James Story, quien ejerce como pseudorrepresentante diplomático de la administración Biden para Venezuela desde Colombia, reveló en una entrevista concedida a Monitoreamos, los nuevos chantajes y planes sediciosos a los que apelaría Estados Unidos para conseguir un cambio de gobierno en Venezuela.
En su conversación con el periodista Gabriel Bastidas, Story reconoció que «una comisión de Juan Guaidó» se había reunido en Bogotá con representantes del gobierno de Iván Duque, de «otras embajadas» –no dijo cuáles– y «con grupos de pensamiento de los Estados Unidos», tal y como denunció en su momento el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez.
«Tuvimos la oportunidad de aprender lo que ellos piensan que es el futuro de Venezuela, cómo van a hacer la política, cuáles son sus planes políticos, pacíficos, constitucionales para la restauración de la democracia en Venezuela y también sobre la crisis humanitaria», dijo el funcionario estadounidense, que, además, restó importancia a la acusación de Rodríguez acerca de las instrucciones que este grupo estaría recibiendo por parte de Washington.
De otro lado, el diplomático se negó a ofrecer detalles «sobre los encuentros específicos», pero, por una parte admitió que hubo «encuentros virtuales con Washington» y por otro lado, aseguró que estos fueron «una oportunidad» para que los enviados de Guaidó explicaran «cómo ven la situación de Venezuela y cómo la comunidad internacional puede apoyar un proceso para la democratización del país, y sobre la crisis humanitaria», lo que claramente denota la ausencia de agenda propia de este grupo y su insistencia en la apuesta por una intervención extranjera para forzar la salida del presidente Nicolás Maduro y de su gobierno.
Además, aseveró que en la «comisión» de Guaidó no solamente participaron representantes de partidos políticos «sino también de la sociedad civil, de las ONG, del sector privado. Y aunque no especificó nombres, según él, «todos dijeron lo mismo: para salir de la crisis, tenemos que montar algo dentro de Venezuela que nos lleve a elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas y verificables».
Empero, la idea de «montar algo dentro de Venezuela» –sin que quede siquiera esbozado a qué se refería–, se contradice con lo que expresara en otro punto de la entrevista, al ser consultado sobre la participación de Noruega en pos de ese objetivo en la ronda de encuentros sostenida en Bogotá.
«Están hablando con todos. Yo creo que es importante que no solamente los políticos, sino también el sector privado, las ONG, la sociedad civil, estén presentes para todas las conversaciones. No puedo indicar que hicieron este u otro encuentro», alegó vagamente.
En contraste, se expresó con mucha más claridad al ser inquirido sobre la necesidad de crear «una gran coalición multilateral para aumentar la presión» sobre el gobierno venezolano para «lograr elecciones libres» anunciada por la administración Biden.
Sobre este tema, dijo que Estados Unidos tendría que «hablar con muchos países» para enfrentar los intentos del Gobierno Bolivariano por «socavar la unidad, atacar la unidad y hacer acuerdos parciales con grupos», al tiempo que advirtió que «los acuerdos parciales no funcionan».
«Yo creo que en lo internacional tenemos que hacerlo también, trabajar no solamente con los que siempre hemos trabajado sino también con otros países. Obviamente el Grupo de Lima, los vecinos, sobre todo Brasil y Colombia, son importantes, y también otros países en la región y la Unión Europea. Hay algunos países muy firmes y muy fuertes en el sentido de Venezuela, y hay que trabajar con ellos. Y también ampliar la coalición internacional».
Desde su punto de vista, Guaidó, quien ha perdido respaldo dentro de la arena internacional, empezando por el de la Unión Europea y es extremadamente impopular en su propio país, estaría apostando no solamente a la unidad de los partidos políticos sino por la creación de «un movimiento cívico socio-político de la ciudadanía en el país». «Vamos a seguir con nuestro apoyo a los venezolanos y Juan Guaidó, y el movimiento socio-político-cívico que se está construyendo en el país», reiteró.
Pese a todo lo anterior, Story no pudo dejar de reconocer que para superar la crisis política en Venezuela, la oposición tiene que sentarse con Maduro, «con el acompañamiento de la comunidad internacional, por supuesto».
Más chantajes y más coerciones
El representante diplomático supeditó el levantamiento de las medidas coercitivas unilaterales impuestas sobre Venezuela, «siempre y cuando haya la restauración de la democracia, una ruta para llegar a la democracia. Elecciones libres, justas y verificables para presidente, para la AN, regionales también y todo», en los tiempos, términos y condiciones que Washington dictamine.
Por ello no basta que se designen a unas nuevas autoridades del Consejo Nacional Electoral, ni que se convoque a elecciones regionales –que son las previstas en la Constitución venezolana–, sino que, dijo, se produzca «un proceso integral» que implique «la restauración de la democracia y libertad en Venezuela», pues en su opinión, esto solamente es posible si se logra un «cambio político», lo que en pocas palabras significa la salida del gobierno chavista.
A su parecer, las venideras elecciones regionales solamente tendrían sentido si fueran «un logro en el camino para elecciones presidenciales y parlamentarias» y si bien admitió que esa es una decisión del pueblo venezolano, acusó al gobierno de avanzar esfuerzos para «dividir a la oposición política en el país, y la sociedad civil, y el sector privado, hablando sobre acuerdos chiquiticos y parciales», forma a la que se refirió al proceso de diálogo que adelanta el Ejecutivo con distintos sectores de la vida nacional.
De otro lado, Story se pronunció desfavorablemente a la propuesta que le hiciera a la administración Biden, el antiguo representante de Donald Trump para asuntos sobre Venezuela, Elliot Abrams, quien sugirió que se levantaran las sanciones que le impiden a Venezuela comerciar diésel, a cambio de que el gobierno permita la operación del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas.
En este caso, en lugar de reconocer los graves daños que han causado las medidas coercitivas unilaterales impuestas sobre la industria petrolera de Venezuela, acusó al Gobierno Bolivariano de regalarle el diésel a Cuba, en desmedro de la población local y de no estar interesado en recibir el apoyo de un programa internacional, por su presunta pretensión de controlarla a través de las cajas de alimentos del CLAP.
«No deberíamos hacer intercambio de nada cuando el propio régimen de Maduro puede abrir la puerta y dejar entrar el programa de la ONU. Si dejaron entrar a la relatora Douhan sobre sanciones, ¿no van a dejar entrar un programa para darle comida al pueblo de Venezuela? Para mí no tiene mucho sentido», justificó.
(LaIguana.TV)