La capital de Ecuador, Quito, está a punto de igualar en número de contagios a la costera Guayaquil, epicentro de la pandemia del coronavirus en Ecuador entre marzo y abril, aunque los fallecidos oficiales por la enfermedad es aún más bajo.

La situación en Quito, ciudad de tres millones de habitantes, es alarmante desde hace mes y medio, cuando la desescalada disparó los positivos por encima de lo esperado. Casi el triple.

Este miércoles 22 de julio, según estadísticas oficiales, la urbe acumulaba 17.741 casos, 30 menos de los de registra Guayaquil hasta ahora.

En la ciudad costera la inmensa mayoría de los contagios se dieron en la segunda quincena de marzo y la primera de abril en una rápida proliferación que colapsó sus sistemas sanitario y funerario.

El próximo sábado, con motivo del 485 aniversario de la fundación de Guayaquil, sus ciudadanos recordarán en una sesión solemne a las víctimas de aquella tragedia humanitaria, que costó la vida a más de 10.000 personas entre casos confirmados y no confirmados.

En cambio en Quito la progresión de contagios ha sido paulatina, aunque la curva no acaba de aplanarse.

El virus gana terreno

“El virus está ganando bastante terreno y en cierto punto puedo decir que también ya reclamando vidas”, explicó a Efe Danilo Calderón, gerente del hospital IEES Quito Sur, uno de los frentes de batalla contra la pandemia.

Esta tendencia en la capital se inició en la última semana de junio y ha proseguido todo este mes, explicó el directivo, quien auguró que la “tendencia al alza” seguirá “todo lo queda de julio y hasta las dos primeras semanas de agosto”.

La propagación desproporcionada del virus ha llevado a las autoridades a desplegar fuerzas de seguridad en siete sectores de Quito, con el fin de impedir que la población se salte las recomendaciones de llevar mascarilla, mantener distancia y no celebrar fiestas.

Además, 70 brigadas solidarias colaboran en la tarea de “romper la cadena de transmisión del virus”, según el Municipio, que no descarta que se amplíe el toque de queda, que en la actualidad rige desde las  9:00 de la noche hasta las 5:00 am.

Guayaquil, precisamente, destinó equipos sanitarios y profesionales médicos para hacer frente a la pandemia en la capital.

Descontrol social

Las autoridades atribuyen la ola de contagios al descontrol social, que ha llevado al consiguiente aumento de las sanciones.

Las políticas municipales y gubernamentales no acaban de convencer a la población, entre otras razones, porque el confinamiento al inicio de la pandemia dejó a cientos de miles de personas sin sustento.

“Vender para comer algo”, respondió a Efe escuetamente Marlene Tapia, vendedora ambulante en uno de los cruces del centro-norte de la capital junto a su hija de unos 5 años.

Procedente de uno los barrios del sur de la capital, a más de 20 kilómetros, esa mujer sale a diario para vender frutas junto a un pequeño centro comercial y ganarse “varios dolaritos”.

Pero las autoridades tienen el ojo puesto en las últimas semanas en aquellos que han convocado fiestas y concentraciones innecesarias, aprovechando que la ciudad pasó el 3 de junio del rojo al amarillo en el semáforo epidemiológico.

Saturación hospitalaria

El imparable incremento de contagios se nota particularmente en la saturación hospitalaria, al borde de su capacidad aunque por el momento no ha colapsado.

“Por lo que he escuchado en el grupo de gerentes, la situación es similar en todos los hospitales. Todos trabajan al 100 por ciento y tienen su capacidad copada, y lo único que les da oxígeno son las altas”, afirmó Calderón.

El docente investigador de la Universidad de Las Américas Esteban Ortiz lamenta que el tiempo ganado al inicio de la pandemia no sirviera para que las autoridades “pusieran camas (UCI) a la misma velocidad que la aparición de contagios, a pesar de que tuvimos tres meses de ventaja”.

Una situación que contrasta con el número de fallecidos, que se sitúa en este momento en torno a los 580, con un crecimiento aún contenido en el último mes.

La asesora de Gerencia en el organismo municipal encargado Emgirs-EP, Myriam Lucero, reveló que antes del 3 de junio levantaban “entre 2 y 3 cadáveres diarios” pero al iniciarse la desescalada la cifra subió a 3 y 4, “y desde la anterior semana estamos en 6-7, con picos de 9 y de 11”.

En total, han recogido de calles y domicilios unos 170 cadáveres desde el 24 de abril, aunque más de la mitad de ellos en las últimas tres o cuatro semanas.

Y no son los únicos, también figuran los recogidos directamente por funerarias y los de los hospitales.

El desfase entre la cifra oficial de muertos por covid-19 y los fallecidos anotados en el Registro Civil es de unos 700 solo en junio y algunos cálculos lo elevan a unos 1.500 en lo que va de pandemia.

Aún así, el Ayuntamiento quiteño no ha tenido necesidad hasta ahora de abrir sus morgues móviles, en las que hay cabida para 180 cuerpos.

Lucero destaca que la situación dependerá de la evolución de los contagios y “de la capacidad operativa de los hospitales”.

“Si no pueden recibir a las personas, la tasa de fatalidades fuera de los hospitales va a crecer”, concluyó.

(EFE)