La noche del pasado jueves 11 de noviembre, Carlos Ocariz, hasta entonces abanderado opositor a la gobernación de Miranda por la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), anunció públicamente que declinaba a competir por el cargo.

De un lado, como apunta la periodista Madelein García, corresponsal de la cadena teleSUR en Caracas, «lo hizo 20 horas después que había cerrado el proceso para la modificación de los candidatos tal y como lo establece la ley».

Por otra parte, aunque se asumió que su retiro de la contienda implicaba en la práctica un respaldo a la candidatura del también opositor David Uzcátegui, lo cierto es que Ocariz no aludió a eso en su discurso.

Desde el punto de vista práctico, todavía quedaba pendiente un paso más: postular a Uzcátegui por la tarjeta de la MUD, cosa que no era posible hacer por el momento en el que el dirigente decidió retirarse.

Así las cosas, García destaca que organizaciones políticas como el Movimiento Al Socialismo (MAS) valoraron la renuncia como «un gesto democrático», estaban conscientes de que los votos a la gobernación de Miranda que se emitieran a través de la tarjeta de la MUD serían nulos, como expresó una de sus dirigentes en un acto de campaña el pasado 12 de noviembre.

Sobre la renuncia Roberto Picón, rector principal del Consejo Nacional Electoral de clara tendencia opositora, informó en Twitter que había sido recibida por la Junta Nacional Electoral y que sería procesada «de acuerdo a la ley».

Al ser inquirido sobre los plazos para introducirla, Picón aclaró que desde el punto de vista legal, «la renuncia es como cualquier hecho de fuerza mayor» y no tiene asociados «lapsos que la puedan limitar en el tiempo», si bien no añadió nada sobre la postulación de Uzcátegui.

Sobre esto se estaría amparando la MUD, que en una comunicación dirigida a la rectora Tania D’Amelio, pretendió presentar la renuncia de Ocariz como «un hecho sobrevenido» y apeló al ente comicial para que se aplicara la sustitución de la candidatura en el tarjetón.

Este martes 16 de noviembre, D’Amelio precisó en Twitter que «la Ley Electoral vigente (2009), así como las precedentes y los reglamentos y cronogramas aprobados desde el nacimiento del Poder Electoral, han establecido fechas topes para las sustituciones de candidatas y candidatos«.

Acotó, además que «este límite de Ley para las sustituciones (art. 63 LOPRE) marca un cierre y la fijación de la Oferta Electoral definitiva. Es un mandato legal y constitucional para la transparencia, confianza y seguridad de todo el electorado».

David Uzcátegui, con quien Ocariz protagonizó una amarga disputa en las redes sociales y medios de comunicación que se extendió por varios meses, parecía estar consciente de lo extemporáneo de la renuncia de su rival político porque este lunes admitió en una entrevista radial que se había «perdido demasiado tiempo en unificar la candidatura».

Para el parlamentario opositor Timoteo Zambrano (Cambiemos), la ley es taxativa y no admite prerrogativas ni interpretaciones como las que pretendía la MUD. A este respecto alegó, como luego lo hiciera el CNE, que en el caso en cuestión correspondía la aplicación del artículo 63 de la Ley Orgánica de Procesos Electorales.

Este, explicó en conversación con teleSUR, separa claramente la renuncia del reemplazo de la candidatura, toda vez que la sustitución se haría por un candidato que fue postulado por una organización política distinta y no por un copartidario.

El plan «perverso» de Primero Justicia en Miranda

Empero, para Franco Vielma, investigador del Instituto Samuel Robinson, tras la renuncia de Ocariz se escondería una oscura intención: impedir que una organización emergente como Fuerza Vecinal, pueda disputar el liderazgo político de la oposición en el estado Miranda, en donde Primero Justicia, partido al que pertenece Ocariz, ha sido hegemónico desde hace casi dos décadas.

Así, dijo Vielma a Madelein García, «evidentemente hay una maniobra por parte de la tarjeta MUD-Unidad o de los partidos que integran el G4 en el estado Miranda para propiciar la derrota de David Uzcátegui, otro opositor representante del partido Fuerza Vecinal».

A su juicio, esto ocurre «porque Fuerza Vecinal es una organización que viene emergiendo dentro de la política de Miranda en varios municipios que han sido bastiones históricos de la oposición» tras el retiro de los partidos del G4 «de su espacio político natural».

Esta apuesta «al fracaso» de la candidatura de Uzcátegui se explica porque el interés del G4 -y de Carlos Ocariz en particular- es «sostener y legitimar en el corto plazo que ellos son los líderes políticos idóneos para el estado Miranda», puntualizó el analista.

Otro aspecto que en su criterio no debe perderse de vista, es que luego de anunciar su retiro como candidato, Ocariz abandonó el estado Miranda y se le ha visto participando en actos de campaña en otras entidades, en lugar de respaldar a Uzcátegui, como se supondría que tendría que hacer un aliado.

«Eso da prueba de que no existe una verdadera unidad, no existe un verdadero apoyo a David Uzcátegui pierde la opción de poder optar con la tarjeta de MUD-Unidad al cargo de gobernador», debido a que el electorado podría sentirse desalentado a participar en los comicios, agregó.

Además, en su afán de mantener el dominio de Primero Justicia en la entidad, el G4 avanzó una estrategia todavía más cuestionable basada en la deslegitimación de la actuación del CNE.

«Cuando ellos retiran el apoyo a Carlos Ocariz y no entregan el apoyo a David Uzcátegui de manera inmediata, ellos crean un precedente que deslegitima e intenta erosionar la credibilidad institucional del Consejo Nacional Electoral, ellos le endosan políticamente al CNE lo que fue una clara irresponsabilidad de sus dirigentes políticos», alegó Vielma.

El investigador sostuvo que esto ocurre incluso a pesar de la campaña de recuperación de la confianza en el CNE que adelanta «la oposición venezolana en sus varias denominaciones» en Miranda, luego de años de ataques para socavar y destruir la credibilidad del ente entre sus votantes.

De este modo, asevera, por donde se mire, el interés siempre parece ser el mismo: «Desalentar a esos electores para que apoyen a Uzcátegui y que, en consecuencia (…) no surjan otras nuevas fuerzas políticas como Fuerza Vecinal, que pudiera disputar el liderazgo de la oposición venezolana en el estado Miranda».

La mezquina apuesta, dice Vielma, puede resumirse en una frase lapidaria: «si no voy a ganar yo, prefiero que nadie gane o prefiero que gane el chavismo», que por muy perversa que pueda sonar, no está «fuera de los cánones» sobre los que históricamente ha actuado el G4.

(LaIguana.TV)