistán, pero, quizá más importante aún, sobre su propio pueblo, encarnados en sujetos como George Floyd, cruelmente asesinados por la violencia de un sistema en el que tales prácticas no solamente son comunes, sino que además, gozan de legitimidad histórica. 

Este aspecto puede explicarse a partir del corpus teórico que Pérez Pirela desarrollara en su libro «El Estado posible«, en el cual redefine los conceptos de Norte y Sur más allá de lugares espaciales y temporales y les otorga un papel simbólico. Así, el Norte es lugar simbólico de dominio y expoliación sobre el Sur y éste lo es de explotación y de exclusión, de fuente de materias primas –incluyendo a las personas– para el enriquecimiento del Norte, pero que por su condición de explotación, es capaz de generar acciones de resistencia. 

Por ello, ilustró, un fenómeno de protestas masivas como el que hoy se vive en los Estados Unidos, puede comprenderse como una insurgencia de la presencia del Sur que en el Norte, mientras que, por lo contrario, las llamadas guarimbas se corresponderían con la expresión del Norte en el Sur. 

Si bien se trata de una situación que está en desarrollo, Miguel Ángel Pérez Pirela estima importante tener el cuenta el excepcionalismo estadounidense, para comprenderla en su complejidad y poder dar cuenta de sus distintas aristas, por encima de los hechos noticiosos, que obedecen a contingencias y pueden ser detonantes, pero definitivamente, no son su causa. 

Un velo que se cae, un tabú que se rompe: en Desde Donde Sea se habla de los precios de la gasolina en Venezuela

El segundo gran tema debatido este lunes, estuvo relacionado con la discusión en torno al incremento de los precios del combustible en Venezuela, luego de que el pasado sábado, el presidente Nicolás Maduro anunciara un incremento en los precios que se comparece solo parcialmente con lo que rige en otros y un esquema de distribución que da cuenta de la realidad geopolítica y económica del país, bloqueado financieramente, sancionado y acechado comercialmente por la Administración Trump. 

Un primer aspecto al que hizo referencia Pérez Pirela, fue la incoherencia de las críticas que profieren las personas que exigen el suministro inmediato de gasolina –gratuita o a precios ínfimos– como que si un derecho fundamental se tratase, obviando el contexto previo y aplaudiendo además las sanciones, bloqueos y amenazas de Estados Unidos –que además son impulsadas por un sector de la oposición extremista, representado en personajes como Juan Guaidó, David Smolansky o Julio Borges– y señalan que la exigencia del Carnet de la Patria para adquirirla a precio subsidiado, violenta sus derechos humanos.  

Para ejemplificar –y con ayuda de la audiencia– realizó una comparativa del precio de venta de la gasolina en distintos países, incluyendo en Francia o Italia, en los que residió, añadiendo además el monto del salario mínimo devengado en esas naciones, así como otros gastos esenciales, como alquiler de vivienda o pago de servicios, amén de los altos impuestos que obligan a cancelar esos Estados.

De esta manera, demostró que no solamente en esos países –participantes añadieron cifras de Australia, Argentina, España, Colombia, Gran Bretaña y Estados Unidos–, una persona con ingreso mínimo, no puede sufragar el costo del combustible y por ello, muchos optan por no comprar un vehículo, sino usar el transporte público u otros mecanismos de traslado, como las bicicletas y que en ninguna situación ningún ciudadano puede llegar a una estación de servicio a exigir que le llenen el tanque gratuitamente, invocando un inexistente derecho humano. 

Así, lejos de tratarse de una mercancía esencial, la gasolina es, de hecho, un bien de lujo y el precio que se fija es siempre comparativamente alto, toda vez que los Estados ven en ella una fuente para hacerse con ingresos extras, tal y como sucede con el tabaco, muy costoso en todas partes. 

Y en especie de exhorto y recordatorio a quienes se quejan porque la gasolina subió de precio, señaló: «Dejen de pensar que la gasolina debe ser regalada, porque por pensar que es regalada, la regalamos a los colombianos, que la venden como propia y a precio internacional». 

Desde otro ángulo, considerando las críticas específicas sobre el uso de mecanismos de control biométrico como el Carnet de la Patria, mencionó que en Francia existe la llamada «Tarjeta Sanitaria» (Carte Vitale), con la cual los ciudadanos, previa presentación del récipe, pueden retirar gratuitamente sus medicinas, pero previa presentación del documento, y nadie piensa que está mal hacerlo, toda vez cuando, en este caso, la medida persigue evitar la fuga de combustible hacia Colombia y garantizar el abastecimiento interno. 

Asimismo, subrayó que «no está bien que la gasolina sea más barata que el agua», aquí «la gasolina sigue siendo regalada, en comparación con los precios internacionales, porque 5,000 bolívares, equivale a 0,019 centavos de dólar» y si bien es cierto que los salarios no están dolarizados y que hay una fuerte crisis económica –que se explica en mayor medida por las sanciones y el bloqueo–, el Estado está asumiendo aproximadamente el subsidio del 95% de toda cuanta se consumirá, por lo que tampoco es cierto que están obligando a nadie a pagarla a precios internacionales de un momento para el otro, como insistieron en posicionar hoy medios y agencias de noticias internacionales. 

Libro de hoy

La recomendación de lectura de este lunes fue «Estado, gobierno, sociedad: fragmentos de un diccionario político», de la autoría del filósofo político italiano Norberto Bobbio. 

(LaIguana.TV)