Cuenta la historia que Café La Habana, ubicado en la esquina de las calles de Morelos y Bucareli en la colonia Juárez de Ciudad de México, trascendió como el espacio de confluencia del médico argentino-cubano Ernesto ‘Che’ Guevara y de Fidel Castro para la preparación del desembarco del yate Granma en Cuba, el 2 de diciembre de 1956.

El decorado de este histórico establecimiento, testigo de la política, intelectualidad y vida social de la nación azteca, recuerda sus momentos fundacionales en la década de 1950 y sitios de la capital cubana como el Faro del Morro, una vista panorámica de la barriada del Vedado, el Palacio Presidencial, construcciones residenciales del casco histórico y el Capitolio.

«Relatan testimonios de la época que su primer dueño era un español que vivía y trabajaba en un restaurante en Cuba. Inspirado en la arquitectura, idiosincrasia y costumbres de la isla transformó este lugar, dedicado a la venta de materiales de construcción, y fundó el café en 1952», aseguró a Sputnik su gerente Luis Enrique Camacho.

De acuerdo con los camareros uno de sus platos más emblemáticos, la torta cubana, resultó de la invención y mezcla de ingredientes del propio Fidel y básicamente es la incorporación a dos piezas de pan de todos los alimentos al alcance de la mano: pavo, jamón, salchicha, lomo, milanesa, varios tipos de queso y algunos condimentos más.

Las leyendas vinculadas a ese escenario mexicano reflejan cómo el futuro dirigente de la mayor de las Antillas, el Che y otros revolucionarios bebían café, discutían y planeaban el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1959), con estrategias ideadas años antes en la entonces prisión de Isla de Pinos por los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

«Esta barra, remodelada tiempo después, es testigo de los planes de entonces y, según referencias de aquellos años, muy cerca estaba la armería que les facilitó el armamento para irse a Cuba. La mayoría de nuestros visitantes vienen atraídos por las huellas de la presencia aquí de Fidel y el Che, sumado a la gastronomía y la música cubana», afirmó Camacho.

Café La Habana fue también sitio de confluencia de personalidades como el escritor colombiano y Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez: «Dicen que terminó de escribir aquí Cien años de soledad y gritó de emoción, y otras figuras como el mexicano Octavio Paz concluyó su texto Libertad bajo palabra», indicó el gerente.

¿Cuándo llegan Fidel y el Che a México?

Cuando se cumple un nuevo aniversario de la muerte del Che este 9 de octubre, conviene recordar sus contactos iniciales con los revolucionarios cubanos en México, a donde llegó el joven Ernesto Guevara —en esa época el país recibía refugiados políticos de distintos lugares del mundo— proveniente de Guatemala en 1954.

En la capital mexicana trabajó como fotógrafo en las zonas turísticas del centro, corresponsal de la Agencia Latina, ayudante en el Hospital General y profesor adjunto en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma.

Por su parte, Fidel Castro arribó a Mérida el 7 julio de 1955 en el avión DC-6, luego pasó por Campeche, Veracruz y viajó en autobús a la capital azteca. En el libro Cien horas con Fidel, del periodista español Ignacio Ramonet, el líder recordó que uno de los primeros en salir para la nación norteamericana fue su hermano Raúl Castro y cómo encontraron al médico argentino.

«Va para México y allí conoce al Che por intermedio de nuestros compañeros que ya estaban allí. Bueno, aún no era el Che, era Ernesto Guevara, pero como los argentinos le dicen a los demás ¡Che!, los cubanos empezaron entonces a llamarlo a él Che (…) Él tiene la simpatía de la gente. Era de esas personas a quien todos le toman afecto inmediatamente por su naturalidad».

En aquellas conversaciones con Ramonet, Fidel resaltó también la sencillez, compañerismo, originalidad y virtudes del guerrillero sudamericano a quien vio por primera vez en casa de María Antonia González Rodríguez, anfitriona por entonces de la emigración revolucionaria en el país azteca y residente en José de Emparán 49, en la colonia Tabacalera.

Ya por aquellos días, ella ostentaba la condición de emigrante familiar tras formalizar su relación con el luchador Dick Medrano y, aunque inicialmente, seguía a su esposo a las giras por países del norte y centro de América, la llegada de su hermano Isidoro procedente de Cuba determinó su permanencia en esa dirección.

El 3 de octubre de 1965 Fidel lee públicamente una carta de despedida al Che por su partida ese mismo año al frente de un destacamento de internacionalistas cubanos rumbo al Congo para cumplir con la ayuda solicitada por Gaston Soumialot, integrante del movimiento de revolucionarios seguidores de Patrice Lumumba.

En la misiva revela cómo tras varias horas de intercambio en aquel encuentro, Guevara decidió formar parte de los expedicionarios: «Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos».

¿Qué hicieron los revolucionarios en el país azteca?

Tras permanecer preso casi dos años en la prisión de Isla de Pinos, muchos de los asaltantes a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, el 26 de julio de 1953, arribaron a México e, incluso, tras la llegada de Fidel acudieron numerosos cubanos dispersos en Estados Unidos, Costa Rica, Guatemala, Venezuela y Honduras.

«Nuestra idea era salir del país, viajar a México (…) era una tradición desde las guerras de independencia. México era el país donde siempre se habían refugiado los revolucionarios cubanos», narró el líder histórico en sus memorias Fidel Castro Ruz, Guerrillero del tiempo, de la periodista y escritora Katiuska Blanco.

El golpe militar de Batista, el 10 de marzo de 1952, obligó a muchos cubanos de diversos intereses y orientaciones políticas a abandonar el país rumbo al territorio azteca y, contra ellos, bajo la supervisión del agregado militar de la Embajada de Cuba, se conformó un gran sistema de espionaje y contraespionaje con la anuencia, entre otros, del Gobierno estadounidense.

De ahí que, posteriormente, varios integrantes del Movimiento 26 de julio— constituido en 1955 y cuyo nombre alude a la fecha de los asaltos a los cuarteles— fueron detenidos, entregados a la Dirección Federal de Seguridad y secuestrados durante seis días, si bien finalmente resultaron liberados gracias a la intervención del expresidente mexicano Lázaro Cárdenas (1934-1940).

Las montañas de Ayotzingo, en el municipio de Chalco, devinieron en el centro de entrenamiento para los revolucionarios, pues desde el punto de vista geográfico eran similares a la Sierra Maestra —cadena montañosa en la región suroriental de Cuba—, uno de los lugares seleccionados para la guerra contra la dictadura de Batista.

En el libro de Ramonet, Fidel menciona cómo el Che también estudia y practica pese a que, inicialmente, su incorporación fue como médico de la tropa y padecía de asma: «El todos los fines de semana trataba de subir el Popocatépetl (…) Preparaba su equipo, iniciaba el ascenso, hacía un enorme esfuerzo y no llegaba a la cima».

No logró subir nunca a la cúspide, pero lo intentaba una y otra vez, de ahí que para sus compañeros fue muestra del carácter, la fortaleza espiritual, la constancia y voluntad del también nombrado como Guerrillero Heroico, explicó a Sputnik, la doctora en Ciencias María del Carmen Ariet, coordinadora académica del Centro Ernesto Che Guevara en La Habana.

«En no pocas ocasiones el dirigente de la isla habló de su lealtad, del ser humano extraordinario, el hombre de elevada cultura, gran inteligencia y cualidades militares. A su juicio, fue un médico devenido en soldado sin dejar de ser un profesional de la salud ni un solo minuto. Desde aquellos momentos ya el Che fue un ejemplo para los cubanos», argumentó.

La historia también recoge cómo el mexicano Antonio del Conde le vendió a Fidel el yate Granma, embarcación que trasladaría a los 82 hombres hacia Cuba y que finalmente partió el 25 de noviembre de 1956 desde Veracruz. El hecho marcó el reinicio de las luchas en la isla cuyo punto culminante fue el triunfo de la Revolución en enero de 1959.

El Che Guevara luego de retirarse del Congo a finales de 1965, solo volvió a Cuba en secreto y partió en 1966 hacia Bolivia. Allí fue capturado, torturado y por último ejecutado por el Ejército boliviano el 9 de octubre de 1967 en la localidad de La Higuera, en el departamento de Santa Cruz.

 (sputniknews.com)