En la tónica de conversar sobre figuras de poder otrora consentidos por los medios, incapaces durante décadas de publicar o proferir cualquier comentario negativo en su contra, el filósofo y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela conversó sobre el panorama que rodea a la monarquía española, tras la fuga de su rey emérito, Juan Carlos I, hacia Emiratos Árabes Unidos, luego de que la justicia de ese país adelantara una investigación en su contra por fraude fiscal y lavado de capitales. 
 
El «campechano» y «bonachón» rey, a quien Franco sentó en el trono
 
Inició la disertación mencionando que durante casi cuatro décadas, los españoles estuvieron gobernados por un rey permanentemente envuelto en escándalos de corrupción, no solamente relativos a su vida privada, sino en enormes tramas de corrupción que hoy salen a la luz, tras haber perdido su inmunidad. 
 
Desde su punto de vista, esto puede interpretarse como que han sido los súbditos del Reino de España, en conjunto con ciudadanos de América Latina y el Caribe, quienes han financiado las «excentricidades» y «excesos» de Juan Carlos I. Lo último, explicó, se debió a las alianzas que el fugado monarca tejió con gobiernos corruptos como el de Carlos Menem en Argentina, el de Carlos Andrés Pérez en Venezuela y el de Violeta Chamorro en Nicaragua.  
 
Asimismo, el analista refirió que durante su reinado, la prensa hispana construyó una imagen del emérito fugado como «campechano» y «bonachón», mientras este amasaba una gran fortuna por medio de negocios de origen dudoso, incluyendo aquellos que implicaban el despojo de riquezas pertenecientes a los pueblos de América Latina y el Caribe. 
 
Empero, comentó, sobre el rey emérito Juan Carlos I siempre pesó el hecho de que su figura estuvo siempre relacionada con el dictador Francisco Franco, pues ya desde la Ley de sucesión promulgada en pleno franquismo (1947), fue nombrado a título de rey y fue ratificado en 1969. Además, refirió que existen fotos del rey, cuando era príncipe de Asturias, acompañando a Franco en la tarima durante su último discurso en Madrid. 
 
Esta fue la razón por la cual, según Pérez Pirela, por la que su ascenso no recibió el apoyo de factores opuestos al franquismo, que veían en él a un continuador de la dictadura. 
 
Dentro de sus primeras acciones como monarca, está la Ley de 1976, que promovió a título personal para dar inicio a la llamada «Transición española hacia la democracia», una democracia que el analista calificó de «presunta», toda vez que lo que se instauró fue una monarquía parlamentaria, en la tradición de la definida por el filósofo inglés del siglo XVII, John Locke. 
 
Al mismo tiempo, Juan Carlos I trató de hacerse de un nombre en la arena internacional y eventualmente consiguió una posición de liderazgo dentro de la Unión Europea y la OTAN, pero no solo eso, pues también logró posicionarse en las cumbres de América Latina y el Caribe, que durante varias décadas usó para hacer lobbys con gobiernos de la región para obtener contratos en favor de empresas españolas, por los que cobraba jugosas comisiones. 
 
La caída del rey: una breve cronología de los más recientes escándalos de la monarquía
 
Pérez Pirela subrayó que, durante su mandato, Juan Carlos I «contó con una complacencia mediática, que impedía, en la ‘democracia’ española, que alguna vez se leyera o escuchara algo negativo de él». Sin embargo, al ser los escándalos cada vez más grandes, eventualmente se hizo imposible guardar silencio y durante la última década, la casa real y el propio rey, encabezaron titulares que, unos veinte años atrás, habrían sido inimaginables. 
 
La caída de la imagen de «orden y control» que celosamente se había construido en torno a la monarquía, sufrió su primer revés, cuando la infanta Elena, hija del rey emérito y hermana mayor del actual monarca, se divorció de Jaime de Marichalar en 2009.  
 
No obstante, habría de ser el caso Noós, un escándalo de corrupción revelado en 2011 y que estuvo encabezado por Iñaki Urdangarín, todavía esposo de la otra hija del rey, la infanta Cristina, quien se aprovechó de su vínculo con la monarquía para desviar fondos públicos hacia la fundación que presidía. 
 
Al caso Noós se sucedió otro escándalo en 2012, pero que involucraba ya directamente al entonces rey, Juan Carlos I, quien se fue a Botswana a cazar elefantes, mientras le exigía a la población resistir a los embates de una crisis económica caracterizada por un fuerte desempleo y gran cantidad de deshaucios, con la mala fortuna de que durante el viaje sufrió una caída que le causó una fractura de cadera y su hipocresía quedó al descubierto, pues mientras él estaba de vacaciones, miles de españoles se encontraban sin techo y sin trabajo.  
 
En medio de ese escándalo, trascendió, además, que solía regalar millones provenientes de fondos públicos a una de sus amantes, a la que durante décadas los medios españoles reseñaron, en todas las ocasiones, como «la amiga del rey». 
 
Transcurridos 35 años de su coronación, trascendió a la opinión pública, según mencionó el también director de La Iguana.TV, que Juan Carlos I devengaba un salario de 292.752 euros, sin incluir los gastos de viajes, ni el mantenimiento de sus castillos y propiedades, ni tampoco los regalos por el orden de los 70 millones de dólares que obsequiaba a sus amantes. 
 
Este salario real fue sufragado en su totalidad por los súbditos españoles, especialmente por los llamados «mileuristas», es decir, por trabajadores cuyos salarios rondan los mil euros, apenas suficientes para subsistir en España. 
 
No obstante, la fortuna personal del monarca es desconocida, porque ni siquiera en España se ha divulgado información alguna al respecto, comentó. 
 
Ya en 2014, el rey anunció su abdicación en favor de su hijo, el actual rey Felipe VI y a semejanza de lo que hicieran los medios con Juan Carlos I en su día –si bien ahora apelan a la figura del rey emérito para expiar culpas–, lo presentan como un hombre «modernizador» y «honesto», es decir, todo lo que su padre no pudo ser.  
 
A través de esta operación mediática de largo aliento, se vendió la idea de que ser rey era muy difícil, que era una especie de sacrificio de Juan Carlos I en pos del pueblo español, pero cuando los sondeos de la propia prensa, como el que apareció en el diario El Mundo donde se aseguraba que menos de la mitad de los españoles apoyaban la monarquía, la abdicación fue la única salida para salvarla de sí mismo. 
 
La llamada fatídica que acabó por dejar desnudo al rey
 
En este punto, Miguel Ángel Pérez Pirela se permitió comparar el silencio mediático en torno a la figura real con el que operó sobre otra figura política, hoy sindicada de haber incurrido en compra y manipulación de testigos: Álvaro Uribe Vélez. «Eran una suerte de divinidades sobre las que nunca se decía nada malo» y se sentían con el derecho de decir lo que les viniera en gana, señaló, y a este respecto recordó cuando el emérito monarca hispano mandó a callar al presidente Hugo Chávez en una cumbre presidencial. 
 
Ahora, cuando está siendo investigado por la justicia de su país por su presunta participación en actos de corrupción, resulta que el callado es él, acotó. Y la mediática, consistente con su accionar histórico, pasó tres semanas intentando justificar por qué había huido de España con paradero desconocido, justamente cuando el proceso judicial avanza. 
 
Concretamente, relató el comunicador, se le acusa de fraude fiscal y blanqueo de capitales asociado a un proyecto de megaconstrucción de un tren de alta velocidad para enlazar las ciudades de Medina y La Meca, las dos más importantes del Islam, en Arabia Saudí. Se investiga su papel en la asignación de un contrato en 2008 por el orden de los 6.700 millones de dólares, con ayuda de su amante, Corinna Larsen. 
 
Según una llamada telefónica entre Juan Carlos I y Larsen que fue grabada, el régimen saudí –señalado internacionalmente por sus recurrentes y sistemáticas violaciones a los derechos humanos y de las mujeres– habría pagado 100 millones de dólares en favor del monarca español. 
 
La investigación se hace ahora, puntualizó el experto, porque el artículo 56 de la Constitución española establece que «la figura del rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad», lo que significa que la justicia española, por mandato constitucional, no puede tocar al rey. «¿Esto es una democracia?», cuestionó. 
 
La monarquía española y lo que implica su permanencia
 
De acuerdo con lo que reza en la ratificada Constitución de 1978, al rey le asiste la potestad de recomendar la presidencia del Gobierno entre los partidos que conformen la mayoría en el Parlamento. Así, por recomendación de Juan Carlos I llegaron figuras como Felipe González, José María Aznar y Mariano Rajoy, quienes amén de seguir la tradición corrupta de la monarquía, exacerbaron esas prácticas.
 
El comentario anterior viene a lugar, toda vez que en el criterio de Pérez Pirela, ahora en España se encargan de «linchar» al rey emérito para no atender el problema de fondo, que es la monarquía y la estrategia parece estar rindiendo sus frutos, pues de acuerdo con un sondeo al que aludió durante su intervención, el 54,5% de los entrevistados cree que Unidas Podemos ha emprendido una cruzada contra la corona. 
 
Paralelamente, la derecha y la ultraderecha han tratado de equiparar, como en tiempos de Franco, la figura del rey al de la propia España: el rey es España y España es el rey, reduciéndolo todo a un asunto de nacionalismo e identidad, al tiempo que se hacen todos los esfuerzos por esconder tropelías y corrupciones que no son patrimonio exclusivo del rey emérito, sino de la monarquía en tanto institución. 
 
En el parecer de Juan Carlos Monedero, Dr. en Ciencias Políticas, catedrático y fundador de Unidas Podemos, quien participó hace algunas semanas como invitado en Desde Donde Sea, Felipe VI es un rey sin competencia que se alía a dictaduras violadoras de derechos humanos, una práctica que no es ajena a la corona española, pues en su día, Juan Carlos I se alió con la dictadura de Videla en Argentina. 
 
Por otro lado, Monedero estima que la legitimidad de la monarquía tiene que ver con la herencia. Felipe VI es rey porque recibió el trono de su padre, pero al este desaparecer de la esfera pública y de un modo tan cuestionable, su legitimidad se tambalea. 
 
Monedero, quien estuvo hace pocas semanas en DDS, avanza ideas y críticas interesantes sobre Felipe VI y las demandas de la población: es un rey sin competencia, se alía a dictaduras violadoras de derechos humanos –Juan Carlos I se alió con la dictadura de Videla, en Argentina–; la legitimidad de la monarquía tiene que ver con la herencia; por tanto, sin su padre queda deslegitimado. 
 
Otra de las críticas que sostiene el académico y político español en contra de su rey, es que cuando llegó la pandemia de Covid-19, Felipe VI «no hizo nada y actuó como que su sola aparición en público bastara». Se limitó a tratar de tranquilizar a los súbditos y les indicó a los otros miembros de la monarquía que les dieran aceite y leche a los enfermos, ignorando que, en pleno siglo XXI, no son los tratamientos adecuados.
 
Pérez Pirela opina que quizá está llegando el momento en el que los españoles decidan dejar atrás la retrógrada institución, pues de acuerdo con sondeos de 2018, la monarquía no representa a la mayoría de los españoles, solo a quienes se sienten identificados con la derecha y la extrema derecha. 
 
Por su lado, considera que todas las monarquías son negativas y que en estos tiempos, todos los monarcas «son unos chulos, unos parásitos» que viven de los demás y Felipe VI no es la excepción, pues vive de los impuestos extraídos de los sueldos y salarios del pueblo español. 
 
Citando al jurista Javier Pérez Royo, indicó: «La vasija rota en que se ha convertido la democracia española, se ha mantenido solamente por la tapa que es el rey». 
 
Finalmente, insistió en que la idea de que las monarquías no son precisamente el mejor ejemplo del mundo en cuanto a democracia se refiere y que muy mal les queda pretender impartir lecciones al respecto a los países del Sur del mundo, como habitualmente lo hace España, con renovados aires imperialistas, sobre Venezuela. 
 
Libro del día
 
Al cierre de la emisión y en consonancia con el tema desarrollado, sugirió la lectura de Historia de las Indias, escrita por el clérigo Bartolomé de las Casas, en la edición publicada por la Biblioteca Ayacucho, que además cuenta con prólogo, notas y cronología elaboradas por André Saint-Lu. 
 

(LaIguana.TV)