El origen evolutivo del cerebro podría estar en las funciones digestivas de animales primitivos, luego de observarse células neuroides en una esponja acuática, consideradas antecesoras de las neuronas de ese órgano, se conoció hoy.

Investigadores del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL) emplearon tecnologías de micro fluidos y genómicas para estudiar esas células localizadas en las cámaras digestivas de los poríferos, las cuales envían y reciben mensajes de una forma parecida a como lo hacen las unidades estructurales y funcionales del sistema nervioso.

Con esos procedimientos, capturaron células individuales de varias esponjas dentro de gotas de micro fluidos y luego perfilaron su actividad genética.

Por medio de microscopía electrónica combinada con rayos X, visualizaron el comportamiento de las posibles precursoras de neuronas en un animal sin cerebro ni sistema nervioso.

Precisó un comunicado del EMBL que las cámaras digestivas ayudan a mover el agua y los nutrientes a través de neuroides, un comportamiento muy sofisticado para un animal que carece de sistema nervioso.

Reveló que las esponjas acuáticas utilizan diversos sistemas de comunicación para sus funciones digestivas, y que la unión evolutiva de esos sistemas de comunicación intercelular fue el origen en otros animales del desarrollo de un cerebro.

“Nuestros resultados sugieren que las células neuroides regulan la alimentación y controlan el entorno microbiano como posibles precursores evolutivos de los primeros cerebros animales. El alimento es el origen del pensamiento”, explicó Jacob Musser, uno de los investigadores, citado en la nota de prensa.

Aspecto curioso del estudio destacado por la revista Science News fue que las esponjas se parecen a los cerebros porque absorben elementos del entorno utilizando procedimientos sinápticos, y que la enfermedad de Creutzfeld-Jakob, patología neuronal degenerativa, deja a ese órgano como si fuera una esponja.

Otro elemento es que el intestino y el cerebro se comunican directamente a través de una red neuronal específica y los mensajes llegan instantáneamente, en cuestión de milisegundos, a su destino.

Como última curiosidad, agregó que la historia de las esponjas acuáticas se remonta a unos 635 millones de años, aunque solo desde 1765 se les reconoció la categoría de animales porque descubrieron que poseían corrientes internas de agua, en las cuales pudieron gestarse la formación de un cerebro.

El cerebro humano es el más complejo de la evolución: compuesto por aproximadamente 86 mil millones de neuronas, no solo controla nuestras funciones corporales, desde la visión hasta el movimiento, sino que también proporciona consciencia y comprensión, explicaron los investigadores.

(Prensa Latina)