Es necesario superar la mediocridad del hombre-masa que se comporta como parte de un rebaño y cree merecer todo, planteó el filósofo y comunicador venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela en una clase virtual dedicada al pensador español José Ortega y Gasset. 

Fue en la sección viernes de filosofía del programa Desde Donde Sea. 

Como punto de partida, destacó que se trata de uno de los filósofos más importantes de España en la primera mitad del siglo XX, que implantó un nuevo estilo de hacer filosofía. “Pese a su formación académica, en España y Alemania (con el padre la fenomenología, Edmund Husserl), sus notas filosóficas parten del periodismo, del compendio de sus artículos, por eso su estilo es muy sencillo, aunque parezca una falta de respeto. Es muy claro. Él decía que la claridad es la cortesía del filósofo”.  

“Su escritura era accesible –recalcó Pérez Pirela-. Me recuerda al profesor que nos dijo en una de las primeras clases, allá en Roma, que la filosofía es analizar, reflexionar y decir con las palabras más sencillas, las cosas más complejas, contrario a lo que muchos charlatanes plantean, que es explicar lo sencillo con palabras complejas y rebuscadas”. 

“La realidad es ardua, compleja difícil. La vocación del filósofo es para Ortega y Gasset surfear esta realidad e interpretarla con las palabras más sencillas y diáfanas. El profundo análisis filosófico parte de la sencillez del lenguaje. Alguna vez se quiere esconder la estupidez o los límites con palabras herméticas, complicadas. Pienso en un escritor como Jorge Luis Borges, que no es considerado filósofo, pero que lo fue. Planteaba una idea, una frase, ponía punto y seguido, luego otra idea, otra frase. En el ahorro, la sencillez, lo diáfano es un signo de honestidad intelectual”, sostuvo. 

Precisó que Ortega y Gasset “no fue un filósofo encerrado en los límites de la Filosofía, sino que, a través de la comunicación social, del periodismo, de la escritura de artículos, estructuró un andamiaje filosófico accesible, sencillo y no por esto menos complejo y democrático. La filosofía o es democrática o no lo es. Quien esconde la filosofía detrás de un lenguaje hermético es un dictador del conocimiento, un dictador epistemológico”. 

“Cuando estudió en Alemania, la moda era un regreso a los postulados de Kant, como reacción al idealismo de Hegel. Ortega y Gasset plantea entonces una especie de tercera vía a través de una puesta en cuestión tanto de Kant como de Hegel, tanto de la razón ideal como la realidad tangible. Ofrece otra respuesta al racionalismo y al vitalismo que pasa por una especie de pensamiento que no escapa de la realidad. Lo resume a través de la gran frase: yo soy yo y mi circunstancia”, acentuó. 

Presentó el primero de varios videos sobre la vida del pensador español. En este material audiovisual se explica que provenía de la alta burguesía madrileña. Desde joven mostró grandes dotes para el periodismo, la profesión de su padre y su abuelo. Cursó estudios en el internado jesuita de El Palo, en Málaga. En 1897 obtuvo el título de bachiller con promedio sobresaliente. Ingresó a la Universidad Central de Madrid para estudiar Leyes, pero pronto se cambió a Filosofía. Obtuvo la licenciatura en 1902 y el doctorado en 1905. Abogó por la modernización y europeización de España. Realizó cursos de perfeccionamiento en Leipzig, Berlín y Marburgo. Sus primeros artículos fueron publicados en El Imparcial, el periódico de la familia. Se fue definiendo en pro de la República, como un liberal con manifiestas simpatías hacia el socialismo. Abandonó la fe católica y se hizo agnóstico. A partir de 1908 ocupó el cargo de profesor de Psicología, Ética y Lógica en la Escuela Superior del Magisterio. En 1910 se casó con Rosa Spottorno y Topete. Dio clases de Metafísica en la Universidad Central de Madrid. Se sumó al Partido Radical Republicano de Alejandro Lerroux. En 1913 fundó la Liga para la Educación Política Española y el semanario España. En 1914 publicó su primer libro: Meditaciones del Quijote. 

Pérez Pirela comentó que “en esta primera obra, escribe la frase ‘yo soy yo y mi circunstancia’. Plantea una nueva idea del ser humano. Adelanta una hipótesis muy interesante cuando dice que no existe un yo abstracto, lejano del mundo que lo rodea. Ese mundo forma la otra parte también de mi yo. Solamente con el mundo puedo estar completo porque el sujeto (yo) y el objeto (la realidad) coexisten en un solo ser (el humano)”. 

“De esta manera supera aquella discusión del realismo clásico (vida, realidad, tangible, tocable) con el subjetivismo moderno que parte del racionalismo (todo es mente y razón). La tercera vía es llamada es el raciovitalismo: soy razón y soy vida”, añadió y anunció la segunda parte del video biográfico.  

En ella se indica que, en 1916, Ortega y Gasset publicó El Espectador, una colección de artículos y ensayos. En 1917 fundó el periódico liberal El Sol. Su socio Nicolás María de Urgoiti, fundó la editorial Calve, que se fusiona con Espasa. Ortega dirigió la colección Biblioteca de las Ideas del siglo XX. En 1923 fundó la editorial Revista de Occidente. En 1931 estableció la Agrupación al Servicio de la República, de claro carácter antimonárquico, que proponía varias ideas de corte socialista. En 1931 fue elegido diputado para las Cortes Constituyentes de la Segunda República. Ante la radicalización de la izquierda y la derecha, se retiró de la política y renunció a su puesto parlamentario. Antes de la Guerra Civil publicó España Invertebrada, El tema de nuestro tiempo, La deshumanización del arte, Ideas sobre la novela y La rebelión de las masas, que le valió el inmediato reconocimiento internacional, al desarrollar sus teorías del perspectivismo y la circunstancia. Después publicó Goethe desde adentro, Unas lecciones de metafísica, Meditaciones de la técnica, En torno a Galileo, Historia como sistema y La misión del bibliotecario.  

De acuerdo a lo que se expone en el video, en todos estos textos, Ortega y Gasset plantea que la vida y la razón son irreductibles entre sí y a la vez están en continua participación y cooperación. La unión dinámica de ambas es la razón vital, realizada en el curso de los tiempos y manifiesta en cada momento vivido, es razón histórica que explicita el hecho de que el hombre es él mismo y su circunstancia, de modo que la circunstancia es la articulación de la razón vital con el conjunto de lo dado, en cuanto suma de todos los puntos de vista individuales. 

Pérez Pirela desglosó estos aspectos, partiendo del principio orteguiano según el cual “la razón es el ser pensante y la vida es el mundo pensado”. Expresó que la realidad primera es la coexistencia entre yo y el mundo. Soy un ser encarnado, circunstancial; racionalmente estructural, pero viviente, es decir, coyuntural, que no puede escapar de la coexistencia con el mundo. “Da lugar a su concepto de historia que va directa o indirectamente en acuerdo con Hegel, para quien la filosofía es filosofía de la historia”. 

Ideas políticas y disgustos

Ortega y Gasset siempre fue partidario de la República española, pero incluso algunos filósofos franquistas reivindicaron sus ideas como parte de un sistema de ideas franquista. Le criticaban no filosofar sobre el franquismo. Pero él era anticlerical y antimonárquico. Al momento de su muerte, Franco mandó a que se le hiciera una misa en su honor, pero la familia no aceptó por respeto a su postura sobre la religión.  

Para ahondar en este punto, presentó otra parte del video, en el que registra la consternación que sentía Ortega y Gasset al saber que los falangistas seguían algunos de sus postulados. José Antonio Primo de Rivera lo reclama como líder ideológico, a pesar de que él ha estado en el exilio, desde donde publica los libros Ensimismamiento y alteración e Introducción a Velázquez. De regreso en España, tras la Segunda Guerra Mundial, publica Idea de principio en Leibniz. Murió en octubre de 1955. Su muerte dio pie a la primera protesta pública importante contra el régimen franquista luego de la guerra. Obras publicadas póstumamente son Qué es filosofía, El hombre y la gente, Investigaciones psicológicas y Una interpretación de la historia universal. 

“Dejó, como puede apreciarse, una obra muy rica en varios campos. Fue un precursor del europeísmo y, por tanto, de la Unión Europea. Decía que los países europeos no podían verse solo como estados-nación, sino que toda Europa debía pensarse como una unidad”, acotó el presentador del programa Desde Donde Sea. 

“En 1923 escribe El tema de nuestro tiempo, un libro fundamental para entenderlo –prosiguió-. En él, ahonda en la metafísica de la razón vital. Plantea un perspectivismo que hace equilibrio entre racionalismo y vitalismo y se rige por el fundamento del punto de vista. Este es entendido como que la realidad radical es la vida. No existen verdades eternas, sino perspectivas, puntos de vista sobre la verdad. La individualidad de cada ser viviente es pues, nada más y nada menos, que una perspectiva. No lleva al relativismo porque es un gran crítico de este enfoque”. 

Lo que hay que hacer

En otro de los videos de la noche, se oye la voz del filósofo analizado. “La verdad de la vida, la vida auténtica de cada cual consistirá en hacer lo que hay que hacer y en no hacer cualquiera cosa. Un hombre vale en la medida en que la serie de sus actos sea necesaria y no caprichosa, pero en ello estriba la dificultad del acierto. Se nos suele presentar como necesario un repertorio de acciones que otros han ejecutado. Se nos ciega bajo la aureola de una u otra consagración. Nos incita a ser infieles con nuestro auténtico quehacer, que es siempre irreductible al de los demás. La vida verdadera es inexorablemente invención. Tenemos que inventarnos nuestra propia existencia y a la vez este invento no puede ser caprichoso. El vocablo inventar recobra aquí su intención etimológica de hallar. Tenemos que hallar, que descubrir la trayectoria necesaria de nuestra vida que solo entonces será verdaderamente nuestra y no de otro o de nadie, como lo es la del frívolo. ¿Cómo se resuelve tan difícil problema? Para mí no ha cabido nunca duda alguna sobre ello: nos encontramos como un poeta a quien se da un pie forzado, que es la circunstancia. Se vive siempre en una circunstancia única e ineludible. Ella es quien nos marca con un ideal perfil lo que hay qué hacer. Esto he procurado yo en mi labor. He aceptado la circunstancia de mi nación y de mi tiempo. España padecía y padece un déficit de orden intelectual, había perdido la destreza en el manejo de los conceptos que son, ni más ni menos, los instrumentos con los que andamos entre las cosas. Era preciso enseñarla a enfrontarse con la realidad y transmutar está en pensamiento con la menor pérdida posible. Se trata pues de algo más amplio que la ciencia, que es solo una manifestación entre muchas de la capacidad humana para reaccionar intelectualmente ante lo real. Este ensayo de aprendizaje intelectual había que hacer allí donde está el español: en la charla amistosa, en el periódico, en la conferencia; y era preciso atraerle hacia la exactitud de la idea con la gracia del giro. En España, para persuadir es menester antes seducir. Quiero expresar mi entusiasmo y mi fe en la historia que es hoy para Europa la primera condición de su posible saneamiento y resurgir. Cada cual solo puede tener sus propias virtudes y no las del prójimo. Europa es vieja, no puede aspirar a tener las virtudes de los jóvenes. Su virtud es el ser vieja, es decir, el tener una larga memoria. Los problemas de su vida se dan en altitudes de complicación que exigen también soluciones muy complicadas y estas solo puede proporcionarlas la historia. De otro modo habría un anacronismo entre la complejidad de sus problemas y la simplicidad juvenil y sin memoria que quisiera dar a sus soluciones. Europa tiene que aprender en la historia no hallando en ella una norma de lo que puede hacer. La historia no prevé el futuro, sino que debe aprender a evitar lo que no hay que hacer. Por tanto, a renacer siempre de sí misma, evitando el pasado. Para eso nos sirve la historia, para liberarnos. Si al pasado no se le domina con la memoria, refrescándolo, él se vuelve siempre contra nosotros y acaba por estrangularnos. Esa es mi fe en la historia. Se pasa sobre el pasado, que es la manera de hacerlo fecundo, como se pasa sobre la vieja tierra con el arado e hiriéndole con el surco, se le fructifica”. 

La rebelión de las masas

Pérez Pirela dedicó parte de su disertación al libro La rebelión de las masas, en el cual Ortega y Gasset hace una intensa crítica al hombre-masa, el que no se siente en deuda con nadie, es prepotente, mediocre, vulgar y cree que tiene derecho a todo. “Recordemos que Ortega es un puente entre las dos guerras mundiales. Este libro es una crítica al europeo de entonces, el que exige mucho, al tiempo que se siente satisfecho con su vulgaridad, no le angustia nada. Impone que se le respeten sus caprichos. Solo le preocupa su bienestar individual, que cree merecer, sin explorar en sus causas históricas. Es insolidario con el bienestar colectivo”, apuntó.  

Aclaró que Ortega y Gasset hace una distinción entre el hombre humilde y el hombre de masa. “El primero es ignorante, pero no se siente bien con esa condición. En cambio, el hombre-masa eleva a rango cuasimoral su vulgaridad, se jacta de ser como los demás y quiere serlo. Quiere vivir en el rebaño y por eso no cumple su propia vocación existencial. Solo imita a los otros”.  

“En Ortega y Gasset se aprecia una bifurcación entre, por un lado, la masa que quiere un líder, un partido, una autoridad, un jefe que lo dirija; y, por el otro lado, la minoría selecta que sí tiene obligaciones, que no sigue las reglas”.  

Aseguró Pérez Pirela que esa división, bajo la óptica de Ortega y Gasset, no tiene que ver con clases sociales. Para él, un científico de alto nivel y un rey pueden ser igualmente caracterizados como hombre-masa. 

“Este hombre-masa tiene doble moral porque se fundamenta en el Estado y en la civilización, pero convencido de que son regalos gratuitos a los que tiene derecho. Ortega y Gasset dice que el Estado-nación, que ha sido una difícil construcción de la civilización, pero el hombre-masa solo lo ve como el ente que debe resolverle todos sus problemas. Paradójicamente, al hacerse dependiente del Estado, termina a su servicio”, subrayó el presentador. 

“Quien no piense como todo el mundo corre el riesgo de ser eliminado. La masa elimina a quien no se porte como un rebaño –reiteró-. Para Ortega, el hombre-masa es un cínico, un parásito de la civilización. Vive de ella, pero la niega. Se da el lujo de parecer rebelde”. 

La imagen del filósofo

Por ser un pensador que vivió en el siglo XX, es posible verlo en imágenes. El Equipo de Producción de viernes de filosofía localizó un video con este valioso material fílmico. En ese material, Ortega y Gasset expresa: 

“Cuando hace 30 años, los políticos peroraban acerca de alguna medida del Gobierno, solían decir que era cosa impropia de la altura de los tiempos. Es la misma razón que daba Trajano en su famosa carta a Plinio para que no se persiguiese a los cristianos en virtud de denuncias anónimas. Ha habido en la historia varias épocas que se han sentido a sí mismas como arribadas a una altura, tiempos en que se llega al término de un viaje, momentos en que se cumple un afán antiguo y se llega a una esperanza. Es la llamada plenitud de los tiempos. Como nosotros hemos asistido a la conclusión de una de estas épocas y navegamos ahora por otra, exenta de plenitud, nos interesa meditar sobre el carácter extraño de esos tiempos tan satisfechos de sí mismos. Hace 30 años creía el europeo que la vida humana había llegado finalmente a ser lo que debía ser, lo que desde muchas generaciones antes se venía anhelando que fuese. Por lo visto, para que haya tiempos de plenitud es necesario que haya habido antes tiempos que vivieron aferrados a un deseo e ilusión, tiempos de afán y esperanza, de ardientes precursores, de contraste entre una ambición clara y la realidad que no le corresponde. Pero por fin llega el día en que el viejo deseo se cumple. La realidad lo recoge y obedece, hemos puesto el pie en la altura prevista, en la meta anticipada. La historia hace en aquella jornada un balance, emparejando el debe y el haber. Pero esta dicha de cumplimiento arrastra en sí un germen fatal: el que está satisfecho es que ya no desea. Los deseos que tuvo se cumplieron y el deseo muere de satisfacción como muere el tábano afortunado después del vuelo nupcial. He aquí por qué a estas épocas de aparente plenitud siguen otras de extrema desazón como las nuestras. El hombre ha perdido el don de desear y no sabe bien para qué vivir. El deseo es lo mejor de la vida y una vez más llevaba la razón Cervantes cuando decía que es más divertido el camino que la posada”. 

“¡Qué maravilla! –exclamó Pérez Pirela al concluir la disertación de Ortega y Gasset-. Este es el mensaje de un gran pensador: es necesario desear, tener proyectos, no ser parte del rebaño. ¿Cómo se supera la vulgaridad del hombre-masa? Pues, Ortega y Gasset propone la elevación del nivel cultural para que los individuos no sean dirigidos desde arriba. Es decir, que la respuesta es la educación”. 

Al cierre de la clase 2.0, invitó a reflexionar sobre una de las grandes frases de Ortega y Gasset, que fue colocada en pantalla: “No sabemos lo que nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa”. En ese sentido, Pérez Pirela exhortó a que “no seamos hombres-masa y mujeres-masa, no nos conformemos con la mediocridad”. 

(LaIguana.TV)