Ida decidió descargar su ira sobre Lousiana en el aniversario de otro huracán, el fatídico Katrina. Tocó tierra como categoría 4 alrededor de las 2 de la tarde en Nueva Orleans y sus alrededores, la ciudad que quedó arrasada hace 16 años. Entonces fallecieron 1.833 personas. La velocidad del viento en la tarde del domingo llegó a alcanzar los 240 kilómetros por hora, rondando la categoría 5, lo que ha llevado a miles de residentes a abandonar el Estado o a buscar refugio.

En Nueva Orleans, las cuantiosas precauciones se dejaban sentir en las calles desiertas, sin apenas coches más allá de algunos vehículos oficiales, y las escenas de indigentes refugiándose en los portales de avenidas vacías. Muchos hicieron caso a las advertencias de las autoridades.

«Esta es una gran, gran tormenta que nos va a poner a prueba de maneras que no hemos experimentado hasta ahora», advirtió el gobernador de Louisiana, John Bel Edwards, en la misma línea que la alcaldesa de Nueva Orleans. «Este no es momento para estar afuera», indicó LaToya Cantrell. «Por favor no se aventuren ahí fuera. Nada de turismo».

En Baton Rouge, la capital del Estado, la alerta también era máxima tras haber experimentado poderosas inundaciones con tormentas de menor grado en el pasado. Las previsiones eran de acumulaciones de agua de hasta 4,8 metros de altura sobre el nivel del mar por ser una de las tormentas más temibles en golpear Louisiana desde 1850, en palabras del propio Edwards.

En el recuerdo, la destrucción ocasionada por Katrina, los cadáveres flotando en las calles días después del primer impacto, las miles de personas en los tejados de sus casas esperando a un rescate aéreo, el estadio Superdome convertido en un masivo centro de refugiados. Las pérdidas superaron los 100.000 millones de dólares y la reconstrucción duró años.

Ahora, de fondo, la pandemia, que en Louisiana está lejos de superarse. El nivel de hospitalizaciones está cerca de su punto más alto, con una notable reticencia de la población del Estado a vacunarse. Tan solo un 52% cuenta ya con la pauta completa, y en muchos de los condados rurales el nivel de primeras dosis no alcanza ni al 30% de la población.

Los hospitales están cerca de saturarse y no hay camas suficientes en otras partes de Lousiana para trasladar a los enfermos, una opción que se contempló antes de la llegada de la tormenta pero que hubo que descartar por falta de recursos. «Logramos evacuar más de 20 hogares de ancianos e instalaciones de rehabilitación. Pero cuando hablamos en términos de hospitales, simplemente no es posible», afirmó el gobernador.

Minutos después de que el huracán tocara tierra, varias localidades tuvieron que activar sus generadores tras los primeros cortes de electricidad. A ese respecto, la sensación es de estar mucho mejor preparados que antes del paso de Katrina. La inversión ha sido multimillonaria en muros de contención, generadores y otros recursos para poder resistir a una tormenta de gran magnitud. El problema es la falta de espacio en los hospitales y la ausencia de personal por la pandemia.

El otro foco de preocupación tiene que ver con los residentes que se han resistido a abandonar sus casas pese a las advertencias de las autoridades. Muchos de los que sobrevivieron a Katrina y a otras tormentas posteriores no han encontrado ahora suficientes motivos para alejarse de sus hogares.

En la reserva, más de 2.000 empleados de FEMA, la Agencia Federal de Gestión de Emergencias, esperando a intervenir y destacados en Georgia, Alabama, Florida, Mississippi, Texas y, por supuesto, Lousiana, de acuerdo a la Casa Blanca. La misión y la esperanza es que no se repita la tragedia de Katrina.

Un huracán histórico

Ida es mucho más poderoso de lo que fue Katrina (categoría 3), y sus vientos huracanados se extienden hasta 80 km desde su centro. Se anticipa que el ojo del ciclón pasará solo a unos 50 km al oeste de Nueva Orleans.

La ciudad ya tiene sobre sí las bandas exteriores del huracán, que tocó tierra cerca de Port Fourchon, por donde pasa cerca del 18% del suministro del petróleo nacional de Estados Unidos. Según los últimos datos disponibles, Ida se desplaza a 20 km/h y lo hace en dirección noroeste.

Datos del radar y de una aeronave de reconocimiento indican que los vientos máximos sostenidos de Ida al tocar tierra se estimaron en 240 km/h, según el Centro Nacional de Huracanes (NHC). De esta forma igualó a Laura, que tocó tierra hace justo casi un año, el 27 de agosto de 2020, muy cerca de donde Ida lo hizo este domingo, y al ciclón Last Island, de 1856, como los huracanes más fuertes registrados en el estado de Luisiana.

La última presión central mínima estimada antes de que Ida tocase tierra fueron de 930 milibares, por lo que Ida se convirtió además en uno de los huracanes más intensos de la historia en llegar a Estados Unidos, según datos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA).

Las posibles consecuencias de Ida que han dibujado las autoridades nacionales y locales son desoladoras y no es para menos, pues quedó a 11 km/h para alcanzar la categoría máxima en la escala Saffir-Simpson (5), que mide los huracanes por la fuerza de sus vientos.

Aun así, según el NHC, las casas que sufren un huracán categoría 4 pueden perder fácilmente el techo y paredes exteriores, la mayoría de los árboles se rompen o son arrancados de raíz y la mayor parte del área puede estar «inhabitable durante semanas o meses».

(El Mundo)