“Todo tiene que ver” es la premisa de la que partió Miguel Ángel Pérez Pirela para analizar las relaciones entre el estado actual de la pandemia de Covid-19, el avance de la vacunación y las perspectivas de la economía petrolera mundial.  

En una nueva entrega del programa Desde Donde Sea, el especialista en filosofía política profundizó en las no siempre evidentes conexiones entre las confrontaciones globales por el dominio de las fuentes de energía actuales y futuras y eventos políticos como los golpes de Estado, los bloqueos y la imposición de sanciones con el argumento de la defensa de la democracia.  

“Hay una relación determinística, causal, entre la pandemia de Covid-19 y la energía; entre el éxito de las vacunas y la consecuente reactivación de la economía mundial y, por ende, de la demanda petrolera y del precio del petróleo. Y en el contexto de esta crisis sanitaria se están moviendo las piezas mundiales para determinar quiénes serán los nuevas dominantes y los nuevos dominados, sobre la base del control de la energía, tal como ha ocurrido a lo largo de la historia”, expresó. 

El mercado petrolero enfermo de 2020

La conexión directa entre la pandemia y la actividad económica, específicamente la del sector petrolero, se observó con claridad en 2020, cuando los países productores tuvieron que regalar esta mercancía, una de las más caras del mundo, y hasta pagar para que los consumidores se llevaran el crudo, porque no tenían espacio para almacenarlo.  

La “enfermedad” del sector petrolero fue tan evidente que el precio, por primera vez en la historia, se cotizó en negativo. Llegó a comercializarse a -37,63 dólares, es decir que cayó por un precipicio como uno de los primeros efectos tangibles de la pandemia en la economía. 

“Ahora, cuando se ha ido estableciendo una nueva normalidad en la que está presente la Covid-19, hay un aceleramiento de la incertidumbre en materia energética –sostuvo Pérez Pirela, y pronunció algunas de las preguntas que se están haciendo los expertos en la materia-. ¿Cómo se comportará ahora la economía global y, por tanto, la demanda energética, una vez superado el bache de la pandemia? ¿Qué esfuerzos estarán dispuestos a hacer los estados emergentes para que la actual recesión y la crisis energética no afecte únicamente a las mayorías, a los más pobres?”.

Citando a algunos de esos analistas especializados, planteó que 2021 es un año especialmente sensible. “Los objetivos climáticos de la transición energética entran en colisión con un panorama geopolítico de creciente rivalidad entre las tres potencias globales, Estados Unidos, China y Rusia, que coinciden en ser además las megapotencias energéticas del momento”, reseñó. 

“Comencemos por lo positivo: cuando se estudian los precios del petróleo crudo frente al desarrollo de vacunas para la Covid-19, la OPEP se muestra optimista. Desde la reunión ministerial de abril de 2020, los países de la OPEP+ (los miembros más los países aliados, entre ellos Rusia) han ajustado la producción de petróleo en un total de 2 mil 100 millones de barriles, estabilizando el mercado del petróleo y acelerando el proceso de reequilibrio. Tres socios de la OPEP, Venezuela, Irán y Libia, han estado exentos del compromiso de reducir sus extracciones debido a las caídas involuntarias de su industria petrolífera causada por diversas razones, varias de ellas relacionadas con agresiones imperiales, como la guerra, los bloqueos y las sanciones”. 

Mencionó las observaciones del Comité Ministerial Conjunto de Supervisión de la OPEP, que ha dicho que «el despliegue gradual de las vacunas en todo el mundo es un factor positivo para el resto del año, que impulsará la economía mundial y la demanda de petróleo».  

Pero la Agencia Internacional de Energía (AIE) prevé para 2021 que la demanda de petróleo tardará más tiempo en recuperarse ya que los nuevos confinamientos en varios países pesan sobre las ventas de combustible. De cualquier modo, los recortes serán menos drásticos de lo que se anticipaba en 2020. En el primer trimestre, el recorte se ubicará en 300 mil barriles diarios, en vez de los 600 mil barriles proyectados previamente. 

También para 2021 se espera que la producción estadounidense disminuya en otros 300 millones de barriles al año. El aumento del precio podría conducir nuevamente a un incremento de la producción de petróleos de esquisto, el célebre fracking que tanto impulsó Donald Trump, con el perjuicio que ello implica al medio ambiente. 

Según la agencia de noticias francesa AFP, las crecientes tensiones alrededor de Irán en 2020 avivaron la preocupación sobre el estrecho de Ormuz, una ruta marítima vital para una quinta parte del crudo mundial. 

La caída es estructural

Otros actores importantes en el campo del análisis de las perspectivas mundiales han advertido que, si bien la pandemia es el componente fundamental de la crisis actual de las naciones petroleras, la caída de este mercado es estructural, es decir, que seguirá registrándose aún después de una esperada eliminación de la amenaza global de la Covid-19. 

Por ejemplo, un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) precisa el impacto del coronavirus y la perturbación de los precios del petróleo en la posición fiscal de los países en desarrollo exportadores de petróleo, pero señala que “la crisis actual se está produciendo en el contexto más amplio de una disminución estructural del mercado de los combustibles fósiles, sobre todo impulsada por el compromiso de la descarbonización de varios países, así como por los cambios tecnológicos más amplios que están convirtiendo gradualmente en opción a las energías renovables”. 

En tanto, el Banco Mundial ha dicho que los precios de los metales disminuyeron modestamente y han vuelto a niveles que precedieron a la conmoción de la pandemia. Se espera que los precios de la energía, incluido el gas natural y el carbón, repunten considerablemente, igual que los precios de los bienes agrícolas, tras cierto déficit en la producción de aceite comestible.

“Esto mantiene encendidas las alarmas sobre los índices de inseguridad alimentaria porque muchos países del sur del mundo están pasando hambre. La inflación de los precios de los alimentos ha aumentado en varios países por cuellos de botella en la disponibilidad de alimentos y en las restricciones en las fronteras que han limitado el acceso de la mano de obra”. 

Enfatizó el moderador del programa que todo esto se veía venir porque la pandemia es solo la más reciente de las calamidades para países productores de materias primas.  

La producción de grafito, litio y cobalto experimentarán un incremento de casi 500 por ciento entre 2020 y 2050 para cubrir la demanda de las llamadas tecnologías limpias. Se estiman que se requerirán más de 3 mil millones de toneladas de minerales y metales para la energía eólica, solar y geotérmica y para el almacenamiento de energía.  

“Cuando uno observa las fuerzas que se mueven alrededor de estas tecnologías, entiende por qué le dieron un golpe a Evo Morales en Bolivia, uno de los mayores productores mundiales de litio”. 

Prosiguió aportando elementos para el análisis. Según José Pardo de Santayana, coordinador del Instituto Español de Estudios Estratégicos, “los efectos económicos de la Covid-19, al ser tan desiguales en occidente y el extremo oriente asiático, van a producir verdaderos corrimientos de tierra de naturaleza política interna y geopolítica global en el mundo que conocemos, acelerando el desplazamiento del centro de gravedad mundial hacia Asia”. 

Este experto señala que “Oriente Medio está sufriendo profundas crisis como consecuencia de la caída de los precios del crudo, claves para el sostenimiento de los equilibrios presupuestarios. Este año los Estados productores de petróleo de la región han visto reducidos a la mitad sus ingresos fiscales solo por la reducción de la exportación de combustibles fósiles. La crisis del coronavirus podría agravar seriamente los equilibrios regionales de un espacio geopolítico peligroso”. 

“En EEUU, la revolución del fracking permitió la aplicación del ambiguo principio de ‘dominio energético’, una combinación de ‘independencia energética’ y capacidad de influencia internacional por medio de instrumentos energéticos. La Casa Blanca pretendía alcanzar varios objetivos: reducir los desequilibrios comerciales, competir con China, y forzar a aliados y adversarios a recalibrar sus relaciones con los EEUU. Además, Trump amplió el régimen de sanciones heredado contra varios productores de petróleo y gas, incluidos Irán, Rusia y Venezuela”, añadió Pardo de Santayana. 

“Aquí observamos que no se trata de luchar contra las dictaduras rusa, iraní y venezolana, como dicen públicamente, sino de la competencia de los mercados energéticos”, comentó Pérez Pirela. 

Continuó leyendo fragmentos y comentando el trabajo del analista español. “China exige brutales cantidades de energía porque está construyendo ciudades enteras en su propio territorio e infraestructura monumental en continentes como África y Latinoamérica. La potencia asiática cuenta además con la ventaja de su dominio sobre la industria de renovables y sobre los minerales estratégicos vinculados a ella, así como con el creciente poder del lado de la demanda. China ha alcanzado una posición clave en regiones como África Occidental y América Central y del Sur y en Oriente Medio”.  

Escenarios posibles

Esbozó algunos de los escenarios hipotéticos que los especialistas han planteado: 

-La demanda tanto del petróleo como del carbón se empezará a reducir de aquí a 2050. 

-El gas natural se presenta mucho más resiliente y mejora su posición en relación con los otros dos combustibles fósiles (petróleo y carbón). 

-El ritmo más lento del crecimiento de la demanda de energía ejerce una presión a la baja sobre los precios del petróleo y el gas. 

-El uso de energías renovables crece más deprisa de lo que lo ha hecho ninguna otra fuente de energía en el pasado. 

-El panorama energético global marcha claramente hacia una mayor electrificación. 

Las sociedades más desarrolladas van a descarbonizar su sector energético más deprisa que las emergentes. En esta carrera se sitúan Japón, Corea del Sur, EEUU (con los cambios anunciados de la era Biden) y China. Estos países representan 70% del PIB mundial y no toman estas medidas motivadas por buenas intenciones. La clave para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París en la lucha contra el calentamiento global dependerá fundamentalmente de lo que ocurra en la India y China. 

Pérez Pirela destacó que algunos países de nuestra región también intentan moverse en esa dirección, están en esa carrera a pesar de sus modestos recursos financieros. Por ejemplo, Bolivia inauguró la planta de energía solar más alta del mundo, una obra iniciada por Evo Morales y paralizada durante la dictadura, que ahora fue reactivada y concluida en una segunda fase. Aporta 100 mil megavatios al sistema interconectado boliviano, utilizando más de 300 mil paneles fotovoltaicos emplazados en 214 hectáreas. Demandó una inversión de 54,7 millones de dólares y cubrirá 100% de la demanda eléctrica de Oruro. 

El presidente Luis Arce dijo que “inauguramos la segunda fase de la Planta Solar Fotovoltaica de Oruro. Avanzamos en la sustitución de la matriz energética para utilizar energía limpia y renovable. Generamos desarrollo económico y garantizamos energía eléctrica para el departamento, cuidando a la Pachamama”. 

El director de LaIguana.TV aprovechó la oportunidad para recordar que “en Venezuela se inauguraron plantas de esas características, como una de energía eólica en el estado Falcón, pero no quedaron en nada. Hay que revisar lo que ocurrió y hacerse esa autocrítica”. 

Preguntó a la audiencia si la actual coyuntura, signada por la pandemia, será un buen momento para energías alternativas y si estas son rentables. “¿Será posible resolver la crisis energética sin acabar con el planeta? Los efectos adversos de la pandemia han hecho menos viable el logro de los objetivos del milenio, y las consecuencias de esto recaen sobre los países más pobres y las personas más vulnerables. Mientras tanto, muchas transnacionales han obtenido ganancias increíbles debido a la crisis de salud mundial”. 

Al ahondar en el tema de las energías limpias, destacó que, según conocedores de la materia, “están aumentando las esperanzas de que la COP 26 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático) que se celebrará en noviembre de 2021, pueda lograr una nueva ronda exitosa de compromisos a cinco años para llevar al mundo a una trayectoria de 2°C o menos para 2050”. 

“Dicen que las piezas clave del rompecabezas están entrando en su lugar, refiriéndose al hecho de que Donald Trump salió del poder y llegó Biden. Yo no estoy tan convencido de que eso implique un cambio real”, expresó. 

Otras piezas que también pueden empezar a encajar se refieren a los compromisos de neutralidad de carbono de China (2060); el neto cero de Corea del Sur, Japón y Canadá (2050); la ratificación del Pacto Verde de la Unión Europea prevista para los primeros meses del año; y la entrada en vigor de la orden ejecutiva de Biden para que Estados Unidos vuelva al Acuerdo de París. 

Minimalismo energético

Agregó otros datos para la reflexión, al señalar que el mundo, de acuerdo con algunos puntos de vista, está en camino al minimalismo energético, que consiste en tomar lo esencial de la energía para no tener elementos sobrante o accesorios. 

En un reciente estudio realizado por la Agencia Internacional de Energía se comenta que “la eficiencia energética genera más del 40% de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero”.

Ese tipo de cambios se están viendo, paradójicamente como otro de los efectos de la Covid-19, que ya el año pasado obligó a generar búsquedas de mayor eficiencia en equipos, vehículos y estructuras. “Se disparó la compra de vehículos eléctricos, como los Tesla, de Elon Musk, quien por cierto fue una de las figuras influyentes que respaldaron el golpe de Estado en Bolivia. No es de extrañar porque sus reservas de litio son apetecibles para la industria de vehículos eléctricos. Se evidencia, una vez más, la relación entre energía y política”, subrayó Pérez Pirela. 

Redondeando las conclusiones de este paseo por las áreas comunes entre pandemia y energía, reiteró que el uso de los factores energéticos determinará quiénes serán los nuevos dominantes y los nuevos dominados en el planeta, tal como ha ocurrido a lo largo de la historia, desde la Revolución Industrial que impulsó a Inglaterra a adquirir la condición de imperio global hasta la consolidación de EEUU como potencia, luego de las dos guerras mundiales, en las que participó pero salió sin daños en su propio territorio.  

“En el siglo XXI se han experimentado crisis bancarias y financieras y ahora la pandemia. En este contexto, países como China que necesita mucha energía, son los llamados a ocupar el lugar preponderante. Quien consiga liderar la transición energética emergerá como potencia dominante”, aseveró. 

Acotó que en la revisión del panorama global quedó por fuera, debido a su extensión y complejidad, el tema de la energía nuclear y el manejo de sus desechos, otro enorme problema ambiental. “Países desarrollados como Japón se hacen los locos y los lanzan a los océanos. Francia fundamentó su política energética en lo nuclear hace varias décadas y ahora no sabe qué hacer con los desechos. Por eso es que vemos con frecuencia esas escenas en las que los militantes de Greenpace intentan evitar, con pequeñas lanchas, que los barcos cargados de desperdicios radiactivos, los arrojen al mar”. 

Interacción

Como ya es habitual, el programa registró una intensa participación de su audiencia, que se mostró muy interesada en este enfoque de los nexos entre dos de los grandes ítems del momento: la pandemia y la crisis económica global. 

“Aquí construimos juntos el conocimiento. Este programa es un ágora, un teatro internacional del pensamiento”, agradeció Pérez Pirela, quien destacó, entre otros, el mensaje de Reinaldo González, un paciente de Covid-19 recluido en El Poliedro, el estadio cubierto caraqueño que se está utilizando para el tratamiento de los contagiados asintomáticos del virus, tanto venezolanos como de otras nacionalidades. 

(LaIguna.TV)