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Nació en Aragua, pero brilló con los Leones del Caracas. Lo formaron Los Astros de Houston, pero descolló con los Filis de Filadelfia y los Yanquis de Nueva York. Enigmático y discreto con su vida privada (salvo el inning que lo agarraron fuera de base con Alicia Machado), fue poderoso y veloz como grandeliga y ahora lo es como empresario.

 

En el beisbol, como en la vida, muchas veces cachicamo trabaja pa’ lapa. Y he aquí que Bob Abreu fue una de las primeras hechuras de la academia que los Astros de Houston establecieron en Guacara, Carabobo, pero ese equipo de las Grandes Ligas no disfrutó de los mejores logros del famoso Comedulce. Claro que fue por culpa de los mismos Astros, quienes lo dejaron ir tempranamente, al parecer deslumbrados por el brillo de otros prospectos.

 

El muchacho nacido en Turmero y que velozmente se hizo ídolo de los Leones del Caracas en la liga venezolana, fue a parar a los Filis de Filadelfia y allí vivió excelentes tiempos, entrando en un selecto grupo: el de los poderosos veloces, capaces de reunir en una misma temporada 30 o más jonrones y 30 o más bases robadas.

 

Como es normal en este deporte-negocio, el tiempo de Abreu con los Filis también concluyó y el aragüeño tuvo la oportunidad de brillar con un equipo que dispone de una legión de aficionados en Venezuela, pero que ha sido bastante esquivo para los criollos: los Yanquis de Nueva York. Al Bronx llegó con pergaminos de gran estrella. “Me siento como en casa, con tanta gente en las calles hablando español”, dijo entonces, refiriéndose a la Gran Manzana.

 

Mientras triunfaba en el exigente escenario neoyorquino, Abreu daba pasos firmes para asumir otro rol: el de empresario. Uno de sus primeros proyectos fue Cacao Records, una disquera orientada a proyectar el talento musical venezolano. “Uno ve en el exterior que los músicos son puertorriqueños, colombianos, mexicanos y no hay un venezolano que resuene, salvo excepciones”, comentó a la revista Estampas, en 2006.

 

No fue por casualidad que decidió incursionar en este campo. La música es otra de las pasiones de su vida y de ello pueden dar fe sus compañeros, pues el Comedulce (apodo que tomó de su padre, cuando este murió) siempre anda oyendo algo, bailando, tarareando y, a veces, hasta cantando.

 

Luego de la disquera, el pelotero entró en otros campos: el calzado, con la marca Btop y el deporte rentado, con las Panteras de Miranda. Cuando presentó su firma de zapatos, en un lujoso hotel de Caracas, bateó el siguiente discurso: “Es un orgullo contribuir una vez más al desarrollo de nuestro país a través de esta actividad empresarial. Deseo que Btop sea reconocida como una marca vanguardista, de óptima calidad y elaborada en base a perseverancia y esfuerzo inagotable”.

 

A la par de su éxito deportivo y empresarial, Abreu ha destacado por lo enigmático y discreto de su vida privada, excepción hecha del inning en que los chismosos lo pillaron fuera de base con la ex Miss Universo Alicia Machado.

 

Luego de dos años con los Yanquis, todavía tuvo un contrato de superestrella con Anaheim y después alguna pasantía en los Dodgers de Los Ángeles. El año pasado dio una grata sorpresa a los caraquistas al jugar toda la temporada y, en especial, en su flamígero round robin. En esta zafra se espera una presencia más protocolar que realmente beisbolística, pues está previsto que participe en varios partidos para culminar su trayectoria en Venezuela, donde suma 15 temporadas y un average vitalicio de 307.

 

También este año se despidió en el Norte. Luego de aceptar algo que pocos jugadores de su jerarquía admiten, volver a Triple A, regresó a Nueva York, pero con los Mets, únicamente para decir adiós. En su último juego Abreu conectó su hit número 2.454, casualmente contra el cachicamo: los Astros de Houston.

 

(Ciudad Ccs)