El COVID-19 deja en Brasil miles de familias destrozadas (más de 350 mil muertos) y un rastro de destrucción a nivel social de escala colosal: Casi 20 millones de personas pasan hambre, algo que, según los expertos, tiene que ver con los efectos de la pandemia pero también con el mantra neoliberal instalado en el país.

Según un informe divulgado hace unos días por la Rede Penssan y en colaboración con organizaciones como Oxfam Brasil, más de la mitad de los habitantes de los domicilios brasileños (el 55,2%) viven con inseguridad alimentaria, un aumento del 54% desde 2018.

Esto significa que 116,8 millones de brasileños no tienen acceso pleno y permanente a alimentos; de ese total, 43,4 millones (el 20,5% de la población) no contaban con alimentos en la cantidad suficiente y 19,1 millones (9% de la población) estaban en una situación de inseguridad alimentaria grave, tecnicismo también conocido como «pasar hambre».

Uno de los autores del informe, Nilson de Paula, investigador de la Red Pennsan y profesor de Políticas Públicas de la Universidad Federal de Paraná, explicó a Sputnik que Brasil retrocedió hasta tal punto que el nivel de inseguridad alimentaria está a niveles de 2004, y que «no sería extraño» que el país volviera al Mapa del Hambre de la ONU.

En 2014, tras años de políticas de redistribución de renta y programas sociales como el «Bolsa Familia» alentados por los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT), millones de brasileños salieron de la miseria y la ONU sacó al país de la lista de naciones donde se pasa hambre, un hito histórico que hoy se esta desvaneciendo.

«Obsesión neoliberal»

Cuando la pandemia empezó a golpear a Brasil hace poco más de un año, el Gobierno de Jair Bolsonaro se vio forzado por el Congreso Nacional a aprobar unas ayudas de emergencia para trabajadores de sectores informales y desempleados.

Las ayudas (que duraron de abril a diciembre y ahora acaban de retomarse, aunque en una cuantía menor y con menos personas como público objetivo) evitaron una catástrofe social, pero De Paula apunta que no lograron evitar que el hambre volviera a las casas de los brasileños.

Las encuestas en las que se basa el informe fueron realizadas en diciembre del año pasado, cuando decenas de millones de brasileños aún recibían ayudas de alrededor de 600 reales al mes (poco más de 100 dólares). Aun así, las familias que recibieron esas ayudas convivían con una alta proporción de inseguridad alimentaria moderada o grave (hambre), el 28%.

De Paula cree que el Gobierno debería haber sido más rápido en aprobar las ayudas y que estas deberían tener forma de renta universal o renta mínima, idea que hace unos años parecía una quimera y que ya se empieza a barajar en varios países. «Aquí estamos siendo víctimas de una obsesión neoliberal de que hay que tener austeridad fiscal y estamos pagando el precio», lamenta.

El investigador incide en que el regreso del hambre a Brasil no está relacionado únicamente con la pandemia, sino con decisiones políticas a su juicio equivocadas: Cita, por ejemplo, el «techo de gastos» aprobado durante el gobierno de Michel Temer (2016-2018), que limita a la inflación del año anterior el aumento del gasto por parte del Estado.

«El equipo económico (del actual Gobierno) está obsesionado en preservar una especie de normalidad enfermiza sobre el equilibrio fiscal (…) Hay una serie de reglas que ya son terribles en condiciones normales, pero en este contexto de pandemia el equipo económico mantiene el mismo discurso, la misma estrategia«, lamenta.

La misma semana en que se divulgó el informe que revela que casi 20 millones de brasileños están pasando hambre, la revista Forbes publicó su tradicional lista de billonarios: en medio de la pandemia, Brasil colocó a 20 más en el ranking: si en 2020 eran 45 los brasileños con más de 1.000 millones de dólares ahora ya son 65.

(Sputnik)